Histórico:

El 22 de junio de 2021 publiqué en mi columna de El Nacional el artículo llamado “Mi experiencia de vacunación contra la COVID-19” [1] en el que narré cómo fue el proceso exitoso con la aplicación de la primera dosis de esta vacuna, que me inyectaron en el brazo izquierdo, el día miércoles 16 de junio de 2021 a la 11:00 am.

Para el momento en que terminé de escribir y enviar al editor el artículo mencionado –el sábado 19 de junio de 2021 a la 5:00 pm, tres días después de la aplicación de la primera dosis– aún mi sistema inmunológico no había reaccionado, pero después de tres o cuatro días más tuve una reacción que parecía como un principio de resfriado muy leve –aumento de temperatura, dolor de garganta, estornudos, goteo nasal, dolor de oído, tos, cansancio y extrañamente, un leve dolor testicular– pero estos síntomas fueron realmente suaves y duraron poco tiempo, lo cual me confirmó que efectivamente mi organismo reaccionó ante la presencia del virus inactivado, procedente de la vacuna aplicada, para poder generar los anticuerpos, tal como se espera de todo proceso de vacunación, por lo cual no me preocupé.

Debo destacar que la respuesta del organismo puede ser diferente de una persona a otra, por el tipo de vacuna, las características biológicas particulares y el historial clínico de cada individuo y es posible que los efectos secundarios que sentí no se presenten en otros vacunados.

La aplicación de la segunda dosis estaba pautada según la tarjeta de vacunación para el domingo 11 de julio de 2021 –25 días después de la primera dosis – y, por lo tanto, como no recibí ninguna convocatoria por mensaje de texto, por correo electrónico u otro medio, me dirigí hacia el centro de vacunación donde me habían aplicado la primera dosis, adonde llegué a las 7:45 am y había una cola en la puerta de acceso donde estaban aplicando la segunda dosis, pues estaba habilitada otra puerta para recibir a quienes se iban a aplicar la primera dosis.

La puerta que me correspondió estaba controlada por dos jóvenes policías muy cordiales, quienes informaban a los presentes que era requerido tener junto con la cédula de identidad, la tarjeta de vacunación, donde la fecha indicada fuera igual o menor al día actual –datos que ellos verificaban para permitir el acceso a los ciudadanos– y además, daban prioridad a las personas con alguna discapacidad o a los muy ancianos y como hacían pasar al interior de la instalación educativa a grupos de 30 personas, ingresé a las 9:45 am, de manera que al caminar hasta el final de un pasillo, había otros dos funcionarios policiales, uno que anotaba en una planilla los datos de identificación de las personas y otro que volvía a revisar la cédula de identidad y la tarjeta de vacunación.

En un pasillo abierto pero techado, las personas se sentaban en bancos que estaban separados convenientemente en tres hileras y mientras una dama llenaba los datos en una planilla, donde incluía la dirección de residencia y el teléfono, entre otros datos, otra dama corregía y actualizaba la tarjeta de vacunación recibida con la primera dosis, donde colocaba el nombre de la vacuna utilizada que era la china Sinopharm, la fecha de vacunación, el número de lote y la fecha de vencimiento del lote.

A las 10:15 am me aplicaron la segunda dosis anticovid-19 y así concluyó todo el proceso, en el que invertí 2 horas y media del domingo pasado, lo que implicó una hora menos de duración que el proceso donde me aplicaron la primera dosis –en esta ocasión, como todo era más rápido y quizás como una medida preventiva, no repartieron agua ni café–.

El mismo día en que me aplicaron la segunda dosis sentí otra vez principios de un resfriado leve – aumento de temperatura, estornudos, dolor de garganta, dolor de oído y otra vez un pequeño dolor testicular– síntomas que desaparecieron al siguiente día –esta reacción inmediata reconfirmó que mi sistema inmunológico ya estaba preparado para luchar contra algunas de las variantes de la COVID-19 originales, pero debo ser prudente con las nuevas cepas y es posible que requiera recibir otras vacunas de refuerzo en el futuro, para contrarrestar las nuevas mutaciones del coronavirus SARS-CoV-2– y al día sábado 17 de julio de 2021 a las 4:00 pm –cuando estoy escribiendo este artículo semanal que será publicado el próximo martes– no siento ningún tipo de síntoma, molestia o malestar, que sean producto atribuible a los efectos adversos de la vacunación.

De nuevo reitero mi reconocimiento y gratitud al sector sanitario y también me permito felicitar a quienes han tenido la responsabilidad de: planificar, organizar, dirigir, coordinar, controlar y ejecutar, estas jornadas de vacunación nacional contra esta amenaza biológica, a pesar de las restricciones y las limitaciones de la nación, que en mi caso particular, considero a estas actividades como exitosas y necesarias, aunque como siempre, todo proceso es factible de optimizarse con el paso del tiempo y la experiencia adquirida, para lograr el objetivo de tener al menos un 70 % de la población vacunada con las dos dosis certificadas y recomendadas por ahora, en el menor tiempo posible, eso sí “sin improvisar ni correr riesgos innecesarios y usando vacunas aprobadas por la OMS”.

Algunos aspectos a considerar:

Una duda que tengo, es que en mi tarjeta de vacunación, el número de lote de la primera dosis es de 10 dígitos, pero en la segunda dosis el número de lote es de 12 dígitos y como “errar es de humanos”, al tener muchos dígitos puede haber errores de: transcripción, supresión, transposición o doble transposición de dígitos – por lo cual los informáticos, para evitar esos errores, usamos los dígitos de chequeo – y por tanto, considero que es prudente hacer una doble revisión sobre estas cifras escritas a mano en la tarjeta de vacunación por los funcionarios que realizan el proceso, pues es posible que haya inconvenientes al aplicar los protocolos migratorios internacionales, si esos datos sobre lotes o fechas de vencimiento presentan enmendaduras, errores u inconsistencias y además, sería muy bueno que el Ministerio para la Salud habilitara la emisión de un certificado digital de vacunación oficial aceptado por la OMS, a partir de los datos que han ido recolectando en las planillas usadas en los centros de vacunación.

Reitero que es muy importante continuar con la aplicación de los protocolos de bioseguridad propuestos por la OMS y no relajarlos aunque se esté vacunado, pues esta enfermedad no es un juego simple, sino que es una especie de ruleta rusa y no conviene la aparición y la expansión de nuevas mutaciones más infecciosas y mortales, siendo que la flexibilización de las actividades debe verse con suma prudencia y responsabilidad – con decisiones que se basen en la ciencia y no en intereses económicos o políticos, ni mucho menos en encuestas –, pues si se presenta una crisis sanitaria más severa que la actual, los directamente afectados serán el personal médico y sanitario, que ya han tenido suficientes pérdidas, representadas en salud y vidas valiosas, siendo que por otra parte, las secuelas en algunos de los “supuestamente curados”, pueden ser terribles según comentan algunos sobrevivientes, pues en algunos casos quedan con taras y prácticamente incapacitados de por vida, porque la enfermedad afecta a diversos órganos simultáneamente, incluido el cerebro, junto con el resto del sistema nervioso y el sistema circulatorio, entre otros.

No hay nada más importante para un país y para el mundo en general, que la salud y la vida de los ciudadanos y, por lo tanto, esta pandemia no debe ser irresponsablemente politizada o minimizada de ninguna manera, siendo que lo bueno es que ya se está observando a presidentes sensatos de naciones avanzadas como son: Estados Unidos, China, Alemania o Rusia, entre otras, que están ofreciendo grandes ayudas tanto para la OMS como para los países menos favorecidos, lo cual es muy deseable, loable y beneficioso para la humanidad.

Por otra parte, es muy importante la ética profesional y científica de los laboratorios biológicos a nivel global, quienes también deben recibir nuestro reconocimiento y gratitud, por toda la inversión y el esfuerzo que han hecho, pero deben cumplir con todas las fases de desarrollo y pruebas exhaustivas, para que la OMS pueda certificar la mayor cantidad de diversas vacunas confiables y eficaces, que permitan evitar oligopolios y acelerar los procesos de inmunización, donde no haya países ni ciudadanos excluidos, por ninguna razón, porque la guerra es de la humanidad contra el SARS-CoV-2 y cualquier otra amenaza biológica que aparezca en el futuro, para lo cual, la comunidad científica debe estar en comunicación y dispuesta a compartir sus conocimientos y nuevos hallazgos sin mezquindades.

Reitero que tal como se hizo con la viruela, que prácticamente desapareció de la faz de la tierra, gracias a las campañas mundiales de vacunación, también la inmunización global adecuada contra este coronavirus es de vital importancia, para detener la expansión de la pandemia, minimizar la aparición y la propagación de las nuevas mutaciones del virus y las secuelas de esta amenaza biológica para la continuidad de la salud y vida de la raza humana en el planeta tierra, pues “sin humanos vivos y sanos, de nada sirve la economía”.

[1] https://www.elnacional.com/opinion/mi-experiencia-de-vacunacion-contra-la-covid-19/


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