a AURA; ella sabe…

Por aquellos lejanos días de fervorosas

juergas no tan juveniles

yo inventaba una barca

imaginaria al fragor de tus sensuales

besos de ninfa fluvial vehemente

e indomeñables pulsiones festivas

y, ciertamente, por qué habría de

negarlo: me atraías irresistible

a tus potentes encantos de fémina

acuática dueña de poderosos embrujos

y era imposible no abandonarme a tus

imantadas sensualidades que me

vapuleaban en cadencias pubocoxígeas

inenarrables y me llevaban a cielos indescriptibles

nunca imaginados por mí y me llevabas y me traías

una y otra vez cual ola de mar terco e insistente

hasta la casi inane frontera de la debilidad somática

y me convertías en rehén sumiso de tus núbiles

terquedades insaciables de náyade aborigen

danzarina hacedora de grafías incomprensibles

pero ciertas y definitivas sobre la tersa piel de

mi alocada memoria indígena

Por aquellos días intactos en mí, en mis

recuerdos presentizados, en mi palpitante

corazón de beduino fluvial yo bebía como

loco del almizcle sagrado de tu savia

corpórea y me convertía en tu alter ego

era yo mismo un otro distinto e igual

y me fundía y confundía en ti contigo

disolviéndome como grano de sal en

el vasto río de tus largas y extensas

concavidades inherentes a tus fulgurantes

exigencias vitales.


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