Bolivia

 “No dejes que el mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él”

Franz Kafka

“El mal conoce al bien, pero el bien no conoce el mal”

Franz Kafka

La metamorfosis es un proceso biológico de cambio que experimentan algunos animales y cuyas implicaciones les permiten adaptarse al medio ambiente, también son recurrentes y pululan en la mitología sobre todo en la grecolatina, cuna de nuestro pensamiento occidental así la metamorfosis es un cambio busco un parte aguas para adaptarse a los cambios y a las presiones del ambiente.

El mimetismo es otro proceso biológico que procura hacerse semejante al entorno bajo presiones también medioambientales; sin embargo, el objeto de esta columna no es describir procesos de la biología, pero sí emplear  estos procesos como gozne o bisagra hacia los cambios bruscos que operan en este mundo absolutamente líquido y relativo, propio de estos tiempos feroces.

Para los griegos, las metamorfosis tenían un sentido siempre referente al dolor y hacia el castigo, igualmente las deidades podían asumir formas distintas para hacer potable sus veleidades o vínculos con las conductas reprochables, pues era una postura que embrida el engaño y la simulación, así Zeus/Júpiter asumía formas de animales, de fenómenos meteorológicos y hasta de mortales, todo con el fin de hacer viable al engaño y la simulación; los vicios, como la soberbia, suponían ser reducidos a arácnidos, de hecho Aracne, es trasformada en araña al retar a la misma Palas Atenea en las artes de tejer, podríamos dedicar toda la  columna para buscar figuras literarias sobre la metamorfosis o cambios bruscos, pero las metamorfosis míticas solo nos permiten hacer referencia simbólica a los cambios bruscos en el discurso y la postura.

Kafka nos presenta desde la literatura de lo absurdo el “Verwandlung” o transformación, la desintegración del individuo a causa del sometimiento y el despotismo, la deconstrucción del ser frente a la subsistencia, colocándonos frente a un contorno kafkiano, una sinuosa trayectoria hacia la derrota que embrida la trasformación repulsiva en un bicho, un insecto gigante, de aquel quien, decide cual Gregor Samsa, dejarse arrasar por la subordinación para desintegrarse en el contexto de la individualidad.

La verdad también puede sufrir metamorfosis, hacerse torva, inútil de contenido y proclive a generar falsedades, mimetizarse en el contexto bajo las presiones, para simular una realidad distinta a la que se pretende recrear, así pues, somos testigos de la mutabilidad de un lenguaje que pervierte la gnosis y el espíritu, y da forma a cualquier tropelía o desaguisado disfrazado de juicio apodíctico, se afirma afirmando tozudamente, se aferran los razonamientos al modo ponendo ponens, es decir, se afirma como válida cualquier atropello hacia la verdad, se filosofa a martillazos, como bien diría Nietzsche, para argumentar cualquier falacia e incluso ruindad, como una tautología con poder de validación, es decir veritativamente concluyente, sin importar que sus raíces sean la contradicción; esta tarea no es para nada difícil si la sume una corporación gansteril instalada en el poder y escindida de límites y de escala moral.

El devenir de estos oscuros años del chavismo nos han demostrado que las regresiones institucionales pueden ser cada vez más lesivas sobre el deseo progresivo de mejorar y de trascender; desde 1992 cuando nos despertase aquel fatídico intento de golpe de Estado, nuestro destino estaba sellado hacia estos pegajosos y pastosos lodos, una sociedad sin pulso democrático que en toda su historia republicana fue embridando un resentimiento hacia las formas democráticas y hacia la libertad, y construyendo a su moderno Prometeo, ese caudillo perfecto, que cognitivamente cautivaría a toda una sociedad para vengarse de sus rencores, pues positivamente estaba inhabilitado para el ejercicio hábil y virtuoso del poder, así fuimos tejiendo la mortaja de Laertes, en el uso de Penélope, pero sin tener el tino para deshacerla y evitar así que los bribones asumieran el control de Ítaca, que representa a la civilidad y la libertad sobre la barbarie, la mortaja para nuestro Laertes estuvo dispuesta en el telar de aquellos sordos remordimientos que llevaron al poder a quien solo sabía  odiar, acumular rencores y vengarse.

Justo desde aquella capacidad infinita para hacer el mal, se morigeraron los enemigos que siempre tuvo nuestra vida democrática, ya instalados en el poder sería imposible logara desalojarlos, evitar que nos lanzaran por este despeñadero, nuestro drama encuentra una inflexión horrida cuando en 2006 se decantan todas las contaminaciones proto fascistas hacia un colectivismo marxista-estalinista, manoseado por un enemigo jurado de nuestra democracia; así Fidel Castro se convertiría en el mentor del colectivismo socialista en Venezuela, desde sus perversidades se dictarían al oído del caudillo de la cara pintada, toda suerte de recetas colectivistas, la muchedumbre y la oclocracia terminarían vitoreando frenéticamente los atropellos cometidos desde el poder hacia el Estado cada vez más extrañado del derecho.

Justo en este intervalo temporal se produce nuestra primera metamorfosis, pasamos de ser un  Estado social de derecho y de justicia, como lo consagra la constitución envilecida, irrespetada y burlada hasta lo absurdo, hacia este adefesio de imposibilidad al cual aún llamamos país y que justamente perdimos en nuestras propias iniquidades y pequeñeces. La palabra, de ser cosa viva pasó a ser un mecanismo de instrumentalización para el ejercicio abyecto del poder, embriagados en esa borrachera colectiva de los petrodólares, presenciamos de manera omnisciente el mayor acto de latrocinio a nuestro erario público, un país hecho botín de sus captores; la dictadura del nosotros sobre el yo, sería el rictus común de esta metamorfosis dolorosa y punzante que nos destierra como sociedad aun estando en las fauces de este lobo, cuya lengua implacable aun es capaz de urdir mentiras, falacias y calumnias constituyendo esto su principal logro como política pública.

El daño estaba inoculado, el país entero acudía a la exaltación del más nocivo culto a la personalidad, el fallecimiento de Chávez impuso su perpetuidad, ahora trocado en una suerte de semidiós, quien nos vigila a guisa del Gran Hermano desde el más allá, el líder eterno, es el homólogo caribeño del amado líder de la esquizofrénica Corea del Norte, humillados y esclavizados entramos en otra metamorfosis, una que le ponía rostro humano a la crisis, la omnisciente y recurrente crisis en Venezuela, ahora tenía rostro humano, se mide en 6 millones de connacionales que han asumido el destierro; la huida de este holodomor rojo, del holocausto del chavomadurismo, esta metamorfosis nos hizo inviables, nos arrancó el hilo de Ariadna y nos sumió en el laberinto de violencia con el engendro de Pasifae, violencia, horror, persecución y miedo son una constante en esta la frenética e inviable Venezuela de Maduro.

Estos ocho años de madurismo nos han causado a todos alguna fractura, no hay huesos sanos, los vicios sustituyen a las virtudes, la mentira desplaza a la verdad y los bribones siempre están cautos para sufrir metamorfosis cual Licaónidas, las cuales les producen además fruición; 47 meses en hiperinflación ya no se pueden endosar a la guerra económica, 82% de caída libre en el producto interior bruto no pueden ser cargados a las sanciones del odiado imperio, cuya moneda circula cual válvula de escape en esta Venezuela socialista, con la mirada complaciente de quienes hoy secuestran el poder, el hedor a fracaso y de carácter continental es insoportable hasta en las bayonetas hechas poltronas, el socialismo inviable y genéticamente torpe con el cálculo económico, encuentra en Venezuela una infinita posibilidad para ser validado, es tan incompatible el socialismo con la vida que logró hacer que un país rico en recursos y ejemplo de estabilidad para la región se convirtiera en este erial. Venezuela es una suerte de Tártaro un círculo del infierno de Dante sin el apoyo de Virgilio, para soportar tanta perversión.

Desde luego conviene engañar, y la neolengua es hábil en esas lides, la mentira y la simulación son un acto cotidiano, ya no es necesario transformarse, el “Verwandlung” de Kafka es muy gravoso y supone un trabajo que ya no es necesario, solo importa simular, mimetizarse y escindir los orígenes colectivistas y socialistas de este anatema histórico que es el socialismo, así quienes se decantan por ofrecer desde el chavismo posturas independientes, distintas a sus orígenes, entonces en el manejo de la literatura de lo absurdo de Kafka, quienes simulan ser distintos al horror del cual provienen, son más bichos cuando intentan ser humanos y más humanos cuando intentan ser bichos, se pretende desde el alto nivel de quienes se conducen cual captores negar sus orígenes colectivistas y por ende connaturalmente asociados a este desastre; darle sentido de juicio apodíctico a cualquier falacia es el desiderátum máximo.

Todas las políticas que desde la estricta visión economicista son emprendidas por esta heredad en el poder, favorecen a un segmento que va de un 8% a un 5% de la población más rica; desde luego conviene disfrazarse de liberales y de independientes, dejar atrás el color rojo y los dogmas de la izquierda para mutar hacia un colectivismo amoral, que hace proxémica entre los socialistas derrotados por el fracaso y sus odiados enemigos a quienes achacaban toda la responsabilidad de sus torpezas; me refiero a los fascistas, adjetivo que se usaba sin ningún remilgo para calificar cualquier intento de disidencia, ya que la locura moral produce ese efecto de proyección, y estos miméticos independientes que provienen de las filas del chavismo, son en sentido estricto unos fascistas, que ahora pretenden corporativizar a la sociedad, entronizar a la inequidad y abjurar de sus pretendidos orígenes ideológicos, inexistentes, indeterminados y siempre propensos a ceder ante los peores intereses crematísticos, así pues la estafa y la engañifa son un recurso muy útil para estos mimetizados independientes, que coexisten con un doloroso proceso de desplazamiento monetario y con una estandarización de los lujos que solo las élites pueden disfrutar en este expaís.

Los entonces chavistas no son originarios en lo absoluto, son una multitud de especies miméticas que intentan seducir a esas capas sociales hacia donde se dirigen sus políticas económicas connaturalmente corporativistas, los discursos sobre la desigualdad no se abordan, son atavismos de los dogmáticos, la línea pragmática del chavismo decidió escapar, huir y abjurar sus orígenes socialistas, escapar del fracaso y usar la otra faz cual Jano tropical para fingir que respetan libertades, los impactos de esta terrible realidad económica son tan inocultables como la infinita capacidad para hacer el mal y violar los derechos humanos.

Finalmente, apostamos como país a que la justicia, como equilibrio de la sociedad, trace el destino de los crueles, ese destino que tiene nombre y el cual se rubricó con la impronta del fiscal de la CPI, en la sede de los poderes totales del régimen de Maduro, por primera vez enfrentaron la postura censora y auditora de quienes pueden estar por encima de tanta perversión y horror, este país se hizo visible no por los actos de la dirigencia política o por las acciones de quien rinde el examen ante la Corte Penal Internacional, se hizo visible, palpable y audible desde el llanto, con el lamento generado tras la profunda herida que suponen sobre nuestra realidad estos años feroces, nuestra crisis logró alertar al orbe y los intentos camaleónicos por intentar ser, parecer y estar alejados del chavismo, sencillamente no existen, no se puede fingir ante tanto horror, no hay histrionismo que oculte este fracaso con hedor a pérdida, a diáspora, a cárcel y finalmente a muerte, estemos cautos ante quienes desde el horror ahora simulan ser respetuosos de las normas, de la libertad económica y del bienestar.

     “Existen solo dos cosas. Las verdades y las mentiras. La verdad es indivisible, por lo tanto no puede reconocerse a sí mismo; quien quiera reconocerse a si misma; quien quiera reconocerla tiene que ser una mentira”

                  Franz Kafka                    


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