Mientras nuestro querido país está sumergido en una crisis general en materia económica, política y social, la mesa de negociación sin duda pareciera ser una oportunidad de oro para los venezolanos. Pero las posibilidades de éxito de este nuevo intento son muy bajas, pues una vez más los intereses de los dos bandos le dan la espalda a las grandes mayorías.

Sabemos que el conflicto humanitario complejo que padecemos en nuestro país es una situación potenciada por dos grupos de intereses que en los últimos años han estado en una confrontación permanente, lo que nos ha afectado a todos.

Las cúpulas de lado y lado en “apariencia” han emprendido acciones  antagonistas con el objetivo de neutralizar, dañar o eliminar a su rival, sea rojo o azul, pero en el fondo pareciera que intentan mantener la actual situación a pesar de la desgracia social.

En los últimos días la negociación se nos vendía como la posibilidad de superar la situación que nos llevó a esta confrontación, como el inicio de otro ciclo político; pero a la situación de desconfianza mutua entre los actores políticos, ahora hay sumarle la que estos mismos han generado al ver cómo intentan repartirse el país entre sus bandos.

La sombra de la corrupción ha caído sobre el proceso al ver a los representantes poner sobre la mesa temas como el de Alex Saab, el de Monómeros o el de la habilitación exclusiva de los negociadores para que se inscriban como candidatos, un capricho que pareciera acabar con las posibilidades de éxito que tenía la oposición en varios estados y municipios del país. Un ejemplo de lo que señalo lo tenemos en Caracas y Miranda, donde el G4 intenta imponer un candidato que tenía varios años en el extranjero y no goza de la preferencia y simpatía mayoritaria. Parece más un favor al gobierno que verdaderas ganas de conquistar espacios.

Estamos viviendo en cámara lenta la repetición de un nuevo fracaso y alerto con pesimismo el resultado negativo de este intento. Los mismos actores intentan con declaraciones sin sentido hacer que el otro se levante de la mesa. Los dos polos que llevaron a Venezuela a este desastre no dejan que entren voces distintas a las ya repetidas «vete ya» y «no volverán». Se encierran y dan la espalda al país diciendo que buscan soluciones y justicia, cuando se hacen los locos con el banquete de la corrupción.

De nada vale la pena hacerle un llamado a la clase política decadente que nos trajo hasta aquí, hoy llamo a la reflexión ciudadana, pues el cambio está en nuestras manos. En 60 días tenemos una oportunidad de renovación con las elecciones, es nuestro deber ciudadano reclamar racionalidad y responsabilidad del liderazgo para que abran las puertas al cambio político y social que hoy pide la gran mayoría. Nuestro mejor instrumento para que esto pase es el voto, por eso con mi voto reclamaré el cambio que quiero para mi querido país.


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