La presión que ejerce el régimen del Sr. Maduro sobre la población venezolana, en su intento de detener el avance del liderazgo de María Corina Machado, ha dado como resultado un fenómeno electoral de grandes dimensiones, históricamente nunca antes visto, que liquida y anula las pretensiones del modelo socialista de continuar forzosamente en el poder.

La hoy candidata presidencial de la unidad nacional, única garante del cambio y la transformación, comenzó su campaña en febrero del año 2023  para participar en  las primarias convocadas por la denominada Plataforma Unitaria desde el estado Mérida, uno de los estados bastión de la resistencia, para finalmente alzarse con la victoria en octubre de 2023 con un porcentaje tan elevado y desproporcionado que encendió  las alarmas del decadente y hostil sector oficialista y de la partidocracia tradicional de las oposiciones en todo el país.

La desbandada masiva de los dirigentes y seguidores de ambos bandos, hacia la única opción de vencer a Maduro en las ya convocadas elecciones para el 28 de julio del año en curso demuestra que las estrategias del oficialismo de implosionar, dividir, atomizar, comprar o chantajear a la unidad ciudadana definitivamente no le ha resultado, por el contrario, ha impulsado el sentimiento nacional de unificar y organizar a todos los venezolanos en todos los rincones del país.

Coincidencialmente, María Corina Machado de gira por el estado Mérida, que inició el día  5 de marzo,  fecha en que se celebró el Día del Campesino, recorriendo exitosamente  los cuatro municipios que componen el páramo merideño, permanentemente tuvo retardos en su agenda en las cuatro concentraciones y otras actividades previstas porque los parameros de todas las edades de las aldeas y poblados más lejanos viajaron, a pie, en cola o en bestia, para recibirla, aplaudirla o abrazarla a lo largo y ancho de la carretera trasandina, algo inédito, conmovedor y finalmente comprometedor para la candidata, quien escuchó y vivió tantas experiencias de afecto y abrumador respaldo entre el frío del páramo y el calor de la gente.

El mismo día 5 los venezolanos se enteraron de la fecha de las elecciones presidenciales anunciada por el CNE y nuevamente desde Mérida, María Corina Machado inicia formalmente su campaña a la Presidencia de la República acompañada de los campesinos y productores del campo, quienes volcados en las calles y plazas de esta región andina ratificaron su respaldo y confianza para que sea ella quien tome las decisiones futuras, cualquiera sea el escenario que se presente.

Queda claro que los resultados electorales, las encuestas, el comportamiento y opinión de la gente han logrado definitivamente lo que Simón Bolívar, nuestro Libertador, pidió en un momento de la historia. Que cesaran los partidos para que se consolidara la unión. Los hombres y mujeres de este país en este momento crucial han dejado a un lado su militancia partidista para enarbolar el tricolor nacional, único símbolo de unidad. Evidentemente, los lineamientos y manipulación de las cúpulas dirigenciales y algunos pocos dirigentes regionales y municipales de los partidos políticos se resisten de manera infructuosa a la decisión ya tomada del pueblo venezolano.

El mensaje es claro, los merideños en el último acto celebrado el día 6 de marzo en el municipio Rangel, en la población de Mucuchíes, tierra natal de un líder de la resistencia en el pasado contra la dictadura como fue Alberto Carnevali, mostraron algo impensable pero tangible y real. Lograron concentrar y unificar los productores, campesinos, movimientos sociales, independientes, partidos políticos nacionales y regionales, pero los más resaltante: se hicieron presentes todos los alcaldes de oposición, electos por la Plataforma Unitaria y por la Alianza Democrática, ambos enfrentados radicalmente en el proceso electoral regional y municipal  de 2021, donde esa confrontación dividió a la oposición que finalmente le dio el paso nuevamente a al oficialismo para que ganara la gobernación y algunas alcaldías. La lección fue aprendida y asimilada para más nunca cometer ese error, prueba de esto fue verlos a todos juntos remando en el mismo sentido, lo que permite augurar un triunfo contundente de María Corina en Mérida y una derrota aplastante para el oficialismo representante del mal, la destrucción del país y el mal vivir de los merideños y todos los venezolanos.

Como venezolano en condición de independiente y colaborador permanente de esta gesta libertaria puedo dar fe de que el venezolano, sin importar su condición política , económica o social está decidido a salir de Maduro. Vaticino desde mi tierra que la victoria de la unidad nacional en torno al liderazgo y conducción de María Corina sobre Maduro será contundente, aplastante, ejemplarizante y finalmente humillante para quienes inhumanamente han conducido al país al caos y crisis moral en que se encuentra.

Convencido estoy de que todo esfuerzo debe ir acompañado de la fe cristiana. Me permito escribir unas líneas finales, no menos importantes que las ya plasmadas en este escrito, sobre una conversación que tuve con un grupo de abuelas parameras que me aseguraron en medio de su fe que los devotos de José Gregorio Hernández, entre los cuales por cierto me encuentro yo, están encomendándole esta tarea de hacer el milagro de lograr salir de Maduro y el mal que representa. Una de ellas, una anciana de 89 años que esperó a María Corina por más de 4 horas paradita frente a la tarima y que en un momento votó por Chávez, en medio de la conversa, como decimos aquí, concluyó diciendo textualmente: “La caída de Maduro y la revolución será el milagro que lo hará santo”. Y mi respuesta fue: «Me parece muy bien, todos debemos difundir este pedimento que está siendo encomendado a José Gregorio Hernández y seguro estoy de que este año tendremos un santo y una nueva presidente. Amén».

Mérida es un ejemplo de la fuerza espiritual y humana que se le está imprimiendo a esta tarea, donde está prohibido fallar o equivocarse, donde todos tenemos la responsabilidad y compromiso de lograr los objetivos planteados. Todos, sin excepción, vamos hasta el final.

Dios y la Virgen nos acompañen.


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