La teoría de indefensión aprendida se relaciona con depresión clínica y otras enfermedades mentales resultantes de la percepción de ausencia de control sobre el resultado de una situación. Sobre esta base, el régimen utiliza para sus fines comunistas la manipulación mediática y política encaminada a postrarnos para que, temerosos y paralizados, no reaccionemos ante las injusticias sociales y las pérdidas de derechos que se nos imponen al ser tratadas como “inevitables” y motivadas por el poder dictatorial que nos somete a una ansiedad constante.

El régimen se apoya con el falso legitimador de la mentira, diseminada por los medios de comunicación, cuyo control es absolutamente férreo hasta el punto de que apoyándose en la propaganda sistemática y permanente, moderada por los medios de comunicación sometidos, difunden información como si  no estuviera pasando nada, dando la sensación ambiental de paz y tranquilidad. Lo lamentable es que incluso dicha práctica y participación la ejercen políticos de la mal llamada oposición y de ciertos líderes de opinión que diariamente, especialmente desde el exterior, nos inundan con comentarios y documentales de dudosa procedencia.

Una sociedad libre debe producir personas libres. Es decir, personas con capacidad de elección y discernimiento; de comprender lo que les pasa y de ser capaces de cambiar su situación si así lo deciden. Para que esto sea posible, es necesario que las personas tengan garantizado “el acceso al conocimiento, y sepan además manejar de forma crítica la información que recibe”, cuestión hoy día imposible en Venezuela, pues mediante el poder actual de los secuestrados medios de comunicación y de sus redes digitales como fuente de información inducen un estado depresivo en buena parte de la población para mantenerla en un estado de pasividad.

A esta indecorosa e inmoral estrategia, también destaca el efecto “cortina de humo” para desviar nuestra atención y diariamente inventan noticias alarmantes o difíciles de creer que producen en la población confusión, decepción, o como decía alguien con sentido histriónico, “frustarrechera”. Nos tratan de convencer de que aceptemos resignadamente pérdidas de derechos y privatizaciones de bienes públicos y corrupción sin resistir ni protestar y que hagamos lo que hagamos no va a servir para nada.

Lo lamentable del  caso es que ciertos dirigentes de partidos políticos y dirigentes de otra naturaleza representantes de gremios sindicales, educativos y de otras agrupaciones, son igualmente mentirosos y despliegan una gran actividad de opinión que dejan colar en los medios y en las redes sociales para hacer creer que desean un cambio  de gobierno, y que no son como en realidad son, cómplices del régimen y cohabitan sobre la base de un segmento de poder constituido por el colaboracionismo para sacar partido de sus organizaciones  o de ellos mismos.

La controversia sobre las opiniones emitidas se ventilan con mucha  dificultad en los medios y los más valerosos o  los que pueden, encuentran en las redes la oportunidad de contrarrestar mentiras, o simplemente desplegar millares de mensajes ciertos o falsos, opiniones particulares, algunas con base y, otras no, obviamente sus opositores le aplican la contra llegando a límites insoportables del lenguaje, incluso de agresión, lo cual es ripostado con el riesgo que cuando se extrema el tema de la discusión que se vive en el país, lo más probable ante el control es que vaya a parar a la cárcel porque no le conviene ni a unos u otros, es decir, al régimen y a los opositores oficiales.

Hay en tales operaciones un efecto cognitivo denominado Efecto Dunning-Kruger, según el cual, los individuos con escasa habilidad o conocimiento sufren de un efecto de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, incorrectamente midiendo su habilidad por encima de lo real. Por ejemplo, basta que ostenten un cargo en el régimen o incluso en alguna organización de cierta preponderancia acompañado de los respectivos sucedáneos, y poder de mando, para que actúen y desplieguen sus grandes dotes de gerentes sin preparación, ocultando la verdad, presentando resultados que son grandes mentiras, e incluso, ejercen el poder de decisión ante sus semejantes actuando en nombre de la autoridad y puedan apechugar al más pintado, extorsionarlo, o simplemente, después de un contundente tun-tun lo envían a la chirona, o incluso a la reclusión más innominada.

Este sesgo es atribuido a una inhabilidad meta-cognitiva del sujeto de reconocer su propia ineptitud ante otras personas que presumen falsamente, que otros tienen capacidad o conocimiento equivalente al suyo, lo cual los hace a su vez incompetentes para darse cuenta de las consecuencias de reconocer sus propias debilidades y de no reconocerla en otras personas porque no están a su aparente medida. Es entonces cuando hace su aparición el diálogo de sordos entre un   incompetente del régimen o de la oposición que resulta absolutamente inútil ante otro de mayor competencia, lo cual provoca a este último dejarlo de ese tamaño ante la “sapiencia” de quien ejerce el poder para al menos evitar represalias o lograr cierto nivel de supervivencia, lo que indeseablemente induce indiferencia o sublimación a tan supuesto y poderoso sabio, tal como lo sugería Bertrand Russel cuando expresaba: “Uno de los dramas de nuestro tiempo está en que aquellos que sienten que tienen la razón son estúpidos y que la gente con imaginación y que comprende la realidad es la que más duda y más insegura se siente”.

Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros de reconocer su extrema incompetencia. Los equivocados somos nosotros, y no por ser conscientes de ello. Este planteamiento se reduce a un esquema conocido en  la gerencia moderna, como principio de Pareto con el efecto  de Dunning-Kruger, el cual afirma, que personas con escaso conocimiento tienden a pensar que saben más que los demás, de esa combinación obtendremos otro principio, el de meta-Pareto, es decir, que el régimen con funcionarios decididamente incompetentes por los resultados obtenidos contribuyen con la quiebra del país, y su entrega al crimen organizado que representan. Aun cuando son  una brutal minoría, piensan que se la saben todas, y nos van a gobernar hasta el fin del  mundo, y el resto piensan que nosotros, como mayoría somos unos imbéciles que nos dejamos gobernar por incompetentes que despliegan su sapiencia, con el asesoramiento de chulos cubanos que nos  expolian, y todos apoyan  la mentira pensando que están protegidos por una defensa sin condición del imperio chino, la fuerza militar rusa y  la estructura de fuerza montada con los recursos ilícitos de sus negocios  y en la  perversidad de traficantes y guerrilleros,

En la ciencia política, la paradoja de la corrupción se ha convertido ya en un concepto clásico considerado como un comportamiento reprobable. El régimen y algunos políticos, pretenden mantener intacta a través de mentiras su supuesta idoneidad, lo cual, es una  paradoja al  hacer creer que es producto de su competencia e inteligencia para los negocios, pero en el fondo, ellos saben que si se rebelan contra el sistema se auto devalúan y serán cómplices, lo que les va a generar la pérdida del poder que creen tener, y como consecuencia, limitan la verdadera  acción de cambio, pero en realidad han puesto de manifiesto a quienes son inteligentes, que son vulgares ejecutores de la corrupción, carentes de responsabilidad moral, y lo más seguro, es que se presenten como víctimas por su indefensión  aprendida y simplemente se sometan a las órdenes de quienes mandan en un ejercicio de cinismo democrático.

Es necesario como contraparte, afirmar positivamente que, si hay alternativas, y, sobre todo, que estas alternativas funcionan. El compromiso de cambio nos hace responsables de apoyar toda acción democrática, de ayuda humanitaria y de la acción operativa necesaria por difícil que sea, porque no solo nos afecta, nos atropella y sublima, sino que también afecta a la seguridad de los países democráticos que no se han quedado con los brazos cruzados.

Volvemos  al tema, el régimen con inefable incompetencia, corrupción y asociación delincuencial debe ser desalojado del poder independientemente que continúen mintiendo tal como lo hacen en este preciso momento, con el manejo de la crisis provocada por la pandemia, mintiendo descaradamente sobre el tamaño de la misma, y de los efectos dramáticos en la población, no comparable con otras naciones que pone en evidencia  la mentira, que sumada a la insuficiencia alimentaria, de recursos para la  salud y la quiebra de la infraestructura socioeconómica, utilizan la cuarentena para aislar a la población más allá de los necesario, extendiendo los plazos para mantener a la gente contenida y así evitar la imparable conmoción social. A propósito, es notable una frase leída hace horas que expresa el Ing. A. Scott:

“Covid-19 le vino al régimen como anillo al dedo: le permite tener confinada a la población y así ensayar y perfeccionar su aparato represor, jugar para justificar la escasez de gasolina y así aumentar su precio a costos internacionales, mentir para manejar la propaganda de la eficiencia del servicio de salud pública prestado y ganar tiempo para permanecer en el poder. No aflojemos, sigamos en la lucha”.


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