Es impresionante la ausencia de políticas económicas y sociales serias, bien definidas, que permitan ver con algo de optimismo el presente y el futuro inmediato del país. Este es el peor régimen oficialista de la historia contemporánea de Venezuela. No tengo dudas al respecto. No me hace feliz sumar pesimismo al pesimismo que se desprende de la realidad actual, pero sería hipocresía de mi parte opinar en sentido contrario a lo que estoy diciendo. Vamos  de mal hacia peor. Ni siquiera las manipuladas cifras y estadísticas que promocionan sirven para modificar el ánimo del ciudadano común.

En la anterior entrega nos referimos especialmente al tema educacional a todos los niveles. Voces más calificadas que la mía han profundizado el asunto, especialmente en los últimos días. Desde el deterioro increíble de la planta física de las instituciones hasta la creciente ausencia de personal docente y, lo más grave, de alumnos que abandonan los estudios para irse del país o buscar alguna fuente de ingresos para ayudar a la sobrevivencia familiar, todo indica que el problema se mantiene. Los esfuerzos que algunos gobernadores y alcaldes hacen, no bastan sin una administración nacional comprometida. Hoy, más que ayer, a este régimen  hay que ponerle punto final. Hay que asumir los riesgos, los elevados costos que trabajar en esa dirección pueden generar. Pero no hay de otra. La convivencia, el secretismo dialogante y el pactismo abierto o encubierto, son contribuciones para la estabilidad del régimen. No es lo nuestro.

Nuestra posición está contenida en el reciente documento ofrecido por el Consejo Superior de la Democracia Cristiana cuya lectura recomiendo. Allí, más allá del acertado diagnóstico de la realidad, se señala un camino para el cambio.

Mientras tanto, menos mal que el país siguió con atención el final de las Grandes Ligas con la Serie Mundial ganada por los Astros de Houston, una de cuyas estrellas es el compatriota José Altuve. Mantiene la esperanza de ver ganador a su equipo en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, en mi caso las Águilas del Zulia, y ahora, los amantes del deporte pendientes del Mundial de Fútbol iniciado el domingo en Qatar. Sin tener un  equipo como favorito estimulamos las expectativas a favor de los representantes de Latinoamérica. Es difícil escoger entre Argentina, Brasil, Uruguay y otros participantes con posibilidades. Ya veremos, pero está claramente demostrado que el estrellato de este deporte no es de la exclusividad de los europeos.

Venezuela también tiene que hacer un gran esfuerzo en el campo del deporte competitivo de equipos. Tenemos algunas satisfacciones individuales como el caso de Yulimar, pero no basta. Ojalá y pronto podamos tener un gobierno con políticas acertadas y bien definidas en materia deportiva. Los esfuerzos privados lo necesitan y no me refiero a dinero.

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