Si una pareja está viva en el imaginario de los venezolanos, esa es la que formaron Menca y Raúl Leoni. Ambos dedicados a la lucha política y social, siempre tomados de las manos sentimentalmente y unidos en valores y principios muy bien asimilados y representados en la vida real.

¡Doña Menca! Así la evocamos en cada familia donde es enaltecida como símbolo de una auténtica unión matrimonial. Fue, sin duda, Menca de Leoni la precursora del trabajo social que posteriormente asumieron las venezolanas que tuvieron el privilegio de fungir como primeras damas de la República. Fue ella la que echó las bases de lo que llegó a ser la Fundación del Niño, derivación de lo que originalmente era un festival que se ocupaba de garantizar recreo y vacaciones a los niños de los sectores más pobres del país.

Las veces que me tocó cumplir jornadas en el Hospital J. M. de los Ríos, en Caracas, en mi condición de compañera de luchas de Antonio Ledezma, primero como gobernador y luego como alcalde de la capital, era inevitable rememorar a doña Menca de Leoni. Ella quedó sembrada en cada rincón de ese hospital de niños. Fue la creadora del Servicio de Nefrología, así como del Servicio de Terapia Intensiva. También la recordamos cuando junto a Antonio, se entregaron las becas a los cursantes en el Instituto Venezolano de Audición y Lenguaje, cuya sede fue fruto de su apoyo y tenacidad.

Como novia y esposa siempre estaba al lado de ese gran presidente que fue Raúl Leoni. En las luchas estudiantiles, en el destierro y en el ejercicio del poder, lucían unidos en amor, respeto y determinación de trabajar por la Venezuela que soñaban desde sus mocedades. Sin duda, influyó para que se asumiera el programa de Regulación de las Uniones, cuya finalidad era legalizar las relaciones de parejas con la vista puesta en el reconocimiento indispensable para que sus hijos fueran amparados por las leyes.

Mientras tanto, Raúl Leoni venia de dejar su impronta en el “Plan de Barranquilla”, corredactado con su entrañable amigo Rómulo Betancourt. También como parlamentario de sobradas dotes y luego asumir la presidencia, desde la cual cumplió cabalmente la misión de reducir los brotes insurgentes que habían desatado en el territorio nacional la intromisión castrista (Invasión de Machurucuto).

¡Fue un gran jefe del Estado! Esa amenaza contra la estabilidad democrática del país, no le impidió llevar adelante su proyecto “Pentágono de Acción” de la mano de Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien desempeñó un rol clave en su política petrolera. Fue así como se impulsaron, entre otras, “una mayor influencia del Estado venezolano sobre los asuntos petroleros, el no otorgamiento de más concesiones a empresas transnacionales explotadoras del crudo y el fortalecimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, así como de la Corporación Venezolana del Petróleo”.

Hoy, en 2020, la producción de crudo se ha venido al suelo, números que contrastan con los éxitos que acumuló la administración de Raúl Leoni cuando la producción petrolera escaló a los 3,6 millones de barriles de exportación diaria.

Raúl Leoni se esmeró en consolidar la industria siderúrgica y agroindustrial. Tenía como meta lograr la diversificación de la producción nacional. Igualmente, le dio un gran impulso a la industria manufacturera, mientras se veía con satisfacción el descenso de la tasa de desocupados desde 14,2% a un aceptable 6,4%.

El presidente Leoni fue el que fijó por primera vez una tasa de salario mínimo, al mismo tiempo que finiquitaba el ingreso de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones.

La obra de Raúl Leoni fue inmensa, desde defender nuestra soberanía en el Esequibo hasta ocuparse de su tierra natal que cruzó de carreteras.

Mas allá de su terruño quedaron las obras de infraestructura vial: “Se construyeron 2.569 km de vías, se reconstruyeron 1.424 km, se pavimentaron 3.298 km, se repavimentaron 3.032 km y se mejoraron 1.959 km. La red nacional vial pasó de 28.198 km de longitud en 1963 a 37.511 km en 1968”.

Leoni sentía orgullo de haber dejado su huella construyendo la primera etapa de la represa del Guri y haber hecho los esfuerzos para la ampliación de las centrales térmicas de La Cabrera, Las Morochas, La Fría y Punto Fijo. Los sistemas de transmisión interconectados y unidades diésel en todo el país. Dio nacimiento a la empresa estatal CVG Siderúrgica del Orinoco C. A., con la misión de operar la planta en marcha. Dio la partida a la producción desde la planta de aluminio de Guayana, Alcasa. Se amplió la planta pionera de petroquímica de Morón y arranca con la construcción de la planta petroquímica de El Tablazo.

La educación y la salud fueron también referencias de su gran obra social. “se construyeron 929 edificios con 6.512 aulas para alojar 293.000 alumnos de primaria y educación media, y en los comedores escolares se atendió un promedio de 241.000 niños diarios. La matrícula escolar pasó de 1.603.700 alumnos en 1963 a 2.082.900 en 1968. Durante el periodo se construyeron 153.478 viviendas”.

También en servicios de agua potable marcó una pauta significativa: “En el período se construyeron 1.183 sistemas de abastecimiento de agua para localidades de menos de 5.000 habitantes. Se beneficiaron a 665.000 personas, pero con capacidad para servir a 1,4 millones, se llegó a 2,19 millones de habitantes servidos por el sistema de acueductos rurales. Se construyeron 67 sistemas de aguas de cloaca para beneficio de 62.579 habitantes en poblaciones de menos de 5.000 habitantes. Se construyeron o terminaron obras de acueductos urbanos en casi todas las ciudades del país”.

Como reza el dicho: “Por sus obras los conoceréis”. ¡Así recordamos a esa pareja ejemplar!

 


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