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A nadie del Estado pareciera importarle la pérdida de vidas por la covid-19, pues solo buscan el control político y para ello empujan a los ciudadanos a un proceso electoral en momentos en que la pandemia ha enlutado a una gran cantidad de hogares

Por su irresponsabilidad e indolencia, el Estado continúa permitiendo que cada día mueran más médicos debido a la propagación del coronavirus. No sabe cómo enfrentar la situación y debido a la escasez de recursos por la misma dilapidación de los bienes de la nación, no brinda la protección debida a los profesionales de la salud, que están sucumbiendo ante la pandemia.

Hasta ayer habían perdido la vida 87 médicos, que junto con otros trabajadores del sector suman más de 114 los profesionales de la salud que han fallecido por el nuevo coronavirus.

Estamos perdiendo a nuestros trabajadores de la salud, a nuestros médicos y especialistas en diferentes áreas sin que el Estado reaccione y busque ayuda internacional para la donación de material de bioseguridad y de esa manera puedan protegerse del contagio y continúen atendiendo a los pacientes.

En la casi totalidad de hospitales del país, ni médicos ni enfermeras cuentan con una dotación de guantes, mascarillas y demás implementos para desempeñar su labor con mayor nivel de seguridad. Está demostrado que al Estado venezolano no le interesan las vidas humanas, ya que en ningún momento, cuando dan el parte de las cifras de los casos de la pandemia, hacen referencia a los médicos o enfermeras que se han contagiado o han fallecido a causa de la enfermedad.

Antes de la llegada del nuevo coronavirus a Venezuela, la situación del sector salud era dramática por la falta de insumos, medicinas y equipos médicos y porque buena parte del personal de la salud ha emigrado a otros países buscando mejores condiciones de vida ante el estado de abandono en que ha caído el país.

¿Cuantos médicos y trabajadores de la salud deben morir por la covid-19 para que el Estado se conmueva? El Estado lo que ha hecho hasta el momento es tratar de sacar provecho político de la enfermedad, al pueblo le ha tocado vivir una situación país muy dolorosa. Antes de llegar el coronavirus a nuestro país ya la población caminaba hacia una crucifixión por la crisis sanitaria, escasez de medicamentos, colapso de los servicios básicos, los salarios de hambre, todo lo cual provocó una estampida de 5 millones de compatriotas a otros países, mientras que quienes se han quedado han sufrido persecución, represión y cárcel para todo aquel que levante su voz de protesta o difunda información que no le conviene a nuestras autoridades.

El estado de alarma y excepción decretado por el Ejecutivo, con la excusa de romper la cadena de contagio, solo ha servido para ejercer un control social violando garantías constitucionales y derechos humanos.

Además, con la complacencia del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral, el Estado impulsa a la población hacia un proceso electoral nacional que multiplicará los riesgos de contagio, lo que demuestra definitivamente que la vida para ellos no significa nada y que tan solo están preocupados por el control político.

Al CNE no le importa el derecho a la salud de los venezolanos, como tampoco a la Fuerza Armada, que tiene la responsabilidad del Plan República, ya que no se detienen en la carrera por celebrar unas elecciones parlamentarias que muy bien se deben posponer para cuando la cadena de contagios disminuya en niveles significativos.

Esta conducta demuestra que el sufrimiento, dolor y el luto que embarga a muchos hogares por la pérdida de vida de sus familiares más cercanos por la covid-19 no conmueve al Estado venezolano. Nada de eso le importa; el derecho a la salud y la vida están subordinados a la lucha por el poder político.


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