I

Todo el que me conoce sabe que soy la oveja negra de la familia. De mis tres hermanos, dos son médicos y el mayor es ingeniero y está casado con una médico. Mi padre era un excelente pediatra y homeópata y fuente de inspiración para ellos, incluyendo a dos de mis sobrinos.

Estar rodeada de médicos venezolanos es una bendición, porque su sabiduría, su empatía y su solidaridad son contagiosas. Mi papá le decía a mi mamá: “Receta tú”, porque después de más de 40 años viviendo con un pediatra fue mucho lo que aprendió. Claro, el doctor Matute no aceptaba que nadie le quitara el título, porque es una carrera que requiere mucho estudio, esfuerzo y dedicación, que no cualquiera llega a hacerlo.

Pero siempre ha habido médicos que no merecen ser llamados como tales. Como los “peseteros”, como les llamaba el doctor Matute, esos interesados en cobrar más que en curar. O los que eran incapaces de tocar a un paciente y recetaban como quien recita una letanía.

Pero esos son minoría, por lo menos en este país. Porque hasta los psiquiatras ven más allá de lo simple, se involucran, se interesan y tratan a sus pacientes como un todo. Por lo menos los que conozco.

¿De qué sirve la evidencia sin el examen físico? Los médicos de mi familia dicen que de nada. Un paciente no es solo un conjunto de números producto de unos exámenes. Un paciente es una persona que siente y padece y debe ser escuchada. De otra forma no hay cura para sus males.

II

Venezuela es una enferma crónica que no pasa ni el examen físico ni los de laboratorio. Eso cualquier médico del país (o economista, sociólogo, nutricionista, educador o politólogo) lo puede decir. Sobre todo porque van más allá de las evidencias.

Debo confesar que yo sí entendí lo que quiso decir el ahora aspirante a una curul en su rueda de prensa desde el antes teatro Teresa Carreño, convertido desde hace años en un escenario rojito. Trataré de explicárselo a los que me honran con leerme.

Lo que yo entiendo como medicina sobre la base de la evidencia es el diagnóstico a partir de exámenes de laboratorio o exploratorios como rayos equis, tomografías, etc. Claro que con eso se puede saber lo que tiene un enfermo. Digamos que los resultados se expresan en estadísticas, en el caso de Venezuela. Pero debemos recordar que son números que maneja el régimen, es decir, lo que sale a la luz pública es tan veraz como las cifras de los contagiados por el covid-19, por solo dar un ejemplo.

Entonces, si un médico, de esos que no les gusta ver a los pacientes, recibe en su consultorio, aunque sea psiquiatra, un montón de papeles con las estadísticas maquilladas desde las salas situacionales rojitas ¿qué diagnóstico puede hacer?

III

Claro, para este “médico” Venezuela está mejor que nunca, ha invertido 20 años en crecer, ha derrotado el analfabetismo y la deserción escolar, todos sus ciudadanos son profesionales graduados de las mejores universidades, su sistema de salud es el mejor del mundo y ha vencido el covid-19, no hay desnutrición porque reparte bolsas CLAP, no hay delincuencia ni desempleo, sus industrias básicas son los cimientos del desarrollo y poco importa que le tranquen el chorro de dólares con unas sanciones malignas porque el régimen que gobierna a la fuerza es poco más que mágico y hace milagros para mantener los estándares a los que nos ha acostumbrado durante dos décadas.

¿Este médico se ha atrevido a preguntarle al venezolano cómo se siente? ¿Se ha bajado de su carro de lujo para caminar por las barriadas de Caracas en donde abundan los desnutridos? ¿Ha entrado a un hospital del interior del país, por ejemplo de Maracaibo, a ver en qué condiciones está? ¿Ha hablado con una maestra para saber cómo van las clases “virtuales”? ¿Ha tratado de hacer mercado con el sueldo mínimo?

Dios no le da cacho a burro, decía mi papá. Si yo hubiera estado en esa rueda de prensa, hubiera hecho todas estas preguntas a este psiquiatra. Y no es casualidad que él sea uno de los más encumbrados del régimen. Las respuestas se las sabe, que es lo peor, pero como de médico tiene lo mismo que de ser humano, no le importa.

@anammatute


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