Estoy en este viaje sin conocer la ruta. Es lo que nos pasa a todos los que en un momento de la vida nos encontramos con un diagnóstico de cáncer. Yo por lo menos desde el inicio de la odisea supe el destino, mi total curación. Pero la incertidumbre es el camino, porque nunca está claro, aunque es obvio que habrá obstáculos, desvíos o retrasos.

Es una épica griega para cada uno que lucha contra esta enfermedad. Yo no la quiero en mis pulmones ni en ninguna parte de mi cuerpo. Yo estoy convencida de que tengo todavía mucho por hacer y por ver y por eso trabajo por todos los medios para superar este escollo que me ha puesto la vida. Pero hay grandes monstruos que se levantan cada cierto tiempo en el camino, sobre todo si estás en un país como Venezuela.

Desde 2019, cuando me diagnosticaron, entendí que se trata de la manera como Dios concibió para enseñarme paciencia, lo que menos tengo en la vida; pero también para demostrarme que no es malo pedir ayuda, no es un signo de debilidad reconocer que no se puede solo. He necesitado mucha, muchísima ayuda. Y la he conseguido. Gracias.

Asimilar el trabajo que debe hacer mi cuerpo con el que debe hacer mi mente ha sido un proceso bastante difícil, pero los resultados son tan visibles que me estimulan a seguir. Eso, en lo que respecta a mi esfuerzo, a mi trabajo personal.

Pero lamentablemente hay cosas que no dependen de mí.

II

Desde que comencé con la quimioterapia he tenido que agregar la angustia de conseguir los medicamentos en un país en el que la salud no está garantizada ni para recuperarse de una simple gripe.

Cotizo en el Seguro Social desde que comencé a trabajar a los 21 años de edad. Se supone que por derecho me toca la asistencia de los fármacos de alto costo, que al fin y al cabo salen del dinero que me gané durante más de 30 años.

En la última sesión de quimioterapia de 2021 el médico se dio cuenta de que uno de los fármacos estaba vencido, y no pudo ponérmelo. Cuando me tocó regresar a la Farmacia de Alto Costo para retirar los de la próxima, me dijeron: “Eso es lo que nos está llegando, no tenemos más”. Es decir, desde mayo del año pasado me están administrando una quimioterapia vencida. Y yo me pregunto, ¿si estuviera al día no habría hecho ya el efecto de destruir el tumor?

Creo que no voy a llegar a saberlo nunca. No puedo comprar el medicamento afuera. La farmacia se llama de alto costo porque no hay bolsillo en Venezuela que pueda con ese gasto. No tengo ya fondos para cancelar el tratamiento que me ponen cada tres semanas. Esas son las cosas que no dependen de mí, y por eso debo pedir una vez más ayuda.

Son ya más de dos años con este tratamiento, que si bien ha detenido el crecimiento del tumor en mi pulmón derecho, no lo ha eliminado. Estoy dispuesta a insistir, a poner todo de mi parte. Pero este país no me da muchas opciones. Seguiré madrugando cada tres semanas para ir a retirar mis medicamentos, aunque sean vencidos. Sin embargo, necesito fondos para la administración de la quimio, y por eso debo rogarles que por favor me ayuden nuevamente a difundir mi campaña de GoFundMe.

Mi odisea continúa, yo estoy dispuesta a sanar. Agradezco de corazón su ayuda.


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