Las estadísticas descriptivas son métricas breves que simbolizan o resumen todo un conjunto de datos dado. Se clasifican en medidas de tendencia central y medidas de dispersión. Las medidas de tendencia central incluyen la media (promedio), la mediana y la moda, mientras que las medidas de dispersión  -o variabilidad- incluyen la desviación estándar, los extremos (mínimo y máximo) y el rango (diferencia entre el máximo y el mínimo).

Una referencia clásica que nos suministra abundante información sobre el comportamiento de diferentes clases de activos, en términos de la evolución y caracterización de sus retornos en el tiempo, esto es las estadísticas descriptivas de esos retornos –así como de los mercados en que tales activos se cotizan- es «Stocks, Bonds, Bills and Inflation» (SBBI) publicado, anualmente y desde tiempo inmemorial, por Roger G. Ibbotson y James P. Harrington.

Al momento de escribir este artículo, tengo en la pantalla de mi PC la versión del año 2020 que trae las cifras -y el correspondiente análisis- hasta el 31 de diciembre de 2019. La edición es un lujo que consta de 216 páginas con abundante información y si es el caso y algún lector le interesa, la puede bajar gratis desde la internet con el buscador de su preferencia.

El libro está organizado en 12 capítulos que van desde el resultado de los mercados de valores en USA en 2019 y en la década pasada, hasta la situación de la inversión en acciones de empresas en mercados internacionales, pasando por el análisis estadístico de las distintas series de tiempo, particularmente el retorno en los mercados norteamericanos desde 1815 hasta 2019 (204 años) así como la explicación detallada de inversión en valor y de la inversión en crecimiento hasta el uso de datos históricos para el pronóstico de desempeño y conformación de portafolios de inversión con la “vieja” teoría del portafolio, aquella que se apalanca en la baja o negativa correlación entre retornos de activos residentes en el portafolio.

Ahora bien, ni la edición de 2020 -y tampoco ninguna de las anteriores- contiene siquiera un átomo de referencia sobre el comportamiento de las criptomonedas: para los autores del clásico SBBI las criptomonedas, simplemente, no existen.

Entonces, ¿cómo obtener idea de las características de los retornos de las criptomonedas en general?

Pues precisamente a través de las estadísticas descriptivas, bien calculadas por ustedes mismos amigos lectores o bien suministradas por autores de artículos como este, hoy en día con datos procedentes de internet, y con una hoja de cálculo como Excel, es un trabajo tan sencillo como expedito.

Por ejemplo, con los datos gratuitos suministrados por Yahoo Finance y la función «Estadísticas Descriptivas» del paquete de Análisis de Datos de Excel, uno puede caracterizar el mercado de las criptomonedas, visto este en el Índice CMS200 (CMC Crypto 200 de Solacti) con los precios de 200 criptomonedas y compararlo, por ejemplo, con el mercado de las acciones, visto tal mercado a través del Índice S&P500 (Standard & Poor’s 500), con el precio de 500 acciones.

Eso fue lo que hice, sin pena ni gloria, con cifras de precio diarias entre el 9 de enero de 2020 y el 17 de mayo de 2021. Lo anterior significó un total 311 observaciones para el CMC200 y 340 observaciones para el S&P500. Al dividir las estadísticas descriptivas del CMC200 entre las del S&P500 obtuve, entre otras cosas, la siguiente visión relativa del retorno y el riesgo en ambos mercados.

El retorno diario promedio de las «criptos» fue 9 veces mayor que el de las acciones. En cuanto a las métricas de dispersión, es decir, aquellas que nos dan idea de cómo ha sido la variabilidad de los retornos diarios y, en consecuencia, nos proporcionan una idea cuantitativa del riesgo asociado a tales retornos, obtuve que la desviación estándar de las criptos, fue 3 veces mayor que la de las acciones. También, el mínimo retorno diario de las criptos fue 7 veces mayor que el de las acciones y el máximo de las criptos fue 9 veces mayor que el de las acciones. Finalmente, el rango de las criptos fue 2 veces mayor que el rango de las acciones.

Las anteriores cifras conducen a una conclusión harto esperada: dado que al menos por un trio de razones –no tienen valor intrínseco, la conducta irracional de sus inversores y no están soportadas por ningún Banco Central del mundo- las criptomonedas representan un mayor riesgo, entonces y en consecuencia, exhiben mayores retornos que el mercado accionario, mercado que ya de por si es riesgoso.

En finanzas hay una máxima de oro que se enuncia así: «A mayor riesgo, mayor retorno esperado por quien invierte o presta sus fondos». Al respecto hay episodios en la historia venezolana de la relación riesgo-retorno en la que tal máxima de oro fue ignorada por administradores de efectivo que no tenían NPI del matrimonio perfecto entre el riesgo y el retorno, episodios que resultaron en consecuencias fatales para los involucrados.

Una fue aquella oportunidad en que la Caja de Ahorros de la entonces Comisión Nacional de Valores fue timada (engañada): le vendieron instrumentos de alto retorno dizque “sin riesgo”, afirmación que viola la máxima enunciada pues tal cosa no existe en finanzas. La segunda fue aquella de las operaciones con mutuos en la que Cajas de Ahorros de importantes instituciones del estado venezolano, en su mutación tipo Covid-19, al pasar de organizaciones cooperativas a organizaciones codiciosas, resultaron trasquiladas. Hay todavía más episodios pero se me acabó el espacio.

No lo olvide nunca amigo lector: si le vienen con el cuento de altos retornos, entonces y sin duda, hay alto riesgo involucrado.

 


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