I

Aunque nos hayan querido convencer de lo contrario, no es lo mismo “solución habitacional” que “casa”, ni “vital líquido” que “agua”, ni “privado de libertad” que “preso” ni “las ventanas del alma” que “ojos”. Es sencillamente una mala costumbre que, lo acepto, se deriva del imperioso mandato periodístico de no repetir la misma palabra infinitas veces en un párrafo.

En este caso ha sido peor el remedio que la enfermedad, es verdad. Sobre todo porque más que una regla, es una sugerencia sobre la base de que el español es un idioma muy rico. Pero esa sugerencia se vuelve un arma de doble filo, como ya lo dije antes, sobre todo si no se cruza con la necesaria economía del lenguaje.

Los periodistas estamos acostumbrados a escribir de acuerdo con unas medidas. Incluso ahora en las redes sociales y en Internet mucho se insiste en escribir corto. Yo interpreto eso de otra manera, escribir conciso y preciso, esa es la labor de un buen reportero, que se aplica en todas partes, medios electrónicos o impresos (todavía los hay y muy famosos).

II

Eufemismo: manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Eso dice el diccionario de la Real Academia Española.

Pero a veces la dureza del lenguaje es necesaria. La carga fuerte de una palabra resuena en lo que se escribe o se dice y por lo tanto el mensaje es más claro y probablemente mejor entendido. A eso debemos jugar quienes escribimos.

Me he negado hace mucho a decir que un preso político es un privado de libertad o incluso un secuestrado. Nada más aberrante que el concepto de un preso político, una persona que no cometió delito pero que por pensar diferente fue encerrado.

Los eufemismos no necesariamente son solo palabras. Opino que hay algunas ideas que, por duras, la gente las disfraza. Nuestra Venezuela chavista madurista está llena de estas “ideas”.

Como el ejemplo eso de “los hospitales están a punto de colapsar”. Créanme, estuve 26 días hospitalizada en el Domingo Luciani y vi las fauces del colapso tragarse a todo el mundo.

III

Elección: 4.- Emisión de votos para designar cargos políticos o de otra naturaleza. El número antes de la definición quiere decir que es la cuarta acepción de la palabra, pero es la que necesito ahora.

Sí, este es otro de los eufemismos que ahora están de moda en Venezuela. Pero no es culpa de un solo lado. Tirios y troyanos están abusando de la palabrita o de la idea. Al final los que estamos en el medio, los ciudadanos comunes, nos vamos a quedar con la boca abierta cuando no pase absolutamente nada.

Por un lado, convocan a elecciones parlamentarias para el 6 de diciembre. Los que quieran ir a votar, que vayan, pero sepan que no van a elegir a nadie. Esas curules ya están repartidas. No voy a disfrazar la idea con otra frasecita más bonita. Árbol que nace torcido nunca su rama endereza, llevamos años calándonos el fraude electoral rojito.

Ahora, para octubre, organizan una “consulta popular”. ¡Válgame Dios! Y sé que más de uno me caerá encima. No es que ese voto (lo llamarán así o le inventarán otro nombrecito) tampoco tenga valor, sino que no sabemos qué vamos a elegir. ¿Me van a preguntar si quiero el “cese de la usurpación”? ¿Me van a preguntar si quiero “recuperar la democracia”?

Se los digo de una vez: ¡Quiero que se vayan todos los rojitos del poder! ¡Quiero que se acabe la dictadura! Así de claro. La gente no es tonta y el hambre le abre los ojos. Ya está bueno de eufemismos.

@anammatute


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