La masacre que acaba de ocurrir en una escuela de Texas, en el país con mayor nivel de prosperidad económica del continente, en donde un joven de nombre Salvador Ramos de tan solo 18 años masacró a 19 niños, una maestra y otra persona en una escuela de esa localidad de Estados Unidos es algo que merece el repudio mundial, pero también obliga a que los líderes del continente y organizaciones de investigación de las ciencias sociales – entendiendo que era una institución educativa con mayoría hispana- tengan que analizar las causas de semejante acción de odio en contra de quienes como él apenas comienzan a vivir.

En efecto, el sentido de la vida como principal espacio de los sentimientos que orienten esos deseos de vivir, es obvio que no está siendo vinculado en el pensar de algunos jóvenes, tanto en la nación norteamericana, como en el resto de los países de América Latina.

Sobre Estados Unidos ya son numerosos los casos de individuos que portando armas llegan disparando a los colegios sin importar las víctimas y sobre todo sin valorar que los asesinados terminan siendo pequeños seres, que en muchos casos ni siquiera distinguen el bien del mal. Del mismo modo, si bien en América Latina no ocurren asesinatos masivos en escuelas y centros educativos, motivado por las reglamentaciones para la adquisición y porte de armas de fuego que existen en nuestros países, tampoco puede obviarse el número de suicidios que han venido ocurriendo sobre adolescentes y jóvenes.

Lo que coincide en ambas formas de morir -asesinatos o suicidios- es que las llamadas «redes sociales» parecieran convertirse en espacios que anuncian lo que estaría por ocurrir, y en el cual, sobre la acción criminal de Salvador Ramos, este habría anticipado en la plataforma Facebook lo que estaba maquinando en términos de sus espacios (in)humanos {1}, o saber que un adolescente transmitió por esa misma red su suicidio en Chiapas {2}.

Y surge una larga interrogante: ¿Cómo es que ocurren estas conductas, que de alguna manera vienen siendo anunciadas o premeditadas por sus ejecutantes y pasan inadvertidas en los hogares, las instituciones educativas y los controles de la sociedad, incluyendo las grandes corporaciones digitales, que así como sancionan cuentas por cualquier acción que consideran arbitrarias o violadoras de normas, no pueden evitarse o disminuirse estos hechos? Y en razón de tal pregunta: ¿Quiénes llevan cifras de estas acciones de tragedia?

Las llamadas redes, y también las conexiones de videojuegos, donde por cierto la gigante Microsoft se adueña por casi 70.000 millones de dólares de la más grande empresa de virtualidad «recreativa» {3}, y con ello el dominio sobre la conducta de «jugar» de unos 3.000 millones de seres humanos en edad infantil y juvenil, donde muchos de esos espacios de diversión son componentes informáticos de guerra «ficticia», y para generar ocupación al ocio, incluyendo la definición de lo que llaman «farmeo» para originar lo que llaman eufemisticamente «trabajar jugando», mientras se explota comercialmente la mente de esta población a escala mundial, y sobre todo en América Latina donde la pobreza abre a los jóvenes más necesitados, «esperanzas» de ganar dinero desde los juegos de la muerte.

Estamos ante un fenómeno de desviación pensativa. Que los jóvenes de Estados Unidos amparados en un libertinaje para la adquisición de armas de guerra, sin ningún tipo de control ni ley que regule tales «necesidades» en el desarrollo de lo que significa el ultracapitalism, y en la propia nación norteamericana como en América Latina, sin ignorar el resto de los continentes, nos obliga a estudiar, investigar y proponer nuevas estructuras educativas y contenidos del conocimiento que eviten y disminuyan en la suprageocomunicacionalidad que estas redes continúen siendo corresponsables en el incremento de las muertes de los niños y jóvenes.

Por su parte, los Estados y las propias corporaciones virtuales deben ser los principales generadores en facilitar que estas investigaciones y propuestas cuenten con todas las herramientas y facilidades para deconstruir lo que es otra forma de guerra no virtual que se está adueñando del pensar y los pensamientos de esta generación tecnológica del siglo XXI.

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{1} https://www.lavanguardia.com/internacional/20220525/8293632/tiroteo-matanza-texas-estados-unidos-uvalde-escuela-ultima-hora-noticias-directo.html

{2} https://aristeguinoticias.com/1002/mexico/joven-de-15-anos-transmite-suicidio-por-facebook/

{3} https://www.forbesargentina.com/innovacion/microsoft-paga-us-69-mil-millones-quedarse-varios-videojuegos-mas-populares-n11916


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