Mis lectores conocen cuál es mi posición respecto a los gobiernos de Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros. También saben mi opinión en relación con el sector democrático y mayoritario que hoy encabeza Juan Guaidó, el cual cuenta con el respaldo de Estados Unidos, Canadá, Europa y la mayoría de los países de Centro y Suramérica. Consciente entonces como estoy de que la unión de todos los grupos opositores es fundamental para salir de la fuerza del mal que encarna la dictadura venezolana, he sido particularmente cuidadoso a la hora de referirme a las parcelas opositoras que se ubican en las antípodas de ese sector mayoritario que respalda a Guaidó, las cuales toman a veces posiciones que no están en línea con las decisiones y políticas adoptadas por la mayoría.

Creo que a estas alturas de la contienda que se está escenificando llegó la hora del deslinde definitivo: colocarse al lado de Guaidó y la comunidad internacional que nos apoya o recostarse a la dictadura en la triste condición de opositores light (por haber perdido gran parte de sus caracteres esenciales) que se han impuesto como tarea principal enseñar al león a comer lechuga.

Pienso, además, que llegó también la hora de distanciarse de los partidarios de la oposición que no dudan un segundo para emplear indebidamente las armas del descrédito contra los mencionados opositores light que firman acuerdos con la dictadura, valiéndose para ello de falsedades. Tal es el caso del o los guerreros de las redes que pusieron a circular unas fotografías por Internet en las que Timoteo Zambrano y Felipe Mujica, dos de los subscriptores del acuerdo de la Casa Amarilla, aparecen en un lujoso restaurante caraqueño bebiendo y comiendo exquisiteces en compañía de Maripili Hernández y otras personas, después de la firma antes indicada. Lo cierto es que las imágenes en cuestión fueron tomadas meses antes, con ocasión de la celebración del Día del Periodista. Inocentemente muchos opositores difundieron las susodichas fotos, creyendo que eran derivación del mencionado acuerdo.

Estamos pues ante un hecho de falsa información que es tan condenable como el írrito acuerdo que suscribieron los supuestos opositores que en realidad no son tales.

Sí, es muy cierto que una imagen dice más que mil palabras, pero no en este bochornoso caso.

 

 


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