Ciertos políticos de la oposición fingen demencia ante el pasado. Juegan a ignorar o desconocer la historia, para justificar la sentadera con la dictadura y la negociación de nada, a cambio de la lápida de las elecciones fraudulentas.

A los traidores de la mesita y a los alacranes de la unidad van dedicadas las siguientes líneas.

Comenzaría por sugerirles la película De Gaulle, a modo de refrescamiento de la memoria.

El filme se estrenó gratuitamente en el Festival de Cine Francés, con el auspicio de Trasnocho Cultural y de la Embajada correspondiente, siempre sensible y atenta a los problemas de Venezuela.

La película narra el período de surgimiento del general del país galo, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando se concreta la ocupación de Francia, marcando el inicio del oscuro régimen de Vichy, quien sería el títere al servicio de los intereses del nazismo.

La cinta describe la naturaleza burocrática y gris del líder de la colaboración, frente a la autenticidad y la valentía del resistente, buscando el apoyo de las potencias aliadas del extranjero.

Así transcurre una parte importante del metraje, entre los primeros desencuentros de los protagonistas enfrentados y las sucesivas estrategias bélicas de los hombres condenados al destierro, como nuestros exiliados.

El Charles de la pieza es un padre ejemplar, cuya familia debe pasar a la clandestinidad, corriendo peligro de muerte, bajo el acecho de las líneas enemigas.

La esposa del estadista recibe un tratamiento digno como la madre de una niña con síndrome de down.

Por los letreros de los créditos, el público descubre el impacto de la campaña de la mujer, a favor de los derechos humanos de las personas con discapacidad.

El director confiere un retrato decoroso a la imagen de la hija especial. La vemos sonreír y actuar espontáneamente, refrescando la pantalla.

Son momentos necesarios para comprender mejor el viaje del héroe, sus virtudes y condiciones. Los malos guiones nos privan de información y dimensión psicológica. Los buenos libretos ofrecen detalles de color, aparentemente prescindibles.

El De Gaulle de la obra puede llegar a pecar de unidimensional, en algunos casos y pasajes del trabajo audiovisual.

Ciertamente, no se trata de una obra maestra del séptimo arte. Los secundarios tienden al estereotipo y el maniqueísmo lastra hasta la puesta en escena, algo predecible y chata, como de seriado de televisión.

Sin embargo, el mensaje redime a la producción, por su vigencia en el mundo, donde el fascismo amenaza con instalar sus garras sobre una democracia exhausta y permisiva. Es el planeta perdido del populismo.

Al final, De Gaulle resuelve enfrentar al monstruo de Hitler, desde el ejercicio de una diáspora disidente en Inglaterra.

Consigue el respaldo incondicional de Churchill, caracterizado de manera un poco caricaturesca en la película.

A pesar de todo, la ficción cumple su tarea didacta de enseñar lecciones edificantes a una audiencia carente, aturdida y desorientada.

A través de las emisiones de radio de la BBC, el general emite comunicados de aliento e insurrección a los receptores de Europa, combatiendo la desesperanza y el sentimiento de derrota.

Francia conquista la libertad y la independencia, gracias al aporte secreto y público de estadistas como Charles De Gaulle.

En Venezuela necesitamos más como él y menos como Vichy.

 


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