Leyendo un artículo de mi amigo Alejandro Irausquin y una vieja pero agradable entrevista que le hiciera la premiada escritora Laura Antillano, me preguntaba yo cómo era posible que una mujer nacida en Ciudad Bolívar, crecida en el entorno de una familia de principios de 1900; época plagada de prejuicios, donde el solo hecho de querer estudiar ya era romper con lo acostumbrado para una mujer, cuya prioridad debía ser ocuparse de una casa y de unos hijos; pudiera haberse hecho piloto.

Una bella guayanesa que en su juventud en Caracas había disfrutado de los bailes en el Club Paraíso, habiendo sido dama de honor de la famosa reina Beatriz I de los carnavales del año 28; lo que ponía de manifiesto sus encantos y belleza, hubiera llegado a fascinarse y aventurado en el mundo de la aviación, llegando a destacarse como aviadora a nivel mundial.

María Asunción Calcaño Ruiz, nacida en Ciudad Bolívar un 15 de agosto de 1906, y mejor conocida como Mary Calcaño, desde muy joven soñaba con pilotear y surcar los cielos.

Con apenas 14 años, estando con amigos en un paseo a Los Castillitos por el Camino de los Españoles a La Guaira, se quedó extasiada contemplando el paisaje de Caracas y proclamó: “Algún día volaré sobre Caracas en un avión piloteado por mí…”, me imagino yo que quería emular a Frank Boland, quien ya lo había hecho ocho años antes en 1912.

Su mente estaba claramente enfocada en aprender algún día a volar y surcar los cielos, empezando por hacerlo sobre la Caracas de los techos rojos.

El leer sobre las hazañas de Charles Lindbergh, el primer piloto en cruzar de Este a Oeste el océano Atlántico en 1927, de quien era contemporánea pues él solo le llevaba 4 años; siguió acrecentando su pasión y sus sueños.

Todo este sueño y pasión la llevó a conseguir un trabajo como traductora, vendedora y directora de publicidad de John Stubbins Co., representantes de los aviones Piper en Caracas. Lo cual la hizo una conocedora de cada modelo de Piper y su comparación con otros aviones de la época.

Posteriormente, dada su dedicación y afición, es enviada por esta empresa a Nueva York en el año 1939, a unos cursos de perfeccionamiento que permitirían que ella misma adquiriera los conocimientos para volarlos y pudiera demostrar los aviones que vendía, como ella misma cuenta en la entrevista:

Era como una aventura, yo estaba en Nueva York, me enviaron de la compañía en donde trabajaba a hacer cursos de perfeccionamiento, estaban los cursos para pilotos y yo podía repartir mi tiempo, en la mañana trabajaba, en la tarde volaba y en la noche estudiaba.

Es así como posteriormente el 13 de noviembre de 1940 la autoridad civil aeronáutica de Estados Unidos en Washington, D. C. le emite el certificado de aviador No 73550.

De inmediato adquiere un avión Piper J-4A Cub Coupe, de 65hp, serial 4-676, originalmente registrado NC24668, cuarto avión privado que llegaría a Venezuela. La razón para escoger el Cub, fue que era lo suficientemente económico, pero resultaba ampliamente atractivo, además de tener el performance requerido para recorrer un país cuyas montañas alcanzan los 12.000 pies (3.700 metros) de altura. El avión escogido era de color amarillo, pues era el único color que soportaría la inclemencia del sol tropical.

Y como ella misma cuenta en la entrevista de Laura Antillano:

Mi mamá estaba en el aeropuerto, yo me había comprado un avión y lo traía, pero no piloteándolo, porque yo no tenía suficientes horas de vuelo y no lo permitían, de manera que venía empacado. Cuando mamá vio aquello me preguntó: “Mija, ¿qué traes allí? ¿una casa?” y yo le dije: “No mamá, un avión…”. Casi le da un yeyo.

-Me dice reía divertida y deja ver la picardía de sus ojos siempre en un encuadre en el que sus manos son importantísimas para afianzar lo dicho.

El día 6 de diciembre de ese mismo año 1940 le es emitido el Certificado de Aptitud de Piloto Privado Venezolano firmado por el coronel Isaías Medina Angarita, para el momento Ministro de Guerra y Marina, posteriormente presidente de Venezuela.

Después de ella, se graduarían las Venezolanas Carolina Herrera de Molinari a finales de 1941 en los Estados Unidos de América; y en Venezuela, Ana Luisa Branger de Mc Gill en Maracay, en julio de 1942 (la primera que obtuvo sus alas de piloto directamente en el país) y Luisa Elena Contreras, en Maracay en 1943.

En enero de 1940 visita con su aeronave la ciudad de Maracaibo. En Febrero vuela hasta su tierra natal, Ciudad Bolívar, donde es recibida por una comitiva oficial encabezada por el Dr. Ovidio Pérez Agreda, presidente del Estado; y los señores N. Valery Agostini, Br. Ernesto Sifontes, Don Juan Manuel Sucre y otros, además de 25 bachilleres en representación de la juventud y una cantidad enorme de público bolivarense, como lo reseña el diario El Luchador en su edición del 22 de febrero de 1940.

En abril de 1940, el diario El Universal reporta sobre la gran atracción de la gente de Caracas, Valencia, y de otras partes del país, por presenciar los vuelos realizados por la aviadora Mary Calcaño. Su empuje y liderazgo la hace ser principal fundadora de Ala Venezolana, la primera asociación de Pilotos Civiles Venezolanos, en Caracas, 1941.

En noviembre de 1941, ya habiendo estallado la Segunda Guerra Mundial, y encontrándose Mary de vacaciones en los Estados Unidos, relató que William T. Piper “me preguntó si yo quería hacer un vuelo, trasladando aviones a Dayton, y le dije que Si”.

Convirtiéndose así en la primera mujer piloto civil que aterrizó en la base militar de Dayton, Ohio (Hogar de los hermanos Wright), encabezando un pequeño grupo de aviadoras llamadas las “Puddle Jumpers”, encargadas de volar y despachar aeronaves para cubrir las órdenes del gobierno de Estados Unidos.

En esencia eran aviones Piper L4, la versión civil del Piper J-3 Cub, aeronaves que pasarían a unirse al “Grasshopper Squadron” (Escuadrón Saltamontes), para misiones de correo, observación y enlace.

Después de la guerra, en 1946, continuó con su pasión y fue fundadora del Aeroclub Caracas, y de la primera escuela de aviación civil privada, llamada Servicios Aéreos C.A., SACA, ambos en La Carlota, donde ofrecía sus servicios aéreos, junto con pilotos como Guillermo Pacanins, Alberto Yanez, Harry Gibson y Guillermo Ochoa Tucker.

Durante su carrera en aviación, llegó a recorrer gran parte de Venezuela vendiendo aviones Piper y en una entrevista por Carmen Clemente Travieso, para el diario El Nacional publicada el 12 de enero de 1949, nos cuenta una anécdota muy graciosa:

“Pero lo más divertido fue lo que me pasó en un pueblecito de Venezuela. Íbamos en avión a una ternera, y yo me perdí en la ruta. Aterricé en un lugar donde había un ranchito. La campesina corrió desesperada casa del esposo y le gritó:  “Hermenegildo, llegó un pájaro con una bruja…” Cuando le pedimos la dirección, nos dijo “Po’ay pa’bajo…” Y llegamos directamente –concluyo Mary riendo la ocurrencia”.

Recorrió volando 37 de los 48 estados de los Estados Unidos de América. Fue invitada a dar charlas y conferencias en Washington por la cadena de radio difusión NBC. Recibió invitación especial a la inauguración del aeropuerto municipal en North Beach, Long Island por el propio Alcalde Fiorello H. La Guardia, de New York, aeropuerto que posteriormente se llamaría simplemente La Guardia. Aceptada como miembro de la “Women’s International Association of Aeronautics (WIAA), de Los Ángeles, California. Además de una larga lista de actos y vuelos para enumerar.

Una copia de sus alas de pecho y su nombre, elaboradas en cobre de tamaño 10”, están reproducidas en el famoso muro de los aviadores o “Famous Flier´s Wall”, que se encuentra en el patio del Atrio, junto a la capilla de San Francisco de Asís, Santo Patrón de los aviadores, en Riverside, California.

Hasta la fecha, solo 154 aviadores o grupos aéreos a nivel mundial tienen el honor de estar presentes.

Entre ellos:

General H.H. «Hap» Arnold, Mayor general Robert Olds, James H. Doolittle, General Hoyt S. Vandenberg, General de brigada Chuck Yeager, el astronauta y senador del Mercury, John Glenn, John K. Northrup, General Curtis LeMay, Capitán Eddie Rickenbacker, Charles Lindbergh, Buzz Aldrin, Aviadores de Tuskegee .

Y de mujeres, además de Mary Calcaño:

Jacqueline Cochran, Matilde Moisant, Gladys O’Donnell, Ruth Law, Marie Marvingt, Amelia Earhart, Lady Grace M. Hay, Peggy Salaman, Blanche Noyes, Louise Thaden, Laura H. Ingalls y muy recientemente la unidad de la Reserva Aérea de la base March en Riverside, California cuyo comandante es la Brig. Gen. Melissa A. Coburn.

Mary Calcaño, vivió 86 años de una vida llena de viajes, aventuras, anécdotas y horas de vuelo, complementadas por un matrimonio con el estadounidense Fran Keller, pudiendo ver colmados su sueños con la dicha de ver hacerse piloto y volar con su propio hijo John P. Keeler, llegando a tener una nieta apasionada por todas sus historias María Angelina Keller, gracias a la cual tenemos acceso a muchos de sus recuerdos en: http://www.marikeeler.com/MaryCalcanoRuiz/book.html

Al final de leer y escribir sobre ella, obtuve la respuesta a mi pregunta, solo aquellos que hemos disfrutado el placer de pilotear y volar, podemos entender la atracción que Mary pudo sentir por querer surcar los cielos y la necesidad de hacerlo una y otra vez, durante toda una vida. Una frase de Leonardo Da Vinci, que dice en italiano algo como “Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al Cielo, porque ya has estado allí y es allí donde siempre desearás volver”, …lo resume todo.

 


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