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EFE/ Miguel Gutiérrez

El triunfo clamoroso de María Corina Machado en las elecciones primarias es un impulso de mucha fuerza para las ansias de cambios fundamentales en Venezuela.

Las primarias en sí mismas, a pesar de cualquier pesar, también impulsan ese cambio. Quienes teníamos dudas de su viabilidad, hemos sido rectificados por una doble entereza: la de millones de participantes y la de los organizadores, empezando por Jesús María Casal y sus compañeros de Comisión.

María Corina Machado es la representante de un país desesperado por la catástrofe humanitaria, que tiene una necesidad de superar el poder despótico y depredador de la hegemonía, y abrir caminos hacia un futuro digno, en lo social, económico y político.

Un reto tan difícil como obligante. Al respecto recomiendo el reciente texto de Juan Salvador Pérez, director de la revista SIC: «Los cuatro desafíos para María Corina Machado».

El triunfo de María Corina es, desde luego, fruto de su perseverancia. Tanto en sus posiciones de denuncia valiente y constante al poder establecido y sus cómplices, como de su trabajo sin descanso para hacer llegar su mensaje de manera directa al pueblo venezolano. Ya María Corina no es el vocero de una parcialidad sino de la gran mayoría de la nación. Una responsabilidad de marca mayor.

El recorrido a seguir estará repleto de trampas y dificultades. Pero hay una esperanza fortalecida para ir hacia adelante. Para llegar al cambio de raíz que merece Venezuela.


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