A la candidata a la presidencia de una Venezuela hoy duramente maltratada  le correspondió cerrar el coloquio “Elecciones en dictadura” auspiciado por el Interamerican Institute for Democracy, un dinámico centro de pensamiento en procura de la integración de los aspectos de la ciencia política con la realidad, a cuyos efectos realiza investigaciones académicas, seminarios y eventos en un contexto de pluralismo y tolerancia, bajo la convicción de que surgirá una disciplina más realista y una mejor preparación para el ejercicio de la actividad política. Su fundador, el destacado político boliviano Carlos Sánchez Berzaín, hoy con la diligente cooperación de la sapiencia, voluntad y coraje de la venezolana Beatrice Rangel, por cuyas venas corre a borbotones la política y desde muy niña.

Quien estas palabras escribe, orgulloso de ser miembro del Directorio del Interamerican y de haber sido invitado al evento, leyó las consideraciones siguientes: “Permítanme acudir a la letra que nos dejara el español José de Aguilar con la canción ‘María Cristina me quiere gobernar’, para sustituir el ‘Cristina’ por ‘Corina’ y concluir con lo que pareciera un grito de multitudes de venezolanos ‘María Corina nos quiere gobernar’. Pareciera escucharse ‘Nos quiere y nos debe gobernar’.

El problema es cómo lograrlo. Inconvenientes y opciones: 1. Una oposición polarizada, pero, además, con una dirigencia colectivizada, cuando ya debería haber consolidado un bloque unitario en torno a ella, aclamada popularmente, 2. La inhabilitación de la cual ha sido víctima, que se mantendría, inclusive, con la ratificación por parte de otros poderes, incluyendo, como se escucha, a altas autoridades judiciales, 3. El pueblo venezolano, creyente en Dios llena las iglesias en una constante plegaria y el Todopoderososo, por intersección de la Virgen de Coromoto, “la patrona”, nos concede la gracia y María Corina es candidata presidencial única, apoyada con integridad por toda la oposición, previa la suscripción de los lineamientos para un contrato social, como el Pacto de Puntofijo, el cual sirvió de base a la democracia de 4 décadas. La batalla de las Horcas Caudinas, enfrentamiento militar en 321 a, C., entre los ejércitos de Roma y los samnitas, para derrotar electoralmente al candidato del gobierno: 1. Que las elecciones sean transparentes; 2. La toma de posesión del gobierno; 3. La integración de un gobierno hipercompetente, pues lo que hay que arreglar es bastante; 4. Tener presente el cuestionamiento de la democracia, hoy vociferado a pulmón lleno. Se lee, en efecto, “que no es la única forma justa de gobierno”. No hay página, ni ocasión, donde no se le cuestione. El reto en las manos de la sensatez del venezolano.

La caraqueñísima María Corina exhibió soltura en el hablar, actitud ante las cámaras y coraje para proseguir en su lucha. Pero, además, conocimiento en lo relacionado con los temas planteados. Descarta “la polarización” y reconoció el legítimo derecho de los candidatos restantes a aspirar a la candidatura presidencial, apreciación opuesta a lo que llamamos “la colectivización de la dirigencia política”, cuya evidencia pareciera ser que 13 personas, además, de ella, hayan formulado sus aspiraciones. En sus giras ha visitado a los rincones más escondidos del país, percibiendo en la cara de la gente la angustia por un cambio y un entusiasmo inocultable de que se les dé una mano. Una presunción, tal vez, de que saben que es “ingeniera” y por ende “maneja las técnicas que permiten aplicar el saber científico a la utilización de la materia y de las fuentes de energía, mediante invenciones o construcciones útiles para el hombre”, presumiendo, por tanto, que ha de “calcular y construir bien”, requerimientos imperativos e impostergables que demanda con emergencia la Venezuela de hoy. Asumanos, por consiguiente, que “la buenamoza de la Sultana del Ávila” cumple a cabalidad la primera condición que Rómulo Betancourt estimaba como determinante para ser presidente, esto es, “querer serlo”. La segunda, ¡el inscribirse en Acción Democrática”, lo cual por razones de fuerza mayor, lamentablemente, no le es posible. Dos recomendaciones de ese “titán”, con preparación, laboriosidad, coraje y una alta dosis de jefatura y pragmatismo”, como lo dejamos escrito en nuestro último libro ¿Papeles? Algunos menos serios que otros, con prólogos de Beatrice Rangel y Álvaro Benavides La Greca.

María Corina, si le interpretamos correctamente, no teme, tampoco, a la “inhabilitación” de que ha sido objeto. No solamente, por “írrita”, sino porque “la voluntad popular” le pasaría por encima, haciéndola nugatoria. Su sana disposición nos induce a que adelantaría un “gobierno de integración nacional” mediante un acuerdo como la concertación chilena o nuestros propios pactos de la democracia que perdimos, sin darnos cuenta. Es también consciente de las manifestaciones críticas de la última, cuya eficiencia como mecanismo de un desarrollo armónico de los pueblos puede rescatarse. Se siente confiada en que derrotará a Maduro en pulcras elecciones, tomando posesión de “Misia Jacinta” y que ya sus colaboradores analizan los lineamientos de “un serio programa de gobierno”. Una demostración de que la democracia puede ser eficiente es uno de sus retos. Convencida, pareciera, de la acotación de Winston Churchill, para quien con la sátira que le caracterizaba calificó a la democracia como el menos malo de los sistemas de gobierno. Hoy bastante falta hace, por cierto, ese genio, con su país de primer ministro en primer ministro y las dudas en lo relacionado a la eficiencia del régimen parlamentario.

En el “coloquio” intervinieron, asimismo, Carlos Sánchez Berzaín, el ductor del Interamerican y definidor de la tesis de “los narcoestados” en América Latina, el presidente de Venamérica, Paciano Padrón; el periodista Alexis Ortiz, compañero de juventud de José de Aguilar, autor de la canción María Cristina me quiere gobernar, Ileana Lavastida, giornalista destacada de La Habana,  Ricardo Israel, ducho al máximo en ciencias políticas y el ductor del programa El abogado del diablo, Orlando Viera-Blanco. Con simpatía y satisfacción la presencia de Antonio Ledezma y su simpática esposa Mitzy. El alcalde de Caracas, como recientemente ha anunciado, ejerce la coordinación de los venezolanos en el exterior en apoyo a la candidata.

El periodista Ortiz nos comentó “sotto voce” que la intervención de “la candidata” revela “una sólida firmeza”, por lo que ante la estrofa de Aguilar “Que vamos pa’ la playa, que coje la maleta, que tírate en la arena, que súbete en el puente, que tírate en el agua”, no queda otra que contestar “vamos”. ¿Alternativas?, ninguna.

El evento, iniciado con viva voz y confianza por Beatrice Rangel, fue clausurado por ella misma, con palabras llenas de esperanza por el futuro de nuestra querida Venezuela.

Comentarios, bienvenidos.

@LuisBGuerra


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