billetes
Foto Archivo

Muchos niños les harán esa pregunta a sus mayores, sobre todo si nacieron a partir de 2013, cuando asumió el madurismo el poder de manera ilegítima. Y eso porque uno de los principales logros de esta era poschávez es haber convertido la moneda nacional en polvo cósmico junto con el comandante muerto.

No hace falta que lo diga la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. El bolsillo del venezolano se ha encogido hasta casi desaparecer. Pero para los que les gusta la macroeconomía, les recordamos que la Cepal calcula una contracción del PIB de 7% para 2021. Ya este año se redujo 30%. Desde 2013 la cifra acumulada es de 74%.

¿Qué quiere decir esto? Menos ingresos para el ciudadano común. No en vano la canasta alimentaria subió a 247 millones de bolívares en noviembre, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores. Esto se traduce en más de 200 sueldos mínimos.

¿Pero por qué hablamos de bolívares? Ya nadie sabe lo que es eso. En las tiendas todos los precios están publicados en dólares y centavos de dólar. La gente tiene tiempo que no ve un billete de esos que inventaron los rojitos. Se acostumbraron a tener dólares en el bolsillo y los que más pierden son los que cobran aún en la moribunda moneda nacional.

La Cepal cita cifras como la producción petrolera y no petrolera, las cantidades que le entran al Estado por concepto de impuesto sobre la renta, la actividad comercial, pero nada de esto le interesa al venezolano común. Al final, la paralización del país se traslada directamente a su vida cotidiana y es por eso que prácticamente no puede mantenerse.

Sin embargo, es cierto que el país vive una paradoja, porque las redes sociales desmitifican la última aseveración. Sobran los videos de las zonas comerciales más conocidas de Caracas abarrotadas de gente y todo el mundo asume que se trata de compradores que por la época decembrina se lanzan a gastar su dinero. Pero todo esto es una burbuja y el más interesado en que se crea que todo está normal es el régimen.

La realidad fuera de Caracas es el hambre y el dinero que no alcanza. Lo más doloroso no es que un niño pregunte lo que es un bolívar, como alguno que pregunte qué es una peseta. Lo doloroso es que pregunte por qué no tiene qué comer.


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