Si tomamos como premisa que el año 2020 bajo el dominio de la usurpación fue malo, de continuar en el poder este 2021 que estamos comenzando será malo sobre malo, lo que es igual a malo al cuadrado.

Se ha profundizado la crisis institucional con el fraude cantado de la farsa electoral del 6D. La gran mayoría le dio la espalda al fraude montado sin ninguna garantía. El derecho tacha ese esperpento de nulo e inexistente. La comunidad internacional no reconoce a la Asamblea Nacional confeccionada a la medida de la corporación criminal. El país entra en uno de los momentos más oscuros de vacío y en la hora de todos los peligros. No solo quebraron al Estado, dilapidaron, saquearon y robaron sus activos, sino que secaron las reservas y convirtieron a la población en una masa inerte.

Le sustrajeron al otrora emprendedor la vocación al trabajo, la motivación al logro y le desintegraron y somalizaron su territorio, entregándoselo a las mafias del crimen organizado.

Insistimos en la acción delictiva, cometida con premeditación y alevosía, de ir fomentando un vacío existencial sin los valores éticos, de la educación y el trabajo, para producir masas depauperadas, dependientes y chantajeables. Al aniquilar el acicate al trabajo dieron vía libre al flagelo de la corrupción que terminó convirtiéndose en la manera preponderante para ganarse la vida.

Mientras los venezolanos de estirpe libertaria tengamos un hálito de vida haremos acopio de fuerza, rigor, y jamás enterraremos el desiderátum de ser libres.

Se agudiza el conflicto político y se le cierran las salidas a una crisis innominada provocada por el régimen forajido. En 2020 se produjo una caída del PIB de 30 puntos porcentuales y una inflación de 3.500%. No están capacitados para resolver el problema clave de la confianza y mucho menos aumentar el consumo y la inversión. La economía es una ciencia sustentada en equilibrios de coordinación y correlación, a la vez apoyada en la confianza y envuelta bajo un contrato social que es el pegamento que mantiene unida a la sociedad. El régimen carece de confianza y capital social. La maquinita de hacer dinero del desnaturalizado ente emisor se convirtió en el disparador de destrucción concomitante del aparato productivo. Somos una sociedad desalarizada. El horizonte del régimen es la chinificación con una ley antibloqueo que es más bien una ley de blanqueo de capitales, inspirado en el sur de China con esclavitud laboral y sin propiedad privada. El comunismo niega la otredad y la alternabilidad.

Somos el país más pobre del hemisferio, asesinaron la moneda y apenas funciona el bolívar precariamente como unidad de cuenta. Viene en camino otra reconversión monetaria, los muchos ceros ya no caben en los registros contables informáticos. Defenestraron la cualidad de reserva de valor de la moneda haciendo imposible el ahorro. El PIB se ha reducido en manos de la usurpación en 80%. Se proyecta para 2021 un dólar a 12 millones de bolívares y 2.000 puntos de inflación.

No les interesa la orientación económica, dependemos de la palabra embustera del ilegitimo. Hoy contamos con un desierto, con la devastación de una economía que es la quinta parte de lo que fue, con una minoría del poder corrupto apertrechada en un océano de desigualdades que conducen a la muerte y a la diáspora. Hay una corrida nacional de venezolanos (200.000 mensuales) por todas las fronteras, la razón nuclear es el hambre.

Al no disponerse de un presupuesto no hay política económica. No hay visión coherente del sistema; aquel brinda la posibilidad de ver el cuadro completo.

Es el momento de la disidencia bajo una nueva estrategia, sobran los diagnósticos, impulsada por un nuevo liderazgo que rinda cuentas.

Es la hora de mantener viva la llama de la esperanza de manera firme, no como una idea vaga. Trabajemos unidos y con persistencia hasta alcanzar la libertad. Y lo lograremos con la ayuda de Dios.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!


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