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Aún recuerdo esas imágenes de televisión de 2009 cuando el entonces presidente de Maldivas, Mohamed Nasheed, presidió una sesión de su Gabinete de ministros ¡bajo el agua! Como un método interesante y descriptivo de llamar la atención de los líderes globales sobre la cuestión de Maldivas.

Varios autores analizan que Maldivas podría “dejar de existir” como Estado en 2100: vale decir ser cubierta totalmente por las aguas del mar. Ello resultaría en que la población de Maldivas tendría que “moverse” masivamente a otro país: serían los primeros “refugiados climáticos” del mundo. En esa oportunidad el jefe del Estado de ese país indicó un plan para “adquirir tierras en otro país”, quizá la India u otro que alberguen, cabalmente, a los desplazados de las islas que se van hundiendo en el archipiélago.

Conocemos a Maldivas por sus islas paradisiacas, sus hoteles de sueño y la cantidad de películas que se hicieron o inspiraron en ese archipiélago (hasta una parte de la saga Star Wars se hizo en Maldivas: Rogue One: Una Historia de Star War, 2016 ) cabalmente por la belleza de sus playas, palmeras y vistas del oceáno índico.

Maldivas es un conjunto de islas, un archipiélago en 300 km2 sobre el Océano Índico sobre el que se erige el estado de Maldivas cuya capital es Male, la superpoblada ciudad-isla.

Y se está “hundiendo” por el calentamiento global: la cantidad de uso de fósiles en economías industrializadas logra que el clima cambie, en un par de grados, lo que provoca que el nivel del mar suba e inunde, prácticamente las islas del estado de Maldivas.

En lo político, Maldivas, es como cualquier país latinoamericano: que deja de lado lo importante, que es combatir contra el calentamiento global, para dedicarse a la minúscula política interna: gobiernos pasajeros, inestabilidad y una democracia muy endeble.

No pocos analistas indican que al ritmo actual el 80% de las islas del archipiélago sería inhabitable para 2050, islas que raramente están a un metro sobre el nivel del mar y que anualmente se van hundiendo tierra que se pierde y que gana el mar.

Habrá que evaluar si los planes de Maldivas están funcionando: ser carbono neutrales, seguir en su lucha global por reclamar atención y ayuda, comprar tierras en otro país o construir nuevas islas flotantes a mejor nivel sobre el nivel del mar en donde albergar a sus ciudadanos.

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Caso concreto de la isla denominada Hulhumalé que es una isla artificial en construcción mediante estracción de arena del fondo marino para constituirse en lugar de habitación, industria y comercios. Su primera fase construcctiva está desde 2004 y se logró construir una isla con un área que va creciendo: ya va por 4 km2 y para enero 2020 tenía ya una población de más de 50.000 habitantes.

Hasta fines de ésta década podría tener un cuarto de millón de habitantes.

Algunas características: edificios están orientados de norte a sur para reducir la acumulación de calor, es una ciudad 100% migable con el medio ambiente, las construcciones de casas están cerca de lugares comerciale sy otros para reucir casi a cero el uso de transporte, hay la necesidad de ser bicicleta y autobuses eléctricos para evitar calentamiento adicional.

El caso de Maldivas nos motiva a seguir proponiendo acciones resilientes para reducir uso de fósiles, incrementar uso de renovables, reducir uso de plásticos y generar mejores prácticas en uso de recursos para que contribuyamos al Acuerdo de Paris y que estados más grandes, política y económicamente, puedan seguir incrementando políticas de colaboración y sinergia con países en vías de desarrollo.

 


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