Siempre he sostenido, y lo sigo haciendo, que vamos a mejor en casi todo, incluso que lo hacemos en las últimas décadas a mayor velocidad y que la era digital lo ha acelerado. La perfección está a años luz de distancia o en el infinito temporal. A corto y medio tiempo desdichadamente en algunos temas retrocedemos. Esto pasa en la configuración y ordenación de nuestras ciudades y el hábitat de vida y en una parte de la política.

La democracia y la libertad en el mundo avanzan, pero no a la velocidad que sería deseable en general, y retrocede de forma significativa en algunos rubros. Concepto contable que utilizo para enmarcar algunas ideas del desarrollo de la democracia y de las libertades. He hablado y escrito en diversas ocasiones de los populismos y del supremacismo ideológico, eje y fundamento de todos los supremacistas y de la mentira constante y permanente de muchos de los políticos y gobernantes actuales.

Me hubiera gustado titular este artículo como putos mentirosos, pero igual esa definición descriptiva clara y bastante precisa podría entenderse como demasiado provocadora. Lo cierto es que estos malditos mentirosos están dañando nuestras vidas, nuestra economía, la libertad, la democracia y nuestra felicidad.

Los populistas, como recojo en mi próximo libro El mercado de las ideas se construyen sobre un hiperliderazgo, se transforman en supremacistas ideológicos, abusan de los poderes del Estado y quieren el poder a cualquier precio. Controlan los medios de comunicación, son autoritarios, utilizan en beneficio propio los bienes del Estado, son corruptos, no respetan la división de poderes, atacan y destruyen a los opositores políticos y, sobre todo, mienten compulsivamente, de forma continua, con total descaro y en directo. Esto es posible, entre otras cosas, porque tienen un entramado político vendido por el interés económico y de poder, a imagen y semejanza de sus líderes.

Hay muchas formas de mentir, como Fake News, la post verdad, la manipulación de estadísticas, de la historia, el nacionalismo, la manipulación del lenguaje, de las palabras, la apropiación de conceptos y de ideas propiedad de la sociedad y la mentira en directo. Todo ello solo es posible gracias a la corrupción de determinadas estructuras.

Para que un líder populista, supremacista y, por ende, mentiroso compulsivo pueda funcionar necesita el apoyo de determinados grupos, medios de comunicación y ciudadanos que lo apoyen. Populistas como Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet, Perón, Lenin y otros fueron apoyados por gran parte de la población, muchos de ellos, abducidos y embaucados por la pasión y las emociones primarias no demasiado sociales y generosas, otros muchos por corrupción, intereses económicos, patrimoniales y de poder que sabían muy bien lo que hacían. En Venezuela ya quedan pocos abducidos y la mayoría se ha dado de bruces con una realidad tan lamentable y triste como destructiva. Muchos populistas están destruyendo sus países y ahora con la pandemia del COVID-19 puede ser que a mayor velocidad de la esperada.

Hay que parar las mentiras, al final todos salimos perdiendo. A mí me duele especialmente España, donde el dúo de gobernantes Sánchez-Iglesias, amparados en la cortina de la mentira y la manipulación, nos llevan por un camino de autodestrucción casi imparable.

Una persona me decía que, si no se actúa a tiempo, España lo va a pasar muy mal, personalmente estoy convencido de que ese no es el dilema. A España en cualquier caso le va a ir mal como consecuencia de la nefasta gestión de la pandemia del COVID-19, la clave ahora es solo evitar el desastre. España, como otros países, pero en este caso de forma Cum Laude está gestionada por populistas, supremacistas y divisionistas que han utilizado el estado de alarma declarado para gestionar la pandemia, para el autoritarismo, la falta de transparencia, la restricción de las libertades con intereses partidistas, ideológicos, personales y de poder.

La sorpresa es que hasta el momento solo ha habido un socialista español, Felipe González, que de forma valiente, honesta e inteligente se ha opuesto en gran parte a la agresión social y política que en España se ha generado. ¿Es que solo hay uno? Tenemos que denunciar todas las mentiras, hay que perseguirlas y castigarlas.

Todo político que mienta debe dimitir. Debemos luchar por ello. Abajo la mentira y los mentirosos.

http://carlosmalodemolina.com/


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