«Una muerte nos conmueve, cien muertos nos estremecen,

pero un millón de muertos nos dejan impávidos…»

                                                                                Bertolt Brecht

La llegada del coronavirus o covid-19 encuentra a Venezuela en las peores condiciones de nación alguna en Latinoamérica, América y todo el Hemisferio Occidental; nuestra condición para enfrentar la pandemia no es mejor que los atrasados pueblos de África y los sufridos del Medio Oriente. De ser un país puntal de nuestro continente, gracias al chavismo hoy somos un Estado fallido y pobre, con una población desatendida en todos los órdenes por una administración pública desmoralizada y sin recursos para desempeñar sus funciones.

La pandemia nos alcanza, y se extiende a pesar de las mentiras de Maduro y sus adláteres; sin sistema de salud, muy a pesar de sus médicos, enfermeras, camilleros y otros técnicos que se sacrifican en esos centros por vocación y humanidad; sin sistema de agua con acueductos en crisis y desmantelados; sin inventarios de alimentos y otros insumos indispensables para la vida diaria; sin gasolina ni gasoil para el transporte de bienes y personas; con fuerzas policiales sin otro propósito que la represión y no la protección de los ciudadanos, su razón de ser; con una Fuerza Armada desmotivada y abandonada salvo para su indoctrinación y manipulación partidista que la desnaturaliza. En fin, sin gobierno.

Mientras en otros países la crisis se trata de enfrentar mediante la acción pública de sus ministros de Salud y sus equipos de apoyo natural, en Venezuela se politiza y designa a una persona tan ignorante en la materia como yo, pero dedicada a mantener bajo control político a una población inerme; el coronavirus se ataca y previene con gente experta en su problema, con conocimiento en materia médica y no con burócratas dedicados a mantener en el poder, a cualquier costo, a una pandilla de irregulares dedicada a la expoliación de los recursos del país en beneficio de la metrópolis cubana y su régimen criminal, y de los capitostes del régimen.

Adicionalmente, se expone a la tropa de nuestro Ejército y Guardia Nacional a los peligros de la epidemia a conciencia de la carencia de recursos médicos y hospitalarios para atenderlos en caso de contagio casi seguro. Una acción irresponsable de sus altos mandos, sin otro propósito que mantener bajo control a los ciudadanos y en el poder a quienes han colocado a Venezuela en la condición de precariedad y peligro que sufre la población a la que se debe por encima de otra consideración. A este respecto, invito a leer el artículo aparecido en la prensa virtual de Antonio Ledezma titulado «La dignidad militar»; esta invitación la hago a todos los venezolanos, pero en especial a los que se desenvuelven en el mundo militar. La sumisión del Alto Mando a Maduro y otros traidores traerá consecuencias lastimosas históricas para esa sagrada institución, indispensable en cualquier país.

Ahora bien, no obstante la lluvia de mentiras y desinformación que lanzan permanentemente Maduro y sus cómplices, la población es consciente del peligro que vivimos y lo dañino de la acción irresponsable de esos actores y va a aprender, y aprehender,  la lección del momento: Hay que salir de los responsables del estado de precariedad en que han sumido a Venezuela y que hace crisis ante la pandemia, y hay que hacerlo pronto; porque nuestro mayor problema hoy no es el recién llegado coronavirus sino el chavismo, con Maduro a la cabeza, y la enorme destrucción estructural, institucional y moral que le han ocasionado.


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