Maduro, venezolanos
Foto: Yuri Cortez / AFP

“Las inspiraciones del miedo son fatales: Es preciso aventurar peligros para obtener victorias” / Simón Bolívar

Hay quienes se preguntan por qué fuerzas sociales y políticas no pueden crear consensos generando paz y estabilidad democrática, para que los problemas del país se comiencen a resolver. Algunos experimentan una sensación de fastidio porque fácilmente, cualquier diferencia, entre políticos, gobernantes y oposición, se convierte en abierta confrontación. Parece que lo racional en quienes detentan el poder hoy en Venezuela  fue desplazado, predominando lo instintivo. De esta manera, discrepancias ideológicas, políticas y culturales derivan en confrontación. Se percibe que no saben actuar con madurez y tolerancia frente al debate político y a los problemas que ultrajan al país nacional

José María Maravall en su libro La confrontación política refiere las estrategias de los políticos para detentar el poder y disponer de autonomía respecto de los ciudadanos. La primera cuestión que analiza es la de la crispación. ¿Por qué razones algunos rechazan estrategias de convergencia y moderación, en busca del voto de la mayoría, y optan por una polarización radical? El autor explica esta opción con base en cálculos racionales que atienden paradójicamente a votantes moderados y estudia sus consecuencias sobre la política democrática.

Por otra parte, algunos politólogos y psicólogos sociales sostienen que esta práctica tiene que ver con quienes niegan la psicología social y la cultura de los diversos grupos sociales, étnicos y regionales, como es el caso de nuestro país que a lo largo de 21 años del régimen de Maduro  rechazan el diálogo, tolerancia y respeto en sus distintas manifestaciones y por el contrario hacen uso de la violencia, el insulto y el cobarde agavillamiento contra quienes disienten del llamado socialismo del siglo XXI, marxista y mal llamado bolivariano, y como lo afirmara Fidel Castro en una entrevista por VTV hace algunos años: comunista.

Para otros, la causa proviene del caudillismo y caciquismo que con sus matrices autoritarias y de confrontación, que se expresa en el medio social, se reproduce luego en la comunidad. Este último aspecto es un elemento que activa esa conducta, pues incide sobre la sociedad, a través de mensajes que penetran en la conducta del individuo. Pero la pregunta que formulamos para comprender esta determinación es ¿por qué actúan así? ¿Qué es lo que determina esta conducta?

Los aspectos que inciden sobre la confrontación que observamos en estos tiempos que vivimos con un régimen autoritario tiene que ver con:

a) La deficiente calidad y escasa cultura política y conducta de quienes en los actuales momentos detentan el poder.

b) El diseño, presencia y acción de una política tutelada, excluyente, que restringe y bloquea la participación social y del desarrollo democrático. Esto tiene que ver con el tipo de gobierno actual que no procesa ni asume la diversidad socioeconómica, étnica y regional del país. Un gobierno que excluye la sociedad y no educa para el consenso sino para la confrontación y el disenso.

c) Una estructura débil de la cultura, tradición e institucionalidad que se caracteriza por el despotismo, el grito y el insulto.

d) La negación de acuerdos políticos con las distintas fuerzas de la oposición, lo cual evidentemente debilita la institucionalidad, la democracia y a los ciudadanos.

e) La calidad de la educación social y cívica que se imparte en las aulas de escuelas, liceos y universidades y que poco o nada contribuyen a crear un ciudadano crítico, participativo democrático y respetuoso del pluralismo ideológico.

f) La constante confrontación, para crear de esta manera una sicología y cultura del excluido, al que se le considera sujeto político, que esquiva acudir a las a instancias institucionales y legales.

Maduro y con él sus acólitos no entienden que para hablar hay que saber escuchar y este binomio es el que sustenta el diálogo y crea las bases del respeto y tolerancia. Estos y otros aspectos son la raíz de la confrontación que es latente desde que por la vía del voto tomaron el poder, el mismo voto que ahora niegan a sus opositores en franca lid democrática.

En Grecia, hubo dos estados democráticos: el ateniense y el espartano. Los atenienses fueron los creadores de la democracia directa, los espartanos de la democracia representativa, una falsificación de la anterior. Los atenienses no sufragaban, pues sabían que el voto favorecía a los acaudalados, a los de «noble cuna», a los embaucadores y a los exitosos. La democracia ateniense era deliberante, racional, expositiva, y los ciudadanos discutían las cuestiones de estado en la plaza. Los ciudadanos espartanos, en cambio, eran simples espectadores, votantes manipulados, pues elegían aplaudiendo o pifiando a los candidatos. La de Atenas era la democracia como gobierno del pueblo. La de Esparta era una democracia como gobierno de los políticos.

Obviamente, identificamos a nuestro país con la democracia espartana en la que el gobierno es de los políticos, y los militantes del partido oficialista son espectadores manipulados que aplauden a rabiar todas las morisquetas que hacen los payasos del circo.

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