Maduro asegura que la oposición intenta dividir la FANB
Foto: Federico Parra / AFP

Maduro, curtido como está en el oficio de escamotearle las elecciones a la oposición para conservar un poder que sabe ilegítimo, cree que puede seguir burlando continua e impunemente el sentir de la inmensa mayoría de los venezolanos que reprueban su gestión y quieren un cambio de gobierno. Las cosas han cambiado y puede que las trampas que de nuevo está urdiendo para burlar esas aspiraciones no le den resultado y, por lo contrario, se conviertan en un bumerán que facilite su caída.

Inhabilitar a María Corina Machado cuando su candidatura va creciendo vertiginosamente en el corazón de los venezolanos no es una buena idea. Es un desafío, una provocación y un irrespeto al pueblo. Eso mismo hubiera pensado todo chavista si el presidente Rafael Caldera hubiera inhabilitado a Hugo Chávez cuando este hacía campaña electoral en los años noventa del siglo pasado. Este nuevo abuso se suma a muchos otros con los Maduro ha ofendido a los venezolanos en sus diez años de opresión.

El atropello contra MCM no quedará impune. Ya se ha producido una fuerte reacción en su contra en el país y en los países democráticos del mundo que de alguna forma afectará negativamente su plan continuista. ¿Utilizará Maduro una vez más la fuerza armada nacional para acallar la voz del pueblo indignado por tanta arbitrariedad? ¿Estará esta última institución, pese a toda su degradación, dispuesta a secundar hasta las últimas consecuencias a un régimen desprovisto de toda legitimidad?

Ante esta situación el liderazgo opositor tiene una última oportunidad de reivindicarse ante el país. Lleva ocho años dando tumbos sin control y sin brújula. Luego del clamoroso triunfo electoral de diciembre de 2015 con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) el liderazgo opositor pareciera haberse trastornado. Desde aquel momento estelar hasta la fecha ha venido desandando el camino recorrido, yendo hacia atrás, de mengua en mengua, traicionando la causa por la que muchos venezolanos sacrificaron sus vidas, su libertad y su futuro inmediato. Ya es hora de que salga de su desvarío, lave su deteriorada imagen y se incorpore a la acción colectiva de quienes luchan por cambiar el rumbo trágico del país.

La otra opción del liderazgo opositor que se ha marginado de la lucha y ha roto la unidad es no hacer nada, seguir en la condición de desunión y pugnacidad en la que está dejando que los acontecimientos sigan su curso devastador. Mantener esa actitud es dejar el destino del país en manos de una camarilla inepta, alienada ideológicamente, profundamente corrompida, comprometida con intereses foráneos ajenos y contrarios al interés nacional, colmada de poder, riqueza y vanagloria, que no ha tenido ningún escrúpulo en sacrificar al país en pro de sus mezquinos intereses.

Todos conocemos más o menos bien el camino que debemos seguir para derrotar a Maduro. En forma concisa y a modo de orientación anotamos los siguientes aspectos: 1) unidad, 2) escogencia de un candidato único, 3) incitar a votar, 4) tener un plan de respuesta inmediata por si el régimen desconoce o anula el resultado, 5) integrar un gobierno transitorio de unidad nacional, 6) reincorporar  al país al ámbito geográfico, económico, político, cultural e histórico que le corresponde, 7) demandar el apoyo y la ayuda de los países democráticos aliados que han acompañado la lucha contra la opresión, 8) reponer la institucionalidad democrática y la legitimidad de los poderes públicos, 9) realizar, tan pronto como sea posible, nuevas elecciones presidenciales para devolver al pueblo venezolano su soberanía y 10) iniciar sobre esas bases la reconstrucción del país con la participación de todos los venezolanos de buena voluntad, sin interferencias de partidos políticos, personalidades o grupos que quieran anteponer sus intereses particulares al logro de los objetivos colectivos.

Cumplir los objetivos expuestos en las actuales condiciones es una tarea difícil pero no imposible. Si naciera, como es de suponer, una gran emoción popular como resultado de una victoria electoral sobre el chavismo y si se pudiera, como es posible con voluntad y decisión, formar un equipo de gobierno de alta eficiencia y dedicación; entonces, con la ayuda de Dios, de los sectores económicos, políticos, sociales, culturales, artísticos e intelectuales del país y con el respaldo y la ayuda de la comunidad internacional, será perfectamente posible transitar todo ese camino para devolverle a Venezuela la prosperidad, la libertad, la unión, la paz, la justicia y la felicidad que ha perdido en estos veinticinco años de devastación.


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