La verdad que no sé si reír o llorar ante las palabras del presidente de la República, quien dice que está «comprometido» en recuperar el salario y las pensiones de los trabajadores, después de llevar casi una década en el poder –desde antes de que comenzaran las sanciones «imperialistas»– destruyendo cual Atila todo a su paso, al punto de que hasta Cuba y Haití tienen salarios más elevados que Venezuela, lo cual no solo demuestra el nivel de asesinato social que se ha cometido con el trabajo, sino que nos coloca en un aumento jamás visto de la pobreza en la historia contemporánea de Venezuela.

Lo irónico es escuchar a Maduro cuando dice: «Se debe recuperar el salario de los trabajadores, de las pensiones, de los contratos colectivos, estoy comprometido con esa recuperación»¹. No solo basta hablar en términos pleonásticos de algo que ni siquiera debe ser «recuperado» porque simplemente en la praxis no existe ¿O algún país del mundo que se llame democrático tiene un salario mínimo de 1 dólar al mes? Maduro sabe que su gobierno ha hecho una destrucción planificada y sistematizada para liquidar socialmente el trabajo como generador fundamental de ingresos en las familias venezolanas y llevarnos al terreno de la neoesclavitud en pleno siglo XXI.

Y si lo anterior ya es condenable desde un punto de vista de los derechos humanos, porque se habla de «recuperar» lo inexistente sin decir el cómo se aplicarán tales medidas, el propio Maduro complementa su cita con una máxima de perplejidad demagógica: «Hay que pensar en grande, y actuar en grande… para visualizarnos en 2030 como una patria… feliz» (referencia citada).

O sea, que Nicolás Maduro además de reconocer que el salario no existe, aunque hablen de «recuperarlo», también expresa de manera indirecta que durante su mandato tampoco existe una patria feliz; de allí sus «promesas» para que algún día los venezolanos alcancen esa «eudaimonia», a pesar de que llegó oficialmente al poder en 2013 y su segundo mandato «sería» hasta febrero de 2025, nos promete ser «felices» para 2030. Verbigracia, si Maduro es capaz en este momento de pronunciar semejantes afirmaciones, es porque sentencia que su gobierno ha estado lleno de desaciertos políticos, económicos y sociales, envueltos con las periferias de ramplones, corruptos y violadores de derechos humanos.

La destrucción social del salario es el oxímoron político de la máxima tristeza, en contraposición con aquellas prédicas de Hugo Chávez cuando decía que éramos el «país más feliz de Suramérica«² y ahora vemos que los venezolanos hasta caminan hacia Argentina³ buscando el pan que les fue arrebatado por el sucesor del otrora fallecido líder de la revolución bolivariana. El mismo que  ahora –interpretando su metamensaje–  nos señala que habría un «hipotético» tercer mandato y al final de ese «periodo», es decir, al inicio de la próxima década es que Venezuela podría ser «feliz».

Maduro en sus casi 10 años en el poder, a pesar de las advertencias que se hicieron desde 2013, jamás prevaleció alguna de ellas para minimizar los efectos de lo que desembocó en una artera hiperinflación que ha perjudicado a los trabajadores y pensionados, y que por ende, ha originado una emigración de más de 5 millones de venezolanos y un aumento de la pobreza en más de 72% de la población, al tener el Estado a más de 7 millones de connacionales con «ingresos» que ni siquiera podrían ser llamados de subsistencia.

Aunque sea el presidente del país, Nicolás Maduro no tiene argumentos sociales y menos económicos para decir que ahora sí se «compromete» a recuperar el salario, aunque el madurismo lleno de parafernalia haga cuanta cadena quiera «firmando acuerdos de inexistentes «contratos colectivos» con los seudosindicalistas de su claque tratando de engañar a unos pocos.

Por lo pronto, mientras los venezolanos seguimos luchando ante la inseguridad alimentaria, caminamos con zapatos rotos, nos vestimos con nuestras camisas y pantalones desteñidos y deshilachados, imploramos que ninguna enfermedad o accidente nos afecte junto con nuestras familias, vemos cómo nuestros hijos y nietos parten incluso caminando hacia otras latitudes, después de casi una década de tanto llorar por el hambre y la miseria originada por el madurismo con la destrucción salarial. No sé si ahora debería comenzar a reír, porque al fin el presidente me ha dicho que si antes no muero de inanición, será en 2030 cuando tendremos la «patria feliz».


¹ https://www.aporrea.org/economia/n363051.html

² https://www.europapress.es/internacional/noticia-chavez-asegura-venezuela-tiene-indice-felicidad-mas-alto-suramerica-20080504213909.html

³ https://www.elnacional.com/venezuela/tres-migrantes-venezolanos-caminaron-60-dias-para-llegar-a-argentina/


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