Los individuos que conforman la sociedad venezolana, dados sus rasgos, temperamentos, caracteres, distintivos propios de nuestra población. Al apreciar el comportamiento de Maduro que en sus peroratas diarias nos trasmite en cadenas radiodifundidas, como en una de tantas: darle contenido de “plus” a un anteproyecto de ley: deducen que tal osadía hace entender que el presidente vernáculo tuvo vínculos de consanguinidad con el rey Carlos I de España, quien utilizó tal expresión  como lema del Imperio español, poseído  de que el mundo no le era suficiente. Otros aseguran que el mandatario -de facto- al ocurrir al “plus ultra” hubo de imitar al rey de Francia Luis XIV, quien declaró: “El Estado soy yo”. Otros llegan al desaguisado de tenerlo como un animal “apocalíptico” por cuanto en sus actuaciones concurrentes, le han de observar misterioso, oscuro, con amenazas de privación de libertad flagrante a quien se atreve a dudar de sus impertinencias.

Sin entrar a considerar en detalle la fecunda intuición que han de aportarnos los expertos precedentes. Habida cuenta de la violencia institucional del régimen. De la manipulación propagandística que durante más de veinte años ha mantenido. De la perversa y trágica historia de intolerancia, corrupción y conculcamiento de las libertades. Las vicisitudes a diario, dan por entendido que nos encontramos si no actuamos como es menester,  condenados a que se perpetúe la situación padecida, por lo que nos fuerza la razón a tener como   de identidad  “totalitario” al  régimen que nos desgobierna, en virtud de no haber dejado de concentrar los siguientes caracteres: solo Maduro a calco del fuhrer expresa la voluntad nacional. Se sustituye la sociedad civil por la comunidad militarizada, controlada mediante la represión con técnicas propagandísticas para su movilización. Desaparece el pluralismo político, sindical y cultural. Establecimiento jurídico opresor y discriminatorio. Exaltación retórica y belicista.

Pero urge también considerar opuesto al empeño totalitario, favorable para la restauración del Estado de Derecho: que la unidad “cívica militar” conquistada el 23 de enero de 1958 logró conciencia de disciplina castrense sin militancia política, entendió estar organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación”. Tal condición se mantiene. Lo que es más. Si en verdad el gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro ha dado origen a un presidente provisional constitucional valedero. Tampoco es menos cierto que la institución militar desprendida de resabios militaristas, la que combatió y derrotó el golpe de la logia militar que pretendió fraguar el coronel Hugo Chávez contra el gobierno constitucional del presidente CAP. Nos induce a tener como real el que por encima de pareceres inescrupulosos, la lucha que se lleva a cabo para el cese de la usurpación. Para instaurar un gobierno de transición. La convocatoria a unas elecciones libres para la designación presidencial y las de  diputados a la AN  goza  del respaldo y garantía de las Fuerza Armada Nacional. Situada con unitario esfuerzo al lado de la civilidad. Interpretamos pues: que el hecho de que los integrantes de la FAN en situación de actividad tengan derecho al sufragio, no puede ningún presidente convertir lo que hoy es  institucional, en  “mojiganga” para satisfacer ambiciones de poder, por ser contario a la conciencia  civilista del venezolano.

La situación que atraviesa la comunidad  venezolana nos indica que estamos “hartos “del gobierno totalitario”. Vivimos con los estómagos vacíos como resultado de una pobreza convertida en tarea de sobrevivencia, que nos ha conducido a la condición de “miserable”. Un grupo “élite del poder” junto con familiares, testaferros y amigos se satisface con más de lo superfluo. El pendejo. El pueblo opositor carece de lo más mínimo para subsistir. La muerte infantil. La tuberculosis, la difteria. Otras varias que habían desaparecido se les añade la infección china. Esta última calzada a la medida del régimen, convertida en espita para la pretensión de hacer débil la acción opositora. Nadie hubo de imaginarse la catástrofe surgida de un grupo forjado en un golpe militar combatido y derrotado, con sobreseimiento de causa, constituido en el peor gobierno que ha tenido la República. La revolución chavista una vez llegada al poder ha mandado al “carajo” las ideas y programas. Las hicieron morboso en el conglomerado social. Maduro nos ha federado a Irán, a China; a Cuba y a Rusia; entre otros ha convertido a su equipo en “bebés burocráticos” que se enriquecen ilícitamente en forma impune hurtándose los dineros del tesoro público.  Se vale de toda   maña para impedir la consolidación de una fuerza unitaria opositora, responsable y decidida que con cohesión lo  “eche” del poder usurpado, ha querido inactivarla. Se le ha hecho imposible. Con tal propósito ha fomentado una oposición de nuevo “cuño” mercenaria y corrupta. La ha provisto con partidos de direcciones impostoras. Ha expropiado organizaciones políticos de tradición democrática designándoles en sus comandos a  zurriagos incapaces para impedir la abstención espontánea  que se hace visible con la derrota del fraude electoral parlamentario que se pretende llevar a cabo el 6 de diciembre.

En 20 años del peor gobierno que ha padecido la historia, nadie podría imaginárselo. La catástrofe económica que hemos vivido nos hace parecer como  devorados por aves de rapiña. Todo nos impone la salida de Maduro; ¿cómo lograrlo? Sin duda con la fuerza del pueblo. No concurrir al fraude electoral parlamentario que con impostores conversos permutados, anunció y aprobó Nicolás Maduro se convierte en medio solvente para aumentar el repudio colectivo. A la vez ponerle termino con mayor rapidez a la usurpación que nos permea.

Por ahora el pueblo: los sectores que padecen mengua en forma espontánea han salido a la calle haciendo valer sus reivindicaciones. Muchos dirigentes sociales hechos prisioneros, otros muertos; otros heridos; otros objeto de desaparición forzosa. La situación se hace cada día más ostensible. Son manifestaciones espontáneas que nos llevan a entender la necesidad de una mayor conducción. Lo que fuerza  pedirle al presidente encargado  y legítimo, el fijar la debida  estrategia y táctica mediante  la designación   de un comando de dirección cohesionado e integrado capaz de orientar el proceso de abstención electoral.  Que definitivamente dé al traste con la “farsa”  electoral fraguada para el 6 de diciembre. Guaidó tiene que hacer valer, lo que ha dicho: que se ha desprendido de su disciplina partidista para ponerse al frente de la unidad del pueblo. No puede dejarse orientar por tres o cuarto partidos en exclusividad. Los que además de ser minorías han sido expropiados; y las autoridades que le fueran impuestas por el TSJ, sirven de comparsa al régimen totalitario empeñado en inactivar las fuerza que le hacen resistencia.

 


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