Daniel Ortega, el tirano de Nicaragua, emprendió una cruel campaña en contra de todos los líderes opositores de su país. Una cacería sin igual en la historia nicaragüense y que el usurpador que ocupa el Palacio de Miraflores en Venezuela amenaza con copiar.

Daniel Ortega ha enviado a prisión a distintos jefes de la oposición y a hombres y mujeres que le rivalizaban en la lucha por el liderazgo nacional.

Incluso les quitó la nacionalidad y los envió al destierro sin fórmula de juicio y sin ningún pudor.

En aquel país centroamericano la oposición per se es un delito que se paga con la muerte, con la cárcel o con el exilio; y ese es el modelo de terror que quieren establecer en Venezuela.

Sin embargo, Nicolás Maduro sabe que no tiene la libertad ni capacidad de acción de Daniel Ortega, pues él está en la mira de propios y extraños en el ámbito internacional.

Él sabe que al iniciar una campaña tan descarada como esa sus días calentando la silla presidencial terminarían más pronto de lo esperado. Es por ello que optará por caminos distintos.

¿Cuáles serán esos caminos? Las amenazas, la utilización de mercenarios para generar violencia, el quita y pon de las inútiles e inválidas inhabilitaciones; es decir, calentando la olla lentamente hasta que le explote en la cara (porque más temprano que tarde eso ocurrirá por esa vía) o, la más sensata de las opciones, que sería eliminar las nulas inhabilitaciones y medirse con María Corina Machado en las presidenciales.

Maduro corre o se encarama. Si opta por esconderse detrás de las togas de los magistrados de su tribunal supremo, entonces debe estar claro que se enfrentará a las presiones internacionales y al malestar colectivo de millones de venezolanos dentro y fuera del país.

Es probable que en Miraflores aplique la receta de la división, del hostigamiento y de la apatía para lograr crear unas condiciones electorales adversas, y así no utilizar la receta nicaragüense, pues ésta es muy abierta y extremadamente peligrosa.

No obstante, haga lo que haga, Nicolás Maduro tendrá que verse las caras con María Corina Machado ungida por el voto democrático, una María Corina avalada y apoyada por millones de ciudadanos.

Nicolás Maduro conoce la realidad, siente el sol en sus espaldas. Sabe muy bien que perdió la calle, que perdió su organización y que cada vez se está enfrentado más a una estruendosa derrota.

Si el próximo domingo fueran las elecciones presidenciales, Nicolás Maduro no pasa del 10%, en cambio María Corina Machado obtendría un número sorprendente de votos, que haría historia en el país.

Lo cierto es que Nicolás Maduro no puede jugar con candela y copiarse de Daniel Ortega, pues eso de nada le serviría y quedaría chamuscado; en 2024 saldrá del Palacio de Miraflores porque lo sacarán los venezolanos con la fuerza indomable de los votos.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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