En la complejidad económica y política que transita el país, el venezolano ha perdido la paciencia, anda obstinado, ansioso, sonámbulo, se atreve manifestar el fracaso en 85% de la gestión de Maduro. Sin embargo, Nicolás continúa en una elevación de arrogancia y sordidez, cualidades que sólo complican la dinámica de un país que desea reflotarse y salir de sus graves problemas. Hasta ahora el primer mandatario nacional ha demostrado no tener “madera” de líder político, pero habilidosamente se proclama en alta voz “el hijo de Chávez”. En el contexto político venezolano actual muchos se hacen la misma pregunta: ¿cómo hace el gobierno de Maduro para ganar elecciones estando en minoría? “La respuesta es elemental, pero compleja al mismo tiempo”. Si revisas todos los estudios de opinión nacional en los últimos meses podrás ver que la ecuación electoral del país está  80% en niveles de descontento hacia Nicolás y sus políticas económicas y sociales.

Los especialistas en estrategias políticas aseguran una elección presidencial abierta, competitiva, reglas claras, sujeta a las normas legales y con supervisión internacional, difícilmente podría ganarla el gobierno; sin embargo, aquí comienza la aplicación de la “ingeniería electoral estratégica” cuyo eje central pasa por “diluir el descontento” con operaciones tácticas claves que dispersen la concentración y alineación de la mayoría social con una mayoría política circunstancial, tal como ocurriera en diciembre de 2015”. “En los momentos electorales se relanza la política de control social desde lo político con el carnet de la patria y los bonos nacionales que afianzan la estructura clientelar del Estado, garantizando una base de apoyo alrededor del treinta y cinco por ciento de la población. Luego, promueves divisiones entre los líderes opositores para implosionar su principal plataforma de organización política, dejando abierta la posibilidad de que surjan plataformas alternativas que requerirían tiempo valiosísimo para estructurarse…”

No está fácil, pero tampoco imposible, vencer la maquinaria del madurismo, más aún cuando utilizan el poder y los recursos del Estado a través del “carnet de la patria”. La revolución apunta en sus estrategias siempre a comprar las conciencias sobre un máximo de 6 millones de votantes (techo electoral según su tendencia histórica en los diversos procesos electorales). El primer nudo crítico entre otros que enfrentará Maduro, si existe unidad en la oposición los resultados serían demoledores en términos votación para revolución bolivariana.

Nuestras investigaciones de opinión pública ratifican la acelerada pérdida del capital político por el que atraviesa Nicolás, su ausencia de liderazgo es algo inmanente en su naturaleza humana, deriva en la incapacidad del gobernante, se armoniza como el principal responsable de la crisis económica, política, social-humanitaria, situaciones que se articulan con la desconfianza en que el actual mandatario nacional pueda resolverlas. Contra toda lógica, Maduro mantiene una estrategia en el discurso de las sanciones, guerra económica como una significativa variable distorsionadora en su gestión, también se apoya en estrategias y tácticas para dividir a la oposición y hasta construir la abstención para el venidero evento electoral presidencial 2024… Unidad/Unión son dos palabras claves para comprender de dónde emerge la posibilidad real del triunfo de la oposición.

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