Nicolás Maduro se construyó su propia trampa, pues no sabe qué hacer con el liderazgo de María Corina Machado y eso le tiene la vida hecha cuadritos.

Por un lado, si mantiene la inútil y torpe inhabilitación contra la líder de la oposición, se reavivarán las sanciones económicas en contra de él y de su séquito político.

Es decir, volverá a tener la parte angosta del embudo y no tendrá margen de maniobra económica para seguir causándole daño a la nación y a millones de venezolanos que sufren por los desatinos de los poderosos.

Asimismo, si levantan las inhabilitaciones él (Maduro) y todo su entorno saben muy bien que no tienen capacidad operativa ni política para ganarle a María Corina Machado, pues el liderazgo de ella es totalmente “irreversible” para usar la palabra que tanto les agradaba en el pasado.

En un tú a tú, María Corina Machado debe ganarle 80-20 –siendo conservador– a una izquierda débil, desorientada, corrompida y fracturada, pues los socialistas no tienen nada que ofrecerle a los venezolanos salvo hambre, desesperación y caos.

Esa es la dicotomía que está enfrentando Maduro y eso lo saben dentro del PSUV; por tal razón, andan por allí rumores de un posible reemplazo del señor de los bigotes como candidato presidencial de los rojos.

Delcy Rodríguez, Diosdado Cabello, Rafael Lacava, Héctor Rodríguez y otros andan buscando esa candidatura, aunque no se atrevan a expresarlo a viva voz, pues conocen las repercusiones estalinistas que pudieran tener si lo hacen abierta y francamente.

Todo esto indica que la cohesión del PSUV se rompió, el barco está haciendo aguas y esos lo sienten, en su naturaleza de ratas, más de uno de los compinches de Maduro.

Aquí, poco a poco, veremos a más de uno sacando cuentas y organizando sus vías de escape -abandonado el barco- ante el eventual colapso del régimen.

Nicolás Maduro está allí metido en ese callejón sin salida, es decir: o brinca o se encarama, pero ya no tiene qué más inventar.

Ya la parafernalia del Esequibo se agotó, ¿qué otro pote de humo pretende activar?

La cosa es sencilla, Maduro debe estar claro en que haga lo que haga está perdido.

No tiene qué hacer ni cómo hacerlo, sin embargo si tuviera una pizca de  materia gris en su cerebro, trataría de negociar su salida, y convocaría ya a unas elecciones limpias y verificables.

El ocaso del régimen es un hecho; la realidad que Venezuela está a punto de cambiar es cierta; solo falta echar el resto en los próximos meses y ver como la libertad vuelve a nuestras vidas. Así de simple.

Con María Corina Machado vamos por una nueva época y una nueva Venezuela.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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