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Foto: AFP

Dedico este artículo, gracias a El Nacional, a la memoria del cardenal Jorge Urosa Savino «el caballero cardenal» (Caracas, 28 de agosto de 1942-23 de septiembre de 2021). Venezuela lo despide de pie con un eterno minuto de aplausos, por su amoroso e integro desempeño como guía espiritual del país.

Toda la familia venezolana, cientos de miles de madres y  padres hoy anhelan poder reencontrarse con sus hijos alrededor de una mesa de navidad. Los que ya perdieron un miembro del hogar poder llorarlo juntos, los que se han alejado físicamente del territorio, volver a abrazarse en familia. El pueblo no quiere que se continue este asesinato a cuanta gotas, a cámara lenta, de enfermos y prisioneros que fallecen de mengua; sea por deficiente o inexistente atención médica. Que sea la liberación de los presos políticos, y el acuerdo de inmediata dotación de hospitales y apoyo salarial al personal médico, educativo y de seguridad la base  que inicie realmente una posibilidad de acuerdo político para la reconstrucción del Estado democrático. Con él, una nueva etapa de sanación del tejido social del país propenderá a mejores hogares y escuelas.

Diversas interpretaciones hemos leído o escuchado sobre las negociaciones que se han estado sosteniendo entre el actual narcorégimen venezolano y la «delegación opositora escogida por el G4». Mediante la idea de extrapolación se asumen a una legitimidad derivada del período de aquella elección de diputados en diciembre de 2015. Debo confesar que nos dejan realmente perplejos a los que hemos estado comprometidos, y que de por vida lo seguiremos estando, dentro del país o desde el exilio, respecto de expresiones  que en nada contribuyen o tiene que ver con avanzar hacia una transición de cambio político; ante lo que podría ser una decisiva oportunidad de lograrse la paz para Venezuela.

Atajo cualquier opinión adelantada de quien podría ni siquiera otorgarnos posibilidad de exponer todo nuestro planteamiento. Para aplacarle a esos que se supondrían debían estar de nuestro lado de la libertad les reafirmamos, inequívocamente, que pensamos que es requisito indispensable la salida de Maduro de Miraflores para destrabar una factible transición a la democracia. ¡Pero ello no será suficiente! En tal línea sigo por declarar, categóricamente, que ya no existe margen tampoco para sostener la figura de un interinato y aún menos la legitimidad de ninguna de las dos “Asambleas Nacionales en Venezuela”. Ni de la electa en 2015, a la que se le dio extraining, ni de la espuria, anticonstitucional y con mejor expresión popular “la chimba” que fingió escoger y se engordó por parte del narco régimen.

Toda la actividad delictiva desempeñada por los actores, “durante el interim” del 2019 hasta ahora, y que más bien aspiran una representación mafiosa de sus mezquinos intereses, versus los legítimos intereses de la comunidad venezolana, e incluso de la parte sana de la comunidad internacional, deben ser cesados en cualesquiera de sus funciones públicas de inmediato. Dicha comunidad internacional lo intenta, y puede contribuir de varias formas a una solución para salir de este “paquete”. Paquete que ha significado la mayor avalancha migratoria de la historia de Latinoamérica hacia sus territorios; y una muy complicada perturbación del entramado de relaciones internacionales para recuperar el camino del intercambio económico, el crecimiento, y el vital abatimiento de la pobreza post pandemia en decenas de países.

Es preciso, “de una vez por todas”, hacer que se entienda que si una sola parte pretende salir “ganadora” de las negociaciones ¡ambas perderían! Para ello los jerarcas del narcorrégimen deben sopesar «la real amenaza creíble» que, de no lograrse una acuerdo ahora, la decisión de combatirlos esta tomada, hasta las últimas consecuencias y ¡por todos los medios! La nación venezolana continuaría de cualquier forma posible su lucha para conseguir la liberación de nuestro secuestrado país. a) retomar actividades de protestas masivas e incluso la activación de la lucha con uso de la legitima fuerza para la defensa de nuestros derechos humanos a la libertad, la justicia y la paz, b) la formación de una coalición de fuerza multinacional policial militar, que asuma el deber de captura de los usurpadores en contínuo ejercicio criminal del poder, pues demostraron no entender otro idioma.


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