Escuchar la acusación formal del Departamento de Justicia de Estados Unidos a  Maduro y una parte de su banda confirma que nuestra lucha es la correcta, que la perseverancia vale y tiene sentido. Todos sabemos que este expediente se viene elaborando desde hace años y esta semana hubo la voluntad política del presidente Trump de ejecutar la acción, la cual pasa a ser ya de ámbito judicial. Las consecuencias que traerá nos permiten afirmar como hoy estamos en el principio del fin.

Es de suponer que la estrategia de Estados Unidos es aumentar los costos de permanencia de Maduro en el poder y la decisión del Departamento de Justicia los aumenta. En este sentido, hay un concepto aplicado en oportunidades anteriores y es posible se esté manejando a la par lo que denominan “secret diplomacy”, o diplomacia secreta, pero siempre manteniendo la acción judicial, lo que en un país como Estados Unidos, con separación de poderes, no tiene vuelta atrás. Este concepto de secret diplomacy fue aplicado durante aquellos momentos tensos tanto en Panamá como en Irak. En el caso de Noriega le fue ofrecida una salida hacia España, ya que en ese momento no existía un convenio de extradición con Estados Unidos, a cambio de dejar el poder, abandonar la política y la estructura del narcotráfico. De igual forma se recomendó aplicar algo similar para el caso de Saddam Hussein, y tuviese un santuario en Arabia Saudita. Lo más probable, cuentan los involucrados en estos procesos de la diplomacia secreta, es que ambos subestimaron el accionar de Estados Unidos y nunca creyeron que fueran a ir por ellos, pero se equivocaron de plano.

 

Esta lección de la historia representa un dilema tanto para Maduro como para sus asesores cubanos. Pero si la subestima, se equivocará como ocurrió en los ejemplos anteriores. Por cierto, la dictadura castrista influyó para que Maduro fuese el elegido en suceder a Chávez. Pero la historia también nos demuestra cómo la dictadura castrista aplica al pie de la letra aquello de que el fin justifica los medios, y como lo puso también puede buscar la vía para sustituirlo, pues la diplomacia secreta también llega hasta La Habana.

Ahora bien, la estrategia de elevar los costos de permanencia a Maduro se continuará incrementando, se irán sumando otros personajes a la lista de recompensas y buscados. Lo anterior puede inducir y  generar una fractura que resulte en un escenario interno para su salida, buscando sea acordada. La secret diplomacy tiene un tiempo de duración, no es indefinida y se agota día a día.

Como todos pensamos, pueden haber varias opciones a la salida de Maduro. Una primera puede ser Guaidó y su agenda de los tres pasos. Se cumpliría el primero de los pasos de la agenda: el cese de la usurpación; luego, sobre el gobierno de transición no tengo claro su forma, uno tiende a pensar que en cualquier escenario una junta de gobierno para estabilizar y ejecutar las reformas con el concurso de los mejores sería probablemente lo más conveniente; y posteriormente el retorno a unas elecciones libres.

Pero puede haber también la opción  que incluya una irrupción militar que no estaría alineada ni con Guaidó ni con el G4. Todos suponemos que debe haber dentro del estamento militar, fuera de la cúpula militar o en ella misma, rechazo a Maduro. Allí la duda queda en cómo sería la gobernanza del país. Si es de cambio de régimen hacia la democracia podría ser una junta de gobierno con participación militar y una de sus tareas sería buscar mediante el acuerdo la convivencia y el restablecimiento de la institucionalidad, utilizando ejemplos como el vivido por España con el Pacto de La Moncloa (válido para cualquier escenario).  Si no fuese ese el caso, es decir, la continuidad de la supuesta revolución, la crisis continuaría profundizándose en nuestro país. De darse el cambio de régimen por esta opción de irrupción militar, funcionaria lo que podríamos llamar el pragmatismo político internacional versus la opción Guaidó para salir de la dictadura.

Todo parece indicar que los próximos 120 días dictarán la pauta de lo que vendrá. Durante estos próximos meses todo indica que la crisis se profundizará, la falta de recursos, sin opciones para el abastecimiento, la falta de combustible y la gravedad de la pandemia nos ponen en una situación muy pero muy crítica.

Aun a pesar de la pérdida de importancia del ingreso petrolero para el país, hoy como todos sabemos el precio del petróleo está en sus niveles más bajos en décadas se cuenta en Venezuela con la inversión rusa, cuya presencia obedece más a razones geopolíticas que económicas. En el caso del negocio petrolero se concentrará más en el desarrollo de sus reservas, para mantener su cartera de clientes en Europa, que también buscan un suministro estable; y para minimizar riesgo de sanciones reemplaza a Rosneft por otra empresa bajo el control del gobierno ruso, pero eso no significa que desarrollará las reservas. Por otro lado, Chevron y las empresas de servicios petroleros americanas dejarán de operar en Venezuela, tanto por razones de mercado como por la decisión judicial y la no renovación en los próximos días con alta probabilidad de la licencia para operar. Aunque suena contradictorio en un país supuestamente petrolero. la falta de gasolina puede incendiar el país.

Por último, si Maduro y su banda siguen la línea de pensamiento de sus antecesores, en especial Noriega o Hussein, de permanecer en el poder; una opción presente es la implosión social y vandalismo espontáneo o inducido. Estoy seguro de que nadie sensato desea esa situación, pero estos individuos atrapados sin salida  son capaces, por ello considero que la opción de la irrupción militar es probable al no ejecutar la orden de reprimir al pueblo y represente la fractura.

Estamos en una situación compleja nada fácil, requiere de muchas pericias, conocimiento, estrategia, obviamente la suma de los mejores es imprescindible y la prioridad debe ser salir de la banda que nos desgobierna  cuanto antes, pero sí estamos en el principio del fin.

@JFernandeznupa


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