El régimen de Nicolás Maduro trancó a juro la capital. No hay forma ni manera de movilizarse por Caracas sin encontrarse con una guarimba, una barrera de concreto o un camión trancando la vía. Lo que es la vida, tanto que se quejaban los chavistas. Resulta que ahora los guarimberos resultaron ser otros. Es la genial medida que encontraron para hacerle frente al coronavirus en Distrito Capital, Miranda y Vargas.

Si no se logra por las buenas, será por las malas. Esa es la diferencia entre un gobierno democrático y otro que no quiere que le repliquen, pero que tampoco escucha. Que siente cómo la pandemia le mueve el piso.

Se pueden ver largas y desesperantes colas de vehículos por las calles y avenidas de la capital. También para ingresar a la ciudad. Si no son las trancas, entonces son las alcabalas. La intención es desesperar al ciudadano, hacer que se impaciente, que desista de salir. El régimen ya sabe que no convence a nadie, ni siquiera a sus pocos seguidores.

Los militares y policías, a todas estas, aprovechan para de nuevo retomar el protagonismo que habían perdido un poco. Son los que deciden si usted puede o no transitar. Algunos aprovechan para sacar unos dólares aquí y otros más allá. Muestran su cinismo sin ambages. Se sienten los reyes de la partida.

A todas estas se suma la genialidad de Héctor Rodríguez, el llamado gobernador de Miranda, que ha puesto a sus ciudadanos a comprar por número de cédula, creyendo que así controlará las salidas de la gente y evitará los contagios. Ahora las aglomeraciones son mayores, sin distanciamiento social. Además, esta medida genera desasosiego, pues muchas amas de casa verán cómo las reservas de comida se les van acabando sin poder salir a abastecerse.

Su compatriota, Erika Farías, le sigue muy de cerca el paso, aunque solo ha modificado el horario de los mercados municipales de Libertador. Pero es el momento de la locura, así que cualquier cosa puede pasar, menos que sean lógicos y enfrenten esta pandemia como debe ser: con el concurso de todos, sin politizar ni culpar a los demás, porque el momento es álgido y requiere de los mejores al frente.

Vamos en bajada y sin frenos. Estamos como al principio, o quizás un poco peor, cuando comenzó esto del confinamiento, hace ya cinco meses. Lo único con lo que cuenta el régimen es con la fuerza bruta. No tiene más. Con eso puede controlar a la ciudadanía, infundir miedo, generar zozobra. Pero el coronavirus es distinto. El covid-19 no le teme a Maduro y su combo. Lo puede enfrentar. Lo desafía. Y seguro que lo puede derrotar.


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