En el año 1998, a propósito del triunfo de Hugo Chávez Frías, escribí un artículo de opinión en mi columna «En concreto» en el diario El Tiempo de Puerto La Cruz en el que aseguraba que Chávez vendría a garantizar una alianza con Irán y los enemigos de Estados Unidos, y probablemente desde allí le crearía problemas a la primera potencia del planeta, aprovechando la recursos naturales y la posición geográfica de Venezuela.
El tiempo me ha dado la razón, y aunque nadie se ha ocupado de este peligro para la paz mundial, algunas ejecutorias y reacciones del régimen y del propio Maduro me hacen pensar que no estoy equivocado y el plan continúa sobre la marcha, aparentemente sin contratiempos.
Pero apareció María Corina Machado y el régimen de Maduro empezó a tambalearse, a tal punto de que hoy día 75% de los venezolanos manifiesta que María Corina será la presidente de Venezuela, y es esta una de las razones por las que Maduro no está dispuesto a medirse y hace -y hará- todo lo posible de fallarle a su jefe político, Vladimir Putin.
Esto explica por qué arreciaron las persecuciones y aprehensiones de conocidos dirigentes de las organizaciones que han manifestado su apoyo a la joven dirigente de la oposición legítima y líder indiscutible de Venezuela.
Por eso ha ordenado a dos de sus leales -Jorge Rodríguez, una especie de maligna inteligencia al servicio del régimen y Tarek Williams Saab, convertido en el brazo judicial del régimen- hacer cuanto tengan que hacer para conseguir la reelección presidencial.
Venezuela vive sus horas más oscuras y todo parece indicar que una acción de fuerza es lo único que garantizaría un cambio de régimen en Venezuela, actuación de fuerza institucional que se manifiesta en las posiciones públicas del gobierno de Estados Unidos y la Organización de las Naciones Unidas.