Maduro y su régimen aborrecen la educación y al sector educativo. Educar es liberar de tinieblas y ellos, quien usurpa la presidencia de la República y sus secuaces, son la representación, no solo simbólica, de las tinieblas espirituales y materiales. La educación y el socialismo del siglo XXI, ese artificio político carente de asidero conceptual, son evidentemente antagónicos.

No solo el coronavirus actual ha significado la clarificación y concreción del acto destructor del régimen para con la educación venezolana. ¿Cuántas escuelas, liceos y universidades públicas han cumplido su función y objetivos estos últimos dos años en Venezuela? ¿Educación de calidad? Los programas escolares, no solo dejaron de lado, olímpicamente, la historia venezolana. Esa imbricación presente-pasado tan útil para despertar arraigo, pertenencia, sentido de connacionalidad fue borrada. Además, están teñidos de propaganda política del régimen despótico hasta los libros de texto para la enseñanza. ¿Cuánto puede esperarse de ese sentido politico-utilitario en la educación de los niños? ¿Cuántas nuevas escuelas o unidades educativas fundó, completas, no de artificio, el régimen de Maduro, o más, la continuidad Chávez-Maduro? No puede haber ni de lejos una competición numérica ni cualitativa con los grupos escolares de la democracia regados sólidamente por todo el país. Igual podemos decir de los liceos. Edificaciones aquellas, perdurables, con un concepto amplio, libre, de la educación constituyó el brillante proyecto educativo democrático. Acá, ahora, el proyecto se reserva solo para sí, en materia educativa, la regadera ideológico-politica. Sin ninguna inversión en infraestructura que solidifique una imagen trascendente. Todo artificial y pasajero, todo misérrimo e improvisado, provisional y carente. Todo caracterizado por la chapuza, por la más abierta mediocridad.

Celebro la decisión del gremio magisterial nacional de no retornar a clases virtuales, mucho menos presenciales. El ataque a la educación ha sido despiadado por el régimen tiránico-criminal. Obviamente no merece apoyo ni siquiera mínimo con trabajo regalado y sin protección social alguna. Buenos recuerdos trae a colación el Ipasme, de cuando se protegía tanto a la educación como a los educadores para preservar aquella.

En cuanto a la materia universitaria no hay por qué abundar. ¿Cuál ha sido el aporte de estos más de veinte años? Dónde está el gran proyecto universitario respaldado por la solidez financiera de país petrolero que fundamenta su futuro? Desvanecimiento absoluto. Seguro estoy de que la USB a la que pertenezco orgulloso y la Universidad de Oriente, dos instituciones que se fundaron en la más reciente etapa democrática del país, han hecho mucho más por él que este desastre acabador de la tiranía que revolucionó para involucionar más de una centuria. Fueron proyectos que encararon el futuro en su momento y aún hoy, a pesar del ahogo extremo, sobreviven a las dos pandemias que nos acogotan. Así de cimentados nacieron o crecieron en democracia.

¿Con cuál tipo de moral se atreve Maduro a hacer un llamado a clases? Mal podemos los educadores de cualquier situación ideológica sostener algún tipo de empatía o apoyo a quienes acabaron la educación y la democracia en Venezuela. El único respaldo posible tiene que ser para sacarlos tan inmediatamente del poder como sea factible con el necesario apoyo internacional y gestando las acciones más sólidas a lo interno. Un poder para el que cada día y cada hora demuestran con creces carecer de merecimiento alguno para ejercer. La reconstrucción educativa vendrá aparejada con la reconstrucción del país.


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