• elDiario.es: “Un ‘populismo’ propio de Trump que usa el hartazgo de la pandemia para prometer lo prohibido: ese fue la clave del éxito de Ayuso”
  • Desde su llegada a la Puerta del Sol, Díaz Ayuso ha logrado aprobar una sola ley y en el balance de su gestión de la pandemia, Madrid encabeza todos los rankings negativos de contagios y muertes

En lo que fue llamado “el escándalo de las residencias” más de 20.000 mayores de la tercera edad murieron en las Residencias de la Comunidad de Madrid en la primera ola de covid-19 a causa del virus, pero también por la mala gestión de Díaz Ayuso. El periodista Manuel Rico, de Infolibre, en su análisis del modelo residencial de ancianos de Madrid reclama: «Si en enero de 2020 nos dicen que van a morir 20.000 personas en dos meses, en buena parte solos y abandonados, sin atención hospitalaria, no lo hubiéramos creido. Si además nos dicen que no va a haber un gran debate al respecto, pensaríamos que es imposible»,

También recoge testimonios directos e informes de Médicos sin Fronteras y Amnistía Internacional para concluir que las medidas adoptadas para responder a la pandemia en el Madrid de Diaz Ayuso, han supuesto «la mayor violación de derechos humanos de un colectivo en las últimas siete décadas de historia de España». «Es incomprensible que la fiscalía no haya abierto una investigación». Para entender lo ocurrido Rico ve imprescindible analizar el negocio que hay detrás del cuidado de los mayores, convertidos en objeto de deseo de los inversores por el envejecimiento de la población y por la creciente financiación con dinero público tras la aprobación de la Ley de Dependencia.

Ciertamente, es una pena que para combatir un populismo de izquierda sea necesario desafiarlo con un populismo de derecha. Eso es lo que ha ocurrido con el reciente triunfo en Madrid, no del Partido Popular, sino de la alcaldesa de Madrid, llamada “la trumpista española”. Mientras el gobierno socialista de Pedro Sánchez apelaba a medidas restrictivas para impedir la expansión de la pandemia, la presidente de la Comunidad de Madrid reclamaba “libertad” como símbolo de una lucha afincada en la mundialmente conocida e incontenible emoción española por el irrefrenable impulso de asistir a los templos ibéricos: tabernas, bares y tascas.

¿Cuántas vidas le costó a Madrid esta “libertad” que se trasegó en votos para encumbrar a la Díaz Ayuso a lugares siderales? Llegará el momento de sacar cuentas del costo de este triunfo sobre la otra cara del populismo español representado por Pablo Iglesias.

Cuando el populismo se expresa no parece responder a ninguna lógica. Díaz Ayuso fue llevada de la mano de su líder máximo Pablo Casado, la misma mano que dentro de poco bien pudiera ser mordida por los crecidos incisivos de la Ayuso y su inflado ego. Estas aclamatorias electorales en dirigentes que no están preparados, bien porque no tienen el espíritu acerado que da la experiencia o porque no es el resultado de esfuerzos salpicados de derrotas y progresos, las emociones toman control. Así ocurrió con Chávez en los 90s, con los Kirchners en Argentina, con Evo en Bolivia, Correa en Ecuador y en el altar de la democracia del mundo con Trump en Estados Unidos. Todos con devastadores efectos.

Política y emociones

El papel de las emociones en política es un tema de estudio de las ciencias políticas. Es una suposición común en la literatura política que la comunicación populista tiene un “extra-ingrediente emocional”. El sentimiento visceral en lugar de hechos racionales se considera un factor clave en el éxito del populismo. Investigaciones previas sobre los efectos de las emociones en la comunicación populista apoyan esta suposición. Los efectos emocionales se han estudiado desde dos perspectivas: la convocatoria populista es más persuasiva cuando es explícitamente emocional. La comunicación populista es inherentemente emocional y, por lo tanto, más persuasiva que la no populista.

Entre coaccionar a los habitantes de Madrid, la ciudad de mayor jolgorio del planeta, a permanecer en casa para evitar contagiar a sus semejantes o reclamar “libertad”, como hizo Díaz Ayuso para permitir el ingreso a un bar, una taberna o una tasca, no es difícil distinguir dónde está el populismo.

“La comunicación política es generalmente más persuasiva cuando los llamados son más emocionales que racionales”, sostiene Dominique S. Wirz, politólogo de la Universidad de Zúrich. Las emociones inducidas por los medios pueden influir en actitudes políticas. En esencia las elecciones de Madrid fueron un enfrentamiento entre dos populismos y entre dos falsas dicotomías: “socialismo o libertad” de Díaz Ayuso y “fascismo o socialismo” de Pablo Iglesias. En el balance de la gestión de la pandemia en Madrid, Díaz Ayuso encabeza todos los rankings negativos de contagios y muertes. Si en teoría esto pareciera estúpido, lo es. Pero para el populismo es puro pragmatismo y la prevalencia de los fines.

En este carnaval populista de Madrid no es extraño ver a venezolanos que huyeron del populismo de Chávez y su carnal Maduro, exaltados de emoción y atrapados de nuevo por este maquillado bolivarianismo liberal, esta vez en la Madre Patria.

En su carrera hacia la derecha extrema de España, Díaz Ayuso arrastró al líder del PP, Pablo Casado, quien hasta ayer había sido una fuerza moderadora en el partido. En contradicción con todo lo que había dicho anteriormente repitió el falso dilema de “libertad o socialismo” de Díaz Ayuso. Hace dos años Casado llevó de la mano a una Díaz Ayuso desconocida y hoy ya se duda de la capacidad de Casado para resistir este torbellino de extrema derecha de su propia creación o sobre el futuro de Ciudadanos y Vox, que fueron puestos de lado por los electores por una más genuina representación de la extrema derecha.

El factor Pedro Sánchez

Con esta resonante victoria Díaz Ayuso se coloca, por lo menos, de igual a igual con Pablo Casado y en consecuencia en otra rival de Pedro Sánchez, un hueso duro de roer, como ha sido probado desde el año 2017. Cuando nadie apostaba por el futuro de Pedro Sánchez, alcanzó la secretaría general del PSOE pese a tener toda la estructura dirigencial en contra, incluyendo al legendario Felipe González. Entonces derrotó a la carismática líder de Andalucía, Susana Díaz. Más tarde un habilidoso “golpe de mano” condujo a Sánchez al Palacio de la Moncloa donde se reafirmó en las elecciones generales con un contundente triunfo electoral. Después de subestimar a Sánchez y ser derrotada, Susana Díaz vuelve por los fueros. El próximo el 13 de junio tendrá que probar su valía con otro enfrentamiento con Sánchez en las primarias de Andalucía.

Entretanto el PP, como el Partido Republicano en Estados Unidos, consumido por el populismo exacerbado de moda tendrá que decidir en unos meses entre el irresoluto Pablo Casado y el torbellino de Isabel Díaz Ayuso de la extrema derecha, si es que aún flota en su burbuja emocional.

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