A mis amigos de Honduras

La nueva presidenta de Honduras reconoce las cifras de pobreza de su país, 4 de cada 10 ciudadanos viven esta realidad, 59% de sus casi 10 millones de habitantes, según cifras oficiales de 2019, aunque la ONG Foro Social de la Deuda Desarrollo de Honduras (Fosdeh) la ubica en 71% (datos de 2021). A esto se suma una tasa de homicidios de casi 40 por cada 100.000 habitantes, generada por carteles de drogas y pandillas. Una pobreza que obliga a millones de hondureños a depositar sus esperanzas en la remota posibilidad de migrar a Estados Unidos y desde allí, con sus remesas, aliviar la miseria de sus familiares.

En su proclamación la presidenta de Honduras hizo su primera oferta: “electricidad gratis” para todos. Este primer paso parece ser una muestra de lo que trae Xiomara Castro en su canasta como camino para la redención de sus compatriotas, no una invocación del esfuerzo para alcanzar un rumbo distinto de prosperidad sino el ofrecimiento de un servicio básico como la electricidad donada por el Estado a sus habitantes. Reconoce la existencia de una pobreza generalizada y luego ofrece un mendrugo, electricidad gratis, en lugar de convocar a los hondureños a realizar el gran esfuerzo que responsablemente tienen que asumir, que consiste ni más ni menos que esforzarse para reconstruir el país, trabajar, capacitarse, desarrollar sus mejores habilidades, ser productivos, alcanzar una vía para tener una agricultura próspera que sea el camino hacia la posibilidad de entrar en una fase de desarrollo de la capacidad industrial del país, se esconde Xiomara tras una fórmula populista “electricidad gratis”.

Ella reconoce que su ejemplo ha sido el socialismo siglo XXI de Chávez y su pandilla, así que delira lanzando confites a las masas empobrecidas, “de ahora en adelante los hondureños tendrán electricidad gratis”. Se puede preguntar quién financiará este regalo, si el Estado hondureño está quebrado. En lugar de convocar al esfuerzo y a la necesidad de ser responsables en un país que recibe en bancarrota, cuya deuda pública asciende a 17.000 millones de dólares, de los que 11.000 son compromisos internacionales.

Podemos entristecernos por el significado de este primer acto público de Xiomara Castro y arremeter contra ella por ponerse de espaldas a la posibilidad de enrumbar Honduras por una senda de esfuerzos para reconstruir al país, esperar que deje de mentir para afianzar su liderazgo y embestir contra ella, pero también habría la posibilidad de intentar un acercamiento a Xiomara y abrir un diálogo a partir de la propia experiencia de la significación del proyecto de Chávez, su populismo, la destrucción de la economía, la expropiación de las empresas productivas. Más de 6 millones de hectáreas en plena producción pasaron a manos del Estado y dejaron de producir, fueron saqueadas por hordas que suponían que esas empresas existían no por el esfuerzo de sus propietarios sino porque se las habían robado a los trabajadores. Se podría hacer el esfuerzo de sentar a Xiomara para que vea la película Venezuela-Cuba y preguntarle: ¿Esto es lo que quieres para tu gente? Ya hay miles de hondureños en caravanas desesperadas hacia Estados Unidos en la búsqueda de una posibilidad de salvación en ese país. Estas caravanas aumentarán si no se cambia el rumbo.

Es el momento preciso de preguntar a líderes distintos a Xiomara, que deben existir en Honduras, ¿se podrá tener una relación con Xiomara que supere la autodestrucción de las partes? ¿Existirá una brecha para alimentar fuerzas que muestren que en Honduras existen otras posibilidades, aunque sean remotas, de acercarse a este personaje, obviando quizás a sus mentores, Chávez y Zelaya, e iniciar un diálogo constructivo, usando toda la información de Venezuela como ejemplo de lo que puede esperar a los hondureños si no se detiene a tiempo la labor destructiva de Xiomara Castro inspirada en el chavismo, que solo producirá más miseria y más caravanas de migrantes desesperados?

Las organizaciones de la sociedad civil hondureña y algunos líderes políticos podrían reflexionar acerca de la urgencia de acercarse a Xiomara y detener esa mano que tanto daño y dolor puede producir a sus compatriotas.

En lugar de lanzarse a una lucha sin cuartel contra Xiomara, enseñarle la realidad de los países que han transitado el camino de Venezuela y Cuba. Podría ser una gran ayuda ver cómo países que antes del chavismo-fidelismo tenían condiciones que permitían creer en el futuro, ahora son territorios poblados de gente que solo busca caminos para salvar sus vidas y la de sus familiares. Podría plantearse como una “tregua constructiva” para dialogar con Xiomara, tratar de llegar a su conciencia de ciudadana, de madre de familia y su responsabilidad por el liderazgo que encarna.

Sin ingenuidades, creo que puede establecerse un plazo de conversación antes de que se cierren todas las puertas, se comience la persecución del liderazgo opositor, se clausuren los medios de comunicación que alerten a los ciudadanos sobre los daños que indefectiblemente produciría esa vertiente chavista de Xiomara Castro. Antes de empezar la guerra interna, la acusación a empresarios, trabajadores como enemigos, penalizados como traidores a la patria, que tienen que eliminar para rehacer una supuesta Honduras socialista. La propuesta sería, en nombre de todos los hondureños, del liderazgo democrático, los líderes civiles, los intelectuales, asumir una tarea por la salvación de su país, que traten de mediar con Xiomara Castro y su proyecto destructor de las potencialidades del país, ayudarla a vislumbrar la posibilidad de avanzar en un camino hacia la prosperidad basado en el esfuerzo, en la responsabilidad individual de cada habitante de ese país.

En Venezuela hay un ejemplo reciente, los habitantes de una parte del territorio ―estado Barinas― expresaron su voluntad de cambio derrotando al régimen chavista a pesar de tener en sus puertas  bolsas de comida gratis, regalos costosos: cocinas, refrigeradores, máquinas de lavar, el reencendido de la luz eléctrica casi inexistente o intermitente,  fuerzas militares acantonadas en ese territorio fuertemente armadas, dirigidas por militares de alta graduación como un chantaje o amedrentamiento para incitarlos a elegir al candidato del régimen madurista. Sin embargo, los barineses expresaron su voluntad firme de rechazar el madurismo-chavismo. Esta manifestación de fuerza de la gente en Venezuela ha costado y tardado mucho. Difundan el conocimiento de esta realidad para que no les cueste décadas a los hondureños salir de la dictadura chavista que tienen en la cabeza Xiomara y su mentor. Hay tiempo para recapacitar, pero es corto. Empecemos hoy mismo.


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