La humanidad inherente hace de las suyas. Es el arma más importante en esta era sin moral. A veces se nubla el pensamiento, entre tanta turbulencia emocional y desorden sentimental, dejando escapar algunas lágrimas habituales e interrogantes que no desaparecen: ¿será que estamos haciendo bien?, ¿será que estamos haciendo algo o quizás no estamos haciendo nada?, ¿será que estamos haciendo lo correcto?, ¿vale la pena tanto sacrificio, tanta dedicación, tanta entrega? Pues, las preguntas son profundas y sus respuestas difíciles de encontrar, pero el recuerdo de las decisiones que se han tomado surge inmediatamente. Estamos del lado correcto.

Hace mucho tiempo decidí­ agarrar mi tricolor y salir al asfalto. Mucho tiempo ha pasado de aquellas tardes entre perdigones, gases, balas y noticias sangrientas. Ya mucho tiempo pasó desde que renuncié a los sueños individuales y empecé a luchar por los anhelos colectivos. Hace mucho tiempo dejé de sentir con mi propio corazón y empecé a escuchar el palpitar de los demás. Hace tanto que decidí entrar en el laberinto político sin escuchar a mi sexto sentido quien me hablaba de Medusa y el Minotauro. Hace mucho tiempo que decidí no rendirme y seguir hasta el final. Pues, rendirse no es una opción.

Hoy luchamos con distintos monstruos que hacen estragos por doquier. Las míticas «tareas de Heracles» de la antigua Grecia han quedado minimizadas. El primero y más insignificante, aunque suene contradictorio, es el monstruo de la dictadura que hoy nos azota. Está plenamente identificado y diariamente se le enfrenta aunque cause miedo. El segundo, uno más fuerte y devastador es el «monstruo devora salarios» que ha hecho que la supervivencia en el territorio criollo sea más difícil de afrontar. La varita mágica de Merlín que poseen los venezolanos para hacer hechizos se va agotando con el pasar de los segundos. Pero, el monstruo que luce más invencible y aterrador es en el que se ha convertido nuestra sociedad. «Quien con monstruos lucha debe cuidarse de no convertirse en uno» pues, ya muchos se han convertido y otros han ido evolucionando.

Es inaudito que la crítica acérrima y destructiva sea el pan nuestro de cada día. Las redes sociales se han transformado en el muro de los lamentos para algunos y otros lo utilizan como el paredón de fusilamiento. No hay piedad por parte de la tiranía hacia los dirigentes y sorprendentemente del pueblo tampoco. La lucha que imparten los médicos en los hospitales, las maestras en las escuelas, los trabajadores en las empresas es la misma lucha que tienen los políticos que diariamente van a un sector popular, con riesgos y con convicción para seguir manteniendo la fe y la esperanza viva y ardiendo. ¿Acaso eso no merece respeto?, ¿será que ese esfuerzo no merece apoyo? Pues, pareciera que no y la única forma de salir de la lista de traidores es en una urna.

Seguiremos luchando contra viento y marea, seguiremos en la búsqueda de la libertad y el país que nos merecemos, seguiremos en su paulatina reconstrucción desde sus cimientos, seguiremos con fe y con esperanza. Nuestros ideales son de titanio y nuestras convicciones son tan firmes como el Macizo guayanés. Hemos dominado el miedo que nos auspicia la realidad y hemos decidido salir y darle la cara una y mil veces, con perdigones en la espalda y cicatrices en la cara a todo un pueblo sediento de cambio y prosperidad. Nuestro espíritu no va a resquebrajarse, pues, estamos del lado correcto de la historia. Seguiremos hasta vencer.

@JorgeFSambrano

#RendirseNoEsUnaOpcion


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