¿Quién pasa 16 años como embajador disfrutando de una intocable inmunidad diplomática? Nadie. O casi nadie, porque siempre hay excepción que confirma esa regla.

Es el caso del general en jefe en situación de retiro Lucas Rincón Romero. Ese ha sido el precio de su silencio. Sin embargo, su discreto exilio dorado se ha visto alterado por la codicia característica del poder chavista y de sus servidores.

Los venezolanos más jóvenes desconocen el papel que la madrugada del 12 de abril de 2002 (hace casi 22 años) cumplió el por entonces Inspector General de la FAN cuando, en medio de una crisis en la línea de mando de esa institución (la mayoría los altos oficiales con comando de tropa desatendieron las órdenes del ex presidente Hugo Chávez), le anunció al país que: “Los miembros del Alto Mando Militar de la República Bolivariana de Venezuela deploran los lamentables acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer. Se le solicitó la renuncia al señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela, la cual aceptó”.

Esa declaración fue el golpe de gracia que consumó la breve caída de Chávez. ¿Quién le solicitó la renuncia al señor presidente? A juzgar por esas palabras parece evidente que el Alto Mando Militar encabezado por Lucas Rincón. No obstante, 48 horas después ese mismo presidente era repuesto en su cargo por parte de los mismos militares que le habían pedido la renuncia y, de manera todavía más insólita, el general que le había dado el puntillazo era designado ministro de la Defensa.

Sin embargo, el papel (central) de Lucas Rincón en aquel mes de abril no es lo único que los herederos del poder chavista desean que se borre de la memoria colectiva. También que los actuales usufructuarios de ese poder huyeron mientras que otros, que demostraron más fidelidad cuando todo parecía perdido, desde hace por lo menos una década se encuentran relegados; o que varios de los que hoy son piezas claves en la “institucionalidad” vigente manifestaron en la mañana de aquel 12 de abril su disposición de sumar sus votos a la oposición, a fin de elegir en la Asamblea Nacional a un reemplazo del ex comandante/presidente, en su condición de diputados del Movimiento V República.

Parece obvio que hubo una negociación entre los militares (“¿golpistas?”) y Chávez. Los términos de la misma son un enigma que los historiadores venezolanos que estudien esta etapa intentarán desentrañar. Una cosa sí parece clara, un personaje fundamental de esa transacción fue el general Lucas Rincón.

Durante los años 2002 y 2003 mientras que desde la oposición se insistía que el mandatario había renunciado y desde el oficialismo se mostraba mucha preocupación por demostrar todo lo contrario, el único que había afirmado tal cosa, sin más pruebas que su palabra, se mantenía en el Gabinete Ejecutivo. De la cartera de Defensa lo pasaron luego al Ministerio del Interior, hasta septiembre de 2004. Luego de enfriarlo un par de años lo mandaron como embajador a Portugal, con inmunidad diplomática y lo suficientemente alejado a fin de que se le olvidará. A él y a su afirmación.

Aunque se dice que al general no le gustaba el frío europeo, al menos sí le entusiasmaron los negocios a lo que su cargo le dio acceso. Sabemos que él fue el enlace entre Chávez y el presidente del Banco Espírito Santo, Ricardo Salgado, en el año 2010. Eran los días en los que, en pleno boom de los precios del petróleo, la corrupción chavista comenzaba a ser un fenómeno global. Y así, a cambio de una carta de crédito por 400 millones de dólares que al final no fue aceptada, al banco portugués comenzaron a llegar depósitos de PDVSA, Corpoelec, Carbozulia, el Bandes y el Banco del Tesoro.

Por los momentos, de quien sí tenemos cada vez más abundante información es de la Fiscalía de Portugal, que en su indagación ha establecido que el embajador/general Lucas Rincón recibió 9,6 millones de dólares entre 2008 y 2013 del Grupo Espírito Santo/Banco Espírito Santo en “pagos periódicos” por servir de puente con las empresas estatales venezolanas.

Depósitos efectuados en cuentas de esa misma institución o en otras registradas como empresas offshore. Todo eso es parte de la investigación que adelantan las autoridades portuguesas en la que señalan a Salgado de haber realizado sobornos por 214 millones de dólares a funcionarios venezolanos a cambio de que realizaran depósitos en su banco que desde 2009 se encontraba en quiebra técnica.

¿Quién es el único involucrado directamente sobre el que la Fiscalía portuguesa no ha actuado? Exactamente, Lucas Rincón, quien a lo largo de la investigación que puso evidencia la descrita trama de corrupción no fue imputado, porque hasta hace un año (diciembre 2022) gozaba de la inmunidad diplomática que se ganó por guardar uno de los más importantes secretos del poder chavista.

Artículo publicado en Al Navío


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