Equivalen a diez años venezolanos, infernales para la mayoría, celestiales para una elitesca mafia milicivil que usurpa el poder. Este 5 de marzo, los aliados latinoamericanos de su benefactor Hugo Chávez Frías, fallecido en esa fecha de hace una década, llegaron a Caracas para rendir tributo a su ídolo, clavada su imagen en la pared, señalando así que sigue vivito y coleando, pues poderoso caballero es Don Dinero. El show se montó en el antiguo Museo Militar convertido en mausoleo del “Comandante eterno”.

Las fotos y videos del acto muestran a Raúl Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa, Manuel Zelaya y Luis Arce —sobran las presentaciones— amparados por la guardia pretoriana del general Padrino y el bachiller Maduro.

La escena fue un sainete ridículo, inoportuno, anacrónico y en especial ofensivo para la población de millones repartida entre secuestrados y diaspóricos, pero de nada sirven argumentos ni reclamos ante cualquier régimen totalitario, pues la lógica libertaria es un concepto borrado de su criminal agenda.

Para mitigar un poco las inevitables pero reprimidas sensaciones que semejante disparate produce en el ánimo de los mirones, reacciones juntas o separadas de cólera, indignación, vergüenza ajena, impotencia y resignación, valen silentes recursos defensivos individuales, como por ejemplo la siguiente receta probadamente eficaz, al menos para las generaciones alfabetas que pudieron cursar un buen bachillerato.

Consiste en el juego mental que recuerda y actualiza algunos cuentos inolvidables de Las mil y una noches. Esto permite al fallecido paracaidista presidente bajar del muro funerario convertido en el protagonista siglo XXI del relato Aladino y la lámpara maravillosa y su linterna es tan revolucionaria que ha iluminado a gran parte del continente americano. En su larga ruta con esa luz primaria tiene narcoseguidores armados hasta los dientes para facilitar la destrucción de todo lo que existe, respira y crece, al mismo tiempo que detecta, explora y permite saquear las minas de petróleo, coltrán, oro y diamantes que se utilizarán en la compraventa del centro-sur hemisférico.

La muy astuta Sheherezade merece más detalles. Narradora ingeniosa de esas historias, inventa las tramas cuyo final deja en suspenso y el truco le permite escapar de la muerte, pues su captor es el todopoderoso rey sultán que asesina sistemáticamente noche a noche a las mujeres poseídas en su lecho. Así satisface su trauma de resentimiento y despecho incurables. La cuentista logra sobrevivir, habita en Miraflores y manda bastante sobre y detrás del trono disfrazada en una mágica combinación cubano-iraní que deriva en las vivísimas maniquíes Cilia Flores y Delcy Rodríguez Gómez, ambas a la moda en trajes de marca.

Simbad el marino, aventurero ambicioso, rico insaciable que viajó siete veces a los mares más lejanos conocidos en su época buscando más tesoros, convenciendo con su vigor y retórica singular a gigantes, monstruos y brujos, reencarna pero malvado en Jorge Rodríguez Gómez, entonces aquel generoso superhombre Tamakún radial, héroe de nuestra generación, hoy es canciller fijo, represor profesional de la libre expresión, pasajero aéreo, vengador errante, se detiene por horas en México para refrendar condicionadas falsas promesas.

Y así por el estilo. Estos milenarios deliciosos textos de origen árabe y persa pueden aportar por un rato fantasías compensatorias del sufrimiento crónico, sano pero breve divertimento para los humillados, ofendidos y despojados.

Para concluir este consejo terapéutico conviene remitirse al más popular de todos sus cuentos, Alí Babá y los cuarenta ladrones, porque explica cómo pudieron entrar y salir de la sagrada cueva, hoy Cuartel de la Montaña, los visitantes nombrados al inicio de esta nota. Usaron la clave del “Ábrete sésamo” que son robadas toneladas de oro nacional, regalo de sus anfitriones.

Si se atreven a regresar algún otro día, cuando el país haya resucitado y sea una nación libre, quizás hayan olvidado la contraseña para escapar inmunes, aquel famoso “Ciérrate sésamo”. Un milagro que permitirá juzgarlos por tribunales civilistas, activos sólo en democracia.

Soñar cuesta mucha imaginación. Hasta el momento y por ahora, Chávez vive.

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