Ilustración: Instituto Casla

“Prefiero estar preso con la libertad de poder decir la verdad de la monstruosidad socialista de la tiranía, que estar afuera y tener que callarme porque me están curando. El cáncer que está carcomiendo mis carnes no es peor que el cáncer socialista que destruye mi patria”.

Vasco Da Costa. Carta dirigida a Tamara Suju, el 18 de julio de 2019. https://www.venezuelavetada.com/2019/08/vasco-da-costa-carta-la-dra-tamara-suju.html

De la celda H1 ubicada en la Cárcel 26 de Julio (ver artículo anterior), Vasco Da Costa fue trasladado al Centro Penitenciario de Carabobo, donde llegó con abscesos en la cabeza y en todo el cuerpo.  Debido a las condiciones de insalubridad de las celdas le salieron gusanos en los abscesos y la diabetes que le había comenzado cuando estaba encerrado en la 26 de Julio avanzó a diabetes tipo II.  El 6 de octubre de 2017, luego de múltiples denuncias de familiares y abogados por el peligro que corría la vida de Vasco, se obtuvo la libertad plena, con la condición de presentarse ante el tribunal si era solicitado, lo cual nunca ocurrió.

En abril de 2018, seis meses después, vuelve a ser víctima de persecución al ser acusado por el M/G Néstor Reverol, ministro de Justicia de la dictadura, por el caso denominado “Operación Gedeón II”.  Vasco Da Costa fue detenido en esta oportunidad por una comisión de la División General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), dirigida por el M/G Iván Hernández Dala, y sometido a las torturas más duras y crueles,  según me escribió en una carta que luego hizo pública y que recomiendo a mis lectores leer.

Fue llevado a un Centro  Clandestino de Torturas conocido como la Zona 51,  ubicado en la Urbanización Los Naranjos de Caracas,  donde fue  torturado durante  3 días sin agua ni alimentos,  y luego lo trasladaron a la sede de la DGCIM, donde el horror continuó para Vasco.

En estos dos lugares lo desnudaron y lo ataron de pies y manos, lo tiraron al piso, le dieron  múltiples golpes y puntapiés en todo el cuerpo, en el abdomen y en la espalda, le pegaron con un bate de madera hasta provocar que se defecara.  Luego agarraban las heces  y se la ponían en la cara, se la metieron por los ojos, la nariz y la boca para luego ponerle una especie de máscara de cuero, que contenía unas argollas y por ellas lo colgaron varias veces hasta hacerlo perder el sentido. Cuando esto sucedía, lo tiraban en el piso, y le daban golpes para que volviera en sí.  Fue objeto de descargas eléctricas por medio de unos alfileres que le pusieron en las tetillas,  y asfixias con agua directa al rostro y con bolsas plásticas,  mientras permanecía acostado y boca abajo con la cabeza hacia atrás, y otras terribles torturas que fueron documentadas una a una por el Instituto CASLA y de las cuales la CPI tiene toda la información.

El día 26 de abril de 2018 fue trasladado al anexo militar de la Cárcel de Santa Ana en el estado Táchira.  El día 17 de mayo, en horas de la noche, un comando encapuchado y armado con funcionarios del Sebin, la FAES y la DGCIM, dirigidos por el para entonces coronel Carlos Terán,  se presentó en dicha cárcel y de forma violenta robaron todas las celdas del anexo militar. Durante toda la noche, Vasco fue colgado con las muñecas atadas y recibió múltiples golpes en esta posición, lo golpearon en los pies al punto de que el pie derecho se le inflamó, se le pusieron las uñas moradas (Vasco ya tenía diabetes) y casi pierde un dedo por la infección que se le extendió hasta el tobillo. Fueron aproximadamente 5 horas de torturas sin parar esa noche.  Su hermana tuvo que rogar que lo llevaran al hospital para que lo atendieran debido a la precaria situación de salud que presentaba.

El 16 de septiembre de 2018, Vasco Da Costa fue trasladado a la cárcel militar Cenapromil (Ramo Verde) ubicada en Los Teques, estado Miranda, donde, debido a las torturas, desarrolló un tumor maligno en el ojo izquierdo, que se le manifestó en una piel sobresaliente y venas brotadas, luego en una verruga purulenta y muy dolorosa. Su familia denunció insistentemente esta anomalía, y luego de presionar para que lo trataran, fue trasladado al Hospital Militar, donde los médicos le indicaron que el proceso cancerígeno del globo ocular se debía al proceso infeccioso producido durante  las torturas y malos tratos de los que había sido víctima, que le habían producido posibles heridas internas, y la falta de atención médica oportuna cuando presentó los nódulos dentro del globo ocular, ya que transcurrió un año y dos meses para que lo atendieran, en medio de la insalubridad del sitio de reclusión y la mala alimentación.

Vasco Da Costa fue operado el 10 de julio, quitándole el carcinoma de 10x12mm y debía recibir quimioterapia, con unas gotas que le habían suministrado, pero aún en esta condición, fue trasladado a la celda de castigo denominada “Tigrito” en la cárcel de Ramo Verde, donde estuvo más de 20 días totalmente incomunicado, sin ninguna asepsia, y donde fue mordido por una rata.  La mordedura de la rata le produjo una grave infección que se convirtió en una celulitis severa. 3 meses después, cuando ya tenía la pierna ennegrecida y la herida supuraba, fue trasladado finalmente al Hospital Militar,  luego de súplicas de su familia y órdenes médicas desobedecidas por las autoridades del penal.

Ese mismo día, el 10 de octubre, Vasco fue ingresado al hospital, donde permaneció hasta el día 2 de julio de 2020, cuando fue trasladado de nuevo a la cárcel militar de Ramo Verde, a pesar de  tener una orden de Libertad Plena por motivos humanitarios, y fue un mes después, el 1 de agosto, que lo liberaron.

He dejado en reserva muchos momentos y situaciones difíciles por las que atravesó Vasco Da Costa, pero todas están documentadas en el expediente que llevo ante la CPI. Ninguna de las torturas denunciadas durante todos los años su reclusión han sido investigadas.  Solo hay una actuación fiscal por los sucesos de la cárcel de Santa Ana, pero nada sucedió con esta actuación.  No existe ninguna averiguación abierta, y mucho menos un culpable en ninguna de sus detenciones y torturas, 2004-2020.  Jueces, fiscales, ministros, funcionarios de los cuerpos de seguridad y el comandante en jefe Nicolás Maduro deben rendir cuenta ante la justicia internacional.

La Corte Penal Internacional tiene, en el caso de Vasco Da Costa, un caso claro de persecución sistemática por motivos políticos que incluyen los crímenes estipulados en el Estatuto de Roma en su Artículo 7: detención arbitraria, desaparición forzada temporal, torturas y violencia sexual. Vasco ya no estará para el día en que todos sus verdugos enfrenten la justicia, pero su familia, sus amigos, sus abogados, sí estaremos ahí.

Estimado señor Karim Khan,  usted tiene la última palabra.


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