Ley de Impuesto
Foto: Pixabay

Que Cuba comience el año con una reforma monetaria dice mucho. Lo primero, que el régimen todavía tiene el control férreo de los destinos de la isla a pesar de las dificultades que le ha ocasionado la crisis venezolana. Segundo, que tienen objetivos claros sobre profundizar el padecimiento de la gente; y tercero, que saben colar mensajes que les pueden dar ciertas percepciones positivas, como ese de que hay que arreglar algunas “distorsiones” del socialismo.

No puede decir lo mismo el títere de Miraflores, ni siquiera porque sean cubanos los hilos que lo mueven. Anda declarando por canales que nadie ve que el dólar ha sido una vía de escape, y en eso tiene toda la razón, porque seguramente la cúpula rojita hace rato que sacó todos sus billeticos verdes del país. Nadie puede creer que el mandamás genuinamente esté pensando en los venezolanos de a pie.

No se atreve a aplicar medidas lógicas, aunque sea el sistema económico el que se lo pida a gritos. No tiene la gobernabilidad suficiente como para hacerlo y tampoco la capacidad intelectual para concebir un plan que beneficie, aunque sea a la larga, a todos los sectores.

Por ahora se conforma con decir que el dólar y la revolución son una buena llave. Eso tampoco dice mucho de su claridad de objetivos, porque de los 20 años que lleva el chavismo en Miraflores, por lo menos 19 han hablado pestes del sistema económico “impuesto por el imperio”.

Nadie le va a creer que no sabe que mientras la inflación de 2020 ronda 4.000%, los sueldos no llegan ni al dólar y que la libre circulación de la divisa no ayuda sino que más bien agrava la situación de los menos favorecidos, porque todo sube a precios incluso más elevados que los de afuera.

Esa promesa de que la gente va a poder guardar sus divisas en un banco suena a un último intento por recoger el circulante de la moneda estadounidense a ver si por casualidad entra algo en el erario público. Nada tiene que ver con hacerle la vida más fácil al venezolano, sino que quieren ponerle la mano a la liquidez.

Qué tristeza que ya Venezuela no puede hablar de producción. Ese dinero que va de mano en mano es producto del último eslabón de la cadena económica, el comercio. Y también se trata de una burbuja creada por la necesidad de muchos enchufados de multiplicar sus dolaritos.

Las ironías de esta revolución de pacotilla, pelean contra el imperio, declaran que odian el capitalismo, pero cómo les gustan los billeticos verdes.


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