En el universo de los sistemas en general, Luhmann distingue que los sistemas de sentido son aquellos que mediante la reducción de complejidad estabilizan una diferencia constitutiva sistema/entorno.  Para él, el sentido es, en efecto, una estrategia de reducción de la complejidad que es considerada parte del sistema y  su entorno; conformación del mundo que conlleva la negación de infinitas posibilidades no realizadas, las cuales, sin embargo, permanecen como potencialidades.

El entorno de un sistema de sentido está constituido exclusivamente por otros sistemas de sentido. Es esta una concepción en la que lo sistémico implica una referencia, así como en la evolución de la estructura, entendida como la relación de los elementos [del sistema] más allá de las distancias temporales, es decir como las condiciones que delimitan el ámbito de relación de las operaciones [del sistema].

Los avezados en materia de teoría sociológica podrán apreciar que en Luhmann el funcionalismo estructural de Parsons se ha transformado para dar lugar a una especie de estructuralismo funcional.

Para Luhmann hay dos clases de sistemas de sentido, los psíquicos y los sociales, en estos últimos pueden distinguirse en las sociedades modernas tres categorías: los sistemas de interacciones, las organizaciones y los sistemas sociales. Los sistemas psíquicos y las tres categorías de sistemas sociales; esto es, los sistemas de sentido en conjunto, conforman el campo al que un tanto imprecisamente se le conoce en la literatura en inglés como de los sistemas suaves (soft systems). Lo propio de todos los sistemas sociales que están constituidos exclusivamente por comunicación. Los sistemas socio–político, económico, legal, etc., cada uno de ellos relacionados con la sociedad toda, se encuentran operacionalmente relacionados virtud de códigos binarios propios de comunicación; esto es, las operaciones comunicativas que constituyen a cualquiera de ellos que se realizan en términos de un código bivalente separado de los códigos de los otros sistemas que conforman su entorno.

Cada uno de estos sistemas sociales es entorno de todos los demás; los sistemas psíquicos son entorno de todos los sistemas sociales y cada sistema psíquico tiene por entorno a todos los sistemas sociales y a los demás sistemas psíquicos.  A este respecto, es importante destacar, que dado que los sistemas psíquicos son entorno de los sistemas sociales, los seres humanos –más precisamente, sus conciencias– no forman parte de ellos; son, por así decirlo, soportes de las comunicaciones que constituyen a estos sistemas. La sociedad y todos los sistemas sociales están conformados por comunicaciones y no por individuos.

Los sistemas de interacción son sistemas sociales en los que es necesaria la presencia física de los interlocutores de la comunicación.  La familia es un buen ejemplo de este tipo de sistemas, y quienes se dedican a la terapia familiar saben muy bien que la familia puede ser adecuadamente comprendida y/o intervenida sistemáticamente.  Lo característico de las organizaciones es que se conforman a través de reglas de reconocimiento –típicamente reglas de pertenencia y definiciones de roles internos– que las hacen identificables y que les posibilitan la especificación de sus propias estructuras. En las organizaciones las comunicaciones constitutivas del sistema presentan la forma de decisiones.

Pasamos ahora a considerar la otra corriente del pensamiento sistémico, la que ha sido hegemónica en lo relativo a metodología, esto es, en todo lo que tiene que ver con la solución de problemas.  Se inicia, al parecer, con el surgimiento de la ingeniería de sistemas, término que fue empleado por vez primera en la Bell Telephone Laboratories Inc. a principios de la década de los años cuarenta, aunque desde los años treinta se había reconocido en varias compañías americanas del ramo de las comunicaciones, notablemente en la Radio Corporation of America, la necesidad de una aproximación sistémica al reto que significaba desarrollar un servicio de transmisión televisiva.

La complejidad de los problemas de planeación y organización de la producción, de asignación de recursos y de logística a los que dio lugar la Segunda Guerra Mundial, estimuló la formación y operación de diversos grupos de lo que comenzaba a conocerse como investigación de operaciones, una de cuyas características esenciales ha sido la aproximación a los problemas desde una perspectiva sistémica.  En 1946, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos creó la RAND Corporation en cuyo seno se desarrolló la metodología del análisis de sistemas, que en opinión de algunos es lo mismo que la ingeniería de sistemas, en tanto que para otros es tan sólo una fase en un proceso de ingeniería de sistemas.

Al final  de la Segunda Guerra Mundial surgen tres grandes desarrollos socio-técnicos que se suponen mutuamente y que en conjunto han operado y continúan operando un cambio a nivel mundial comparable en sus efectos a las revoluciones neolítica e industrial, cambio que ha dado lugar a la que apropiadamente ha llamado Russell Ackoff la era sistémica; nos referimos a la computación electrónica, a la ingeniería de sistemas y a un conjunto de disciplinas afines tales como investigación de operaciones, la teoría de la información, la cibernética, la teoría de autómatas, etc., caracterizadas todas ellas, entre otras cosas por su sólo sustento matemático. Ninguno de estos tres desarrollos socio-técnicos hubiera sido posible sin los otros dos.

También en esta rama del pensamiento sistémico ha habido desplazamientos.  Estos han sido más graduales que en la otra; hay aquí una mayor impresión de evolución continua que de cambios de paradigma por lo que cualquier división de la historia en etapas es un tanto arbitraria.

Sean cuales sean las etapas por las que se quiera ver constituido el desarrollo histórico de las metodologías sistémicas, parecería que es posible identificar a lo largo de todo él una tendencia o movimiento fundamental de ablandamiento o suavización creciente; esto es, con el tiempo el objeto privilegiado de estudio ha pasado de ser un sistema relativamente duro a uno relativamente suave.  Lo que ha ocurrido a este respecto es que las metodologías sistémicas han estado siempre referidas a las que se conocieron desde el inicio como las cuatro emes: hombres, dinero, máquinas y materiales (men, money, machines and materials),

El peso específico de cada uno de estos factores ha variado en el tiempo adquiriendo cada vez mayor preponderancia el primero. Más aún, la percepción de la naturaleza de los factores en sí también ha ido cambiando, hoy nos encontramos ante el umbral del reconocimiento de que el factor por antonomasia es la comunicación, la cual –en un sentido técnico bien preciso– da cuenta, no de los hombres, sino de lo que un tanto de manera crítica entenderíamos por las relaciones entre ellos, que es lo que viene a ser lo que de verdad es sistémicamente relevante.

Consideremos las tres metodologías surgidas en una fase relativamente temprana de esta corriente del pensamiento sistémico, en primer término la metodología para la ingeniería de sistemas generada por A.D. Hall.

Esta metodología originada en los laboratorios de la compañía Bell (telefonía) contempla las siguientes cinco etapas:

a) planeación de programas (la cual debe conducir a la identificación de un área proyecto específico como objeto de atención);

b) planeación exploratoria (conducente a la elección de los proyectos de desarrollo que habrán de ser emprendidos);

c) planeación de desarrollo del sistema (cuyo resultado debe ser las especificaciones del sistema por desarrollar y el plan de acción para hacerlo);

d) desarrollo del sistema;

e) mejora del sistema desarrollado (empleando para ello retroalimentación sobre la operación del mismo).

En esta metodología cada una de las tres primeras etapas se lleva a cabo en seis pasos con relación a las cuales pueden darse diversos tipos de interacciones:

a) definición del problema,

b) selección de objetivos,

c) síntesis de sistemas,

d) análisis de sistemas,

e) selección del sistema óptimo; y

f) planeación para la acción.

La metodología de análisis de sistemas de la Corporación RAND desempeñó durante varios años, en muy diversos medios (típicamente en las instituciones y organizaciones responsables del aparato militar norteamericano o en las vinculadas a ésta), una función emblemática.

Consta de las siguientes cinco fases:

a) formulación (fase conceptual),

b) búsqueda (fase de investigación),

c) evaluación (fase analítica),

d) interpretación (fase de juicio); y

e) verificación (fase científica).

Finalmente, las fases de un estudio de investigación de operaciones fueron presentadas en un artículo de R. Ackoff y C. S. Churchman de esa misma época como sigue:

a) formulación del problema,

b) construcción de un modelo,

c) obtención de una solución,

d) validación del modelo y de la solución; y

e) realización en la práctica de la solución.

Para la formulación de modelos y la obtención de soluciones (con base en ellos), la práctica de la investigación de operaciones se ha apoyado por lo general en varias otras de las disciplinas a las que nos hemos referido como afines y típicamente en las técnicas de programación matemática.

Durante la primera mitad de la década de los años setenta muy diversos consultores y académicos (o grupos de ellos) fueron llegando independientemente unos de otros a la conclusión de que los problemas de diseño, diagnóstico y administración de sistemas complejos en los que interactúan de modo permanente aspectos psicológicos, sociales, tecnológicos, materiales, financieros, etc., exigían metodologías interdisciplinarias mucho más comprensivas que las que se venían empleando hasta entonces. Así, como resultado de la transformación de las metodologías conocidas o sin una base de experiencia previa de ellas, surgieron la ingeniería de sistemas para equipos interdisciplinarios de W. Wymore, la metodología de los sistemas socio-técnicos de Fred Ed Emery y Eric L. Trist del Instituto Tavistock (Londres), la cibernética de las organizaciones de Stafford Beer, la planeación interactiva de Russell L. Ackoff y la metodología de los sistemas suaves de Peter B. Checkland.

Estas metodologías, con las modificaciones que han ido experimentando a lo largo del último cuarto de siglo, continúan disfrutando de vigencia y, en un sentido amplio, parecería que pueden ser consideradas como equivalentes funcionales unas de otras. El campo común de aplicación de estas metodologías recibió distintos nombres (sistemas socio-técnicos, para Emery y Trist; organizaciones para Ackoff y Beer; sistemas de actividad humana para Checkland).

La metodología de ingeniería de sistemas para equipos interdisciplinarios de W. Wymore. Esta metodología es digna de ser tomada en cuenta por varias razones.  En primer lugar, se encuentra sustentada por una teoría formal (matemática) del diseño de sistemas, denominada teoría tricotiledon por su autor.  (Los cotiledones de la teoría son: a) el de entradas y salidas, b) el tecnológico y c) el de viabilidad).  En segundo término, ha sido desarrollada y comunicada con un grado de rigor ausente por lo general, en los textos en los que se exponen metodologías sistémicas.

Por último, debe destacarse el hecho de que parte del supuesto de que los estudios de ingeniería de sistemas, para ser exitosos, deben ser emprendidos, no por consultores aislados, sino por auténticos equipos interdisciplinarios (evocando de alguna manera la ley de variedad requerida de Ashby en el sentido de que la complejidad del problema por resolver exige un equipo de trabajo capaz de generar una gama amplia de soluciones posibles de complejidad semejante).

Los sistemas socio-técnicos de Fred E. Emery y Eric L. Trist.  Con inspiración en las teorías de campo elaboradas por el psicólogo social Kurt Lewin, Emery y Trist desarrollaron en el Instituto Tavistock de Londres un modelo para enfrentar y resolver problemas propios de los sistemas socio-técnicos, el cual dieron a conocer en su libro Towards a Social Ecology (1973).

Una derivación posterior importante de esta corriente metodológica fueron los programas de calidad de vida en el trabajo.  En los sistemas socio-técnicos es posible distinguir dos aspectos o componentes fundamentales: el técnico (duro) y el social (suave).  La adecuada atención a los problemas relativos a este tipo de sistemas exige la consideración simultánea de ambos aspectos y de sus interacciones. Como reacción a otro tipo de prácticas, en esta corriente metodológica se han privilegiado transformaciones en el componente social, tendiéndose a no modificar mucho el subsistema técnico.

En la actualidad, sin embargo, existe un consenso en el sentido de que las soluciones óptimas a los problemas presentados por los sistemas socio-técnicos exigen aproximaciones plenamente integrales que conjuguen exitosamente los dos tipos de racionalidad involucrados.

Según De Greene, los aspectos clave de la práctica moderna en esta corriente metodológica son los siguientes:

a) grupos de trabajo autónomo y semiautónomo,

b) diseños organizacionales matriciales,

c) mínimo control externo de las diferentes unidades operativas,

d) identificación de las unidades socio técnicas básicas o elementales,

e) desagregación de los procesos en operaciones unitarias para fines de análisis; y

f) estrategia de investigación-acción. (En la investigación-acción se da una relación dialéctica entre el aprendizaje a través de la práctica y la realización de la práctica en función de lo aprendido).

Stafford Beer es ante todo, un consultor internacional en el campo que él llama cibernética de la gestión de las organizaciones y lleva a cabo su actividad profesional mediante la aplicación de su modelo del sistema viable.  Las organizaciones en las que ha aplicado este modelo van desde pequeñas empresas hasta países enteros, pasando por grandes industrias, grandes consorcios prestadores de servicios y agencias gubernamentales a escala de ministerios.


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