Las acciones que hemos visto recientemente en Ecuador y Chile son el ataque de la izquierda comunista que nuevamente regresa a su estilo de lucha natural: la violencia, como medida “revolucionaria” para tomar el poder.

Nuevamente, la izquierda muestra su verdadera cara, la que utilizaron en los años setenta con la guerrilla para asaltar el poder y hacerse de él en países donde cometían actos terroristas. El discurso de “amor al pobre” y “justicia social” no está calando en los ciudadanos. Quienes hemos vivido bajo estas falacias sabemos que es saqueo y aumento del resentimiento.

Sabemos que la izquierda que ahora se denomina progresista cuenta con una prensa internacional a su servicio, aunado con los recursos económicos producto del narcotráfico, para llevar a cabo la agenda que se han propuesto y que no es otra que aniquilar la libertad, la propiedad y atentar contra la familia. Los actos vandálicos sucedidos recientemente en Chile son una clara evidencia de ello. No solamente han atacado el comercio y el transporte, han llegado al extremo de saquear iglesias católicas usando imágenes sagradas como barricas y seguidamente incendiado la infraestructura de los templos.

En el caso de Venezuela la deshumanización ha llegado a niveles nunca antes vistos, desde profanar tumbas hasta convertir lugares históricos en sitios donde se le rinde culto a prácticas satánicas. El comunismo destruye el núcleo familiar porque es allí donde se forman los valores del respeto y la solidaridad entre ciudadanos. Por eso debemos insistir en que esta lucha no es solamente por sacar a una persona o un grupito de Miraflores; quienes tenemos plena consciencia de lo que sucede en el país sabemos que la lucha debe ser para erradicar de raíz un sistema perverso, criminal, antivida, antipropiedad, antilibertad.

Quiero citar a la neurocirujana cubana Hilda Molina: “Fidel Castro la llamaba la revolución silente. Mientras llegamos al poder por la vía tonta de la democracia, hace años que estamos llevando a cabo la revolución silente. Penetra la neurona, trabájale el cerebro a la gente, trabájale la ideología, captúrale el alma a la persona y ya está todo realizado”.  Hemos visto cómo han adoctrinado por años a los venezolanos, pero también vemos cómo llevan ese mensaje por la región, donde la izquierda de diversos países insiste en el discurso de que en Venezuela existe la verdadera “justicia social”, educación “gratis”, salud “gratis”, vivienda “gratis”. Pero los venezolanos sabemos que todo esto es una vil falacia, no hay nada gratis, todo tiene un precio y ese precio es el más preciado de todo individuo: la libertad.

Están atacando la libertad de países del hemisferio y para detener este avance del comunismo es fundamental liberar a Venezuela , para ello es imperioso que se reorganice la oposición real y comprometida con la causa de la libertad, sin caer en estafas electorales ni estafas de diálogos, una oposición que le haga frente al comunismo y todas las mafias que este representa, una oposición que esté unida en torno a un solo propósito que no es otro que sacar de raíz un sistema que es una amenaza para la paz mundial.


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