La Venezuela actual entre otras cosas está afectada por una pandemia global con efectos locales en todas las áreas, no sólo en el ámbito humano que sin dudas es uno de los más importantes, sino trastoca lo económico, lo educativo, lo social, lo religioso, lo financiero y demás. Sin embargo, debemos recordar que revisando estudios, reportes y otros, para el año 2018 ya el país mostraba una serie de indicadores regresivos en muchos ámbitos y áreas, e incluso, el país había sido señalado o caracterizado como una “crisis humanitaria compleja” y si bien en algunos aspectos o rubros el país desde 2018 mejoró no ha sido así en muchos otros ámbitos cuyo deterioro es apreciable.

El gobierno del presidente Maduro electo en 2013 tras el fallecimiento de Chávez desperdició un tiempo precioso para introducir reformas secuenciales en materia de política fiscal, económica, financiera. No hacerlo fue irresponsable y en paralelo se corría la arruga en criollo y se postergaba la imperiosa necesidad de formular una política económica, un plan de estabilización que “gradualmente” permitiera corregir las grandes distorsiones presentes en la economía venezolana, presentes estas desde los inicios de la llamada “revolución bolivariana” y en la necesidad de desmontar unos enfoques ortodoxos, retrógrados y desfasados en pleno siglo XXI , entre ellos, el prurito y animadversión al sector privado, a la pequeña y mediana industria, al capital privado e incluso a Fedecámaras como institución que históricamente ha desempeñado un papel vital en el desarrollo del país, y que por miopía o incluso ignorancia muchas veces se le ha satanizado en el verbo y proceder del alto gobierno.

El momento actual es sin dudas complejo porque se juntaron a la vez no sólo enormes deudas externas, dos décadas de exacerbación del rentismo que tanto críticó Chávez, sino la afectación como nunca antes de las empresas básicas, del Pdvsa, Corpoelec, serias limitaciones para producir y reactivar no solo el negocio petrolero sino con un manejo errático de la economía produciendo de manera reiterada y exponencial hiperinflación, destrucción del poder adquisitivo, salarios de hambre, afectación a la banca y anclaje legal, éxodo masivo, una reconversión monetaria sin un andamiaje mínimo, y además, promulgando una serie de leyes y normativas lesivas a la economía, a la competitividad y al propio sector privado que es el responsable de lo poco que funciona en el país en términos de productividad, bienes y servicios frente a un estado hipertrofiado.

De tal manera que en la actualidad los retos de nuestra economía y sociedad respectivamente son astronómicos, monumentales e impostergables. El gobierno por sí solo no tiene manera de salir airoso de la crisis actual. Quiérase o no debe dialogar, tender puentes, negociar en el mejor de los términos, establecer unos interlocutores, unas agendas, y por supuesto unos objetivos y metas, incluyendo, como dicen los gringos, rule of law (reglas de juego) y en esa ecuación el papel del sector privado y particularmente de la actual directiva de Fedecámaras es monumental y protagónico por las propias características y rasgos de la Venezuela contemporánea.

Fedecámaras es una institución que congrega en si buena parte de la musculatura empresarial venezolana, y esta directiva actual no sólo está formada  por un equipo humano y profesional muy competente, todos jóvenes y no tan jóvenes venezolanos con una trayectoria y experiencia, y aclaremos no son dirigentes políticos pero si líderes, venezolanos forjados a pulso que palpan al país, que lo recorren, que conocen los padecimientos de la gente y los requerimientos de los diversos sectores y fuerzas vivas a nivel nacional aspecto paradójicamente ausente en buena parte de la dirigencia política (tanto en el gobierno como en la oposición salvo honrosas excepciones) desconectada del país nacional, esa directiva tuvieron el acierto de patear al país a lo largo y ancho en la campaña el años pasado y lo han seguido haciendo, por consiguiente tienen un inventario, un diagnóstico directo e irrefutable de los sectores, de las cámaras, de las necesidades, retos y potencialidades de las regiones y sectores.

El Comité Gerencial de Fedecámaras encabezado por Carlos Fernández Gallardo como presidente; Adán Celis Michelena como primer vicepresidente (que viene de una gran gestión en Conindustria); Felipe Capozzolo como segundo vicepresidente (que viene de una extraordinario desempeño en Consecomercio) y César Guillén Lamus como tesorero (expresidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Mérida) les corresponde asumir retos monumentales comenzando por tender puentes, establecer alianzas con el sector público, instar a la reforma de algunas leyes regresivas en el seno de la Asamblea Nacional, promover un diálogo sincero con el gobierno que arroje frutos y resultados en el corto y mediano plazo, motorizar acuerdos en sectores vitales e instar a la necesidad de un piso jurídico financiero estable como medida que atraiga inversión privada, no sólo nacional sino externa o foránea.

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail: [email protected]

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!