En estos primeros días de marzo de 2023 cuando unos paracaidistas del grupo llamado Furia han puesto a circular un video de los saltos con paracaídas desde el Salto Ángel, así como un aviso ofreciendo unos viajes de turismo para saltar del mismo, me viene a la memoria la historia de los primeros saltos hechos desde lo alto del Salto Ángel, cumpliéndose este año el 40 aniversario de tal proeza.

Era el 28 de octubre del año 1983 cuando un grupo de experimentados paracaidistas venezolanos y norteamericanos dejaron inscritos sus nombres en la historia del paracaidismo mundial, al saltar desde lo alto del Salto Ángel o Kerepakupai Vená, que en idioma pemón significa “salto del lugar más profundo”, estos fueron los venezolanos Massimiliano Botto, Rodolfo Gerstl, Aníbal Dao, Miguel Dao, Gabriel Toth, Pedro Sánchez y Ricardo Consani.

El Salto Ángel con una altitud de 1.489 metros sobre el nivel de mar, tiene una altura aproximada de 979 metros, lo que permite unos 807 metros de caída libre ininterrumpida del agua hasta hacer contacto con la tierra.

Este tipo de salto es conocido en inglés como salto B.A.S.E., lo que viene del acrónimo de las palabras en inglés Buildings o edificios, Antennae o antenas, Spams o puentes y Earth referente a acantilados o similares, todos ellos sitios fijos desde los cuales los paracaidistas saltan al vacío y dependiendo de la altura permite un mayor o menor tiempo en caída libre.

Teniendo el Salto Ángel una altura de 807 metros de caída ininterrumpida permite un salto BASE de un total de tiempo aproximado de 30 segundos hasta el piso, por lo que los paracaidistas se permiten unos 12 a 15 segundos de caída libre sin mayor riesgo.

El salto BASE de alturas mucho menores a 150 metros con un tiempo aproximado de 5,6 segundos hasta el piso se han vuelto comunes, pero ha requerido algunos cambios en el equipo usado.

Los primeros saltos BASE se realizaban con equipos standard de paracaidismo, conformado por un paracaídas principal y uno de reserva, con el sistema de apertura conocido como “slider up”, que es una pieza de tela de paracaídas, de forma rectangular pequeña, algo mayor a un pañuelo. Esta pieza del equipo permite un despliegue del paracaídas principal algo más lento, lo cual disminuye el golpe del aire durante la apertura y el daño que este podría ocasionar a la canopia o paracaídas.

En los saltos BASE mucho más bajos, ya no se usa el paracaídas de reserva, pues en definitiva no hay tiempo suficiente para poder utilizarlo, por lo que se pone sumo cuidado en el pliegue y empaque del único paracaídas usado. El paracaidista no alcanza la velocidad terminal por lo que no se usa el slider y en muchos casos se utiliza una cinta estática fijada al punto de salida, para que el paracaídas vaya saliendo de su container tan pronto como el paracaidista salta al vacío.

El autor saltando desde el Autana

El salto BASE implica un riesgo adicional al paracaidismo normal, el hecho de tener una estructura o pared muy cerca al momento de abrir el paracaídas implica la posibilidad de choque y colapso de la canopia, en el caso de que la apertura quede orientada y avanzando hacia la pared, lo cual es la mayor causa de fallecimientos de este deporte extremo, pero a pesar de todo el índice de muertes es bajo.

Al 4 de enero de 2023 la lista de fallecidos en saltos BASE registra un número de 444 muertes por salto desde abril de 1981. Un estudio de 20.850 saltos BASE desde el macizo de Kjerag en Noruega reportó 9 muertes durante el período de 11 años de 1995 a 2005, o uno de cada 2.317 saltos.

Como dato curioso, la hija de Aníbal Dao, Ana Isabel Dao, fue la primera mujer paracaidista venezolana en realizar un salto BASE desde el Salto Ángel.

Yo llené mi cupo de saltos BASE, con única y exclusivamente 2 realizados en 20 años de practicar paracaidismo. Uno desde el Autana, en compañía de Aníbal Dao, Rodolfo Gerstl y Pedro Luis González, realizados durante las expediciones de los globos de Vencerámica organizadas por Jorge Delano y el segundo desde el salto Kukenán para el programa de Venevisión llamado Los Hijos del Viento, cuya productora fue Alba Revenga. Suficientes sustos para no repetirlos jamás.


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