Incluso con las fallas o errores que podamos encontrar en una figura como Simón Bolívar, la distancia que hay entre él y los chuecos personajes de la revolución bonita es simplemente abismal.

En la extraordinaria biografía del Libertador de John Lynch (Simón Bolívar) se lee que nuestro máximo héroe fue capaz de dirigir sus ejércitos en medio del caos y lograr sus objetivos, pero fracasó como líder posrevolucionario porque no consiguió sobrevivir en un mundo caótico.

Lo cierto es que a lo largo de la historia nunca se ha conseguido crear un modelo de sociedad perfecto; las soluciones dependerán siempre de la disposición de la gente para valorar correctamente lo que es más conveniente para sus libertades y, en última instancia, para su propia salvación.

Por razones que estuvieron fuera de su alcance, Bolívar no fue un demócrata liberal pero estuvo muy distante de ser un conservador extremo. Él fue terminante cuando afirmó “ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón”. De lo que no podemos dudar es que el Libertador habría despreciado a una “revolución” como la “bolivariana”, la cual deshonra su nombre y valía. Los hechos ratifican el aserto anterior.

A comienzos de 2014, una institución reconocida como es Transparencia Internacional ubicó a nuestro país en el grupo de los 20 más corruptos a nivel mundial. Por su lado, en el estudio que hizo Transparencia Venezuela en el año 2019 se determinó que nos encontrábamos en la posición 176 de un total de 180 países evaluados. Se trata, ni más ni menos, de lo más profundo del foso.

La realidad anterior se nos manifestó de forma concreta en figuras cercanas a Chávez. Los casos de Arné Chacón Escamillo (hermano de Jesse Chacón, personaje de primera línea del chavismo) y Alejandro Andrade son demostrativos del cáncer que desde su inicio carcome a la revolución bonita. Es pues un proceso de agostamiento que arrancó tempranamente y que sigue afectando, con todo tipo de artificio, al cuerpo revolucionario actual.

El 27 de noviembre de 1992, el entonces teniente de fragata Arné Chacón participó en la intentona de golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Le correspondió acompañar a su hermano Jesse Chacón en la toma del canal del Estado, Venezolana de Televisión, evento al cual nos referimos en nuestro artículo de la semana pasada. Como se sabe, en la acción murieron varios vigilantes del ente televisivo.​ Por ese acto criminal los “brothers” fueron condenados a 22 años de cárcel. Pero junto con los demás participantes en el delincuencial suceso, en febrero de1994, fueron indultados por el presidente Rafael Caldera.

Poco después de que Chávez se juramentara como presidente de la República, el joven expresidiario se incorporó a la fiesta que comenzaba. Fue designado entonces inspector general nacional de Hacienda en la Unidad de Auditoría del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria. Posteriormente lo nombraron jefe de control fiscal del mismo ente. El cargo lo ejerció hasta finales de 2001, cuando fue trasladado en comisión de servicio a la Vicepresidencia de la República.

En paralelo a ese último rol se desempeñó como director del Banco de Fomento Regional Los Andes. También laboró en el Banco Industrial de Venezuela. Así completó su brillante formación bancaria, lo que le permitió volar más alto, sobre esos territorios donde hay mucho más billullo.

Con el mar de oportunidades que surgieron, Arné no dudó en enrumbar sus habilidades hacia los negocios. Supo calibrar la importancia de ser hermano de una figura tan cercana al prócer de la revolución bonita. Esa circunstancia, más su condición de militar retirado, le abrió muchas otras puertas. Un año más tarde comenzó a gerenciar la concesión del Kino de la Lotería del Táchira, incorporándose entonces a la banca privada.

Todo marchó viento en popa. Ello explica que a partir de 2005 Arné empezara a invertir en caballos de raza. Cinco años más tarde terminó siendo el feliz poseedor de cincuenta caballos pura sangre.​ Ya para ese momento su actividad bancaria y éxitos concomitantes le producían beneficios boyantes. Prueba de lo anterior fue su entusiasta declaración pública: “Tengo mil millones de dólares en efectivo para comprar bancos”. Lo demás fueron hechos rocambolescos, pero bien documentados, que “sorprendieron” tanto a Jesse como a Hugo Rafael y que pueden ser leídos a través del buscador de Google.

Lo anterior no fue para nada un hecho aislado de malos manejos y corrupción. A lo largo y ancho del país la terrible enfermedad creció rápido, como la verdolaga, involucrando al entorno más cercano al caudillo de Sabaneta. Tal fue el caso de Alejandro Andrade, a quien encarcelaron en Estados Unidos en diciembre de 2017 al declararse culpable del lavado de dinero (1.000 millones de dólares) proveniente de sobornos.

Andrade fue también uno de los oficiales que acompañó a Chávez en su intentona golpista de febrero de 1992. Posteriormente se desempeñó como su guardaespaldas durante la campaña presidencial. Cuando el jefe asumió la Presidencia de la República, trabajó como su secretario privado. La cercana relación se hizo mucho más fuerte luego de que el máximo líder le hiciera perder un ojo cuando jugaban chapitas en el palacio presidencial.

Se trata de un juego que remeda al de pelota, bateándose chapas de refrescos o cervezas con un palo de escoba. Al momento del incidente, Andrade hacía las veces de pitcher mientras Chávez se encontraba al bate. Al este último impactar la chapa, la misma fue a dar en el ojo derecho del lanzador, sin posibilidad alguna de su salvación. El accidente le costó al país mucho más que ese ojo de la cara, en virtud de los múltiples sobornos que la “feliz víctima” puso en práctica mientras estuvo a la cabeza de la Tesorería Nacional y otros entes financieros del Estado.

Tristemente, a estas alturas del partido que “dirige” el actual conductor de Miraflores, la masa ya no da para bollo. El rechazo de la inmensa mayoría de los venezolanos no puede ser ocultado y el mensaje de Simón Bolívar desde Maracaibo, del 16 de diciembre de 1826, recogido en las Memorias del General O’Leary, tomo 24, p. 524, tampoco pierde su actualidad:

“Nadie, sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo; y su potestad, usurpación (…) Quiero morir antes que veros en la ignominia, que es todavía peor que la misma tiranía (…) ¡Desgraciados de los que desoigan mis palabras, y falten a su deber!”.

No queda nada más que decir.

@EddyReyesT


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!