El nudo más crítico que enfrentará Maduro es solo si existe unidad verdadera en la oposición política venezolana. Es evidente, el gobierno revisa resultados de sus estrategias y hace constructos casi a diario de posibles escenarios electorales con miras a 2023-2024, sabe que su oportunidad es la división en la oposición, como lo beneficio en los recientes triunfos electorales locales y regionales del 21 de noviembre de 2021.

Una oposición dispersa no alcanzará nunca sus objetivos en 2024. En la complejidad económica y política que transita el país, el venezolano ha perdido la paciencia, anda obstinado, ansioso, sonámbulo, se atreve a manifestar el fracaso en 85% de la gestión de Nicolás Maduro. Pero esa gran mayoría está hipersensible y busca un líder político que llene sus expectativas de cambios.

Sin embargo, Maduro continua en una elevación de arrogancia y sordidez, cualidades que solo complican la dinámica de un país que desea reflotarse y salir de sus graves problemas. Hasta ahora el primer mandatario nacional ha demostrado no tener “madera” de líder político, pero habilidosamente se proclama en alta voz como “el hijo de Chávez”.

Nuestras investigaciones de opinión públicas ratifican la acelerada pérdida del capital político por el que atraviesa Maduro, su ausencia de liderazgo es algo inmanente en su naturaleza humana, deriva en la incapacidad del gobernante, se armoniza como el principal responsable de la crisis económica, política, social – humanitaria, situaciones que se articulan con la desconfianza en que el actual mandatario nacional pueda resolverlas.

Contra toda lógica, Maduro mantiene una estrategia en el discurso de las sanciones, guerra económica como significativas variables distorsionadoras en su gestión. No obstante, se apoya en estrategias y tácticas para dividir a la oposición.

Maduro está “preso” en su propio laberinto, fatigado, moviéndose en varias dimensiones para tratar de resolver las complejidades: crisis económica, política y social, ante las cuales se muestra incapaz de dar efectivas respuestas, trata de enfrentar esta situación con cárcel, represión y con amenazas, su propia gente cae en la duda y en su propia reflexión que de seguir las acciones la historia no absolverá a la revolución bolivariana. Solo los estoicos maderistas mantienen un discurso apuntalado en la psicología inversa para darse esperanzas y fuerzas para continuar vendiendo un proyecto político que debe ir urgentemente a su propia revisión. Los números “hablan”.

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