En su discurso demonsergas refritas en aceite de carro y falsas justificaciones inexcusables, así como en su deshacer continuo, los llamados políticos de nuestra región hanhecho todo y más por generar al hombre nuevo.

No quisiera generalizar, pero a diestra ya siniestra,algunos de esos ignorantes y obtusos dirigentes, decisoras y decisores, que se las dan de cultos y no saben ni hablar, han querido implantar monstruos paraasí sustituir a la población y forjar el hombre nuevo.

En su disfrazado afán ejecutivo por la eficacia y así quererse parecer y hasta ponderar a la sociedad civil de donde salieron y suelen despegarse después de llegados al poder, por allí entonces han reivindicado y han querido imponer, por ejemplo,al hombre sin cabeza como modelo. No para que asuste a medianoche, sino porque están convencidos que el hombre nuevo ha de dejar de pensar, como ellos, como los políticos, quiero decir.

Han pretendido darle vida a Frankenstein tratando de hacer cuerpo social con pedazos de organismos extintos, importando doctrinas de librito o apelando a chuscos caprichos, impuestos todos a la machimberra. Han querido replicar al vampiro Conde Drácula para ir a morderles la yugular a cuanto mortal asome la cabeza. Han buscado revivir al hombre mono para que vuelva a un estado no natural, pero sí anti histórico. Al hombre invisible para que el ciudadano de a pie desaparezca, no eche más vaina, ni reclame nada de lo que le es suyo. Al centauro que es un hombre salvaje y así, el hombre nuevo sobreviva en lugar de vivir dignamente.Imponen medidas propias de película mala para perpetuar aquello de que toca vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir. Y todo ese movimiento infame para derivar en el hombre solitario, en el serermitaño de la tierra delolvido y a la posible condena de otros cien años de mocedad o a quién sabe cuántos siglos más de atraso medidos por sus relojes de arena gruesa, inmóvil y retrógrada.

Aquí no se ha querido a nadie últimamente más que por sentido utilitario, para tiranizarlo y chupanizarlo. Hacer que obedezca y chuparle hasta el tuétano como quien chupa un hueso que le quedó en el plato de la pálida sopa, aspirando a generar zombis, odres consuetudinarios,hordas de zombis, porque así es como les sirve a ellos la sociedad civil.

Como siempre, de la boca para afuera, villas y castillas. Sobre todo, en tiempos de campaña electoral para seguir engatusando y metiendo gato por liebre en un ejercicio narcisista donde se presentan inmaculados, pero ya todo el mundo sabe que han sido peídos del culo de Júpiter. Bajan de esos vientos solo para tomarse la foto con la señora pobre o darle un beso a un niñito. Sus promesas son para cuando San Juan baje el dedo, sin pensar siquiera en lo sagrado de la palabra.

Trafican hasta con el verbo y sus acciones les confirman en sus abusos. Se taparean unos con otros como si fueran descendientes de macho cabrío. No saben de equilibrios y mucho menos tienen aquello que se conocía como don de gente o aquella otra antigualla para ellos, pero que aprendimos todos los demás con el nombre desentido común.

Muchos de estos políticos de medio cuño y medio pelo suelen rodearse de alimañas verdes que todas y todos conocemos. Señorones,quienes, en conjunto y afanosamente, se empeñan en mostrar los colmillos, cobrar comisiones y continuar operando según la ley del embudo, pero con el piquete al revés: lo más ancho para ellos y lo más angosto para los demás. Lo más ancho para ellos y para los demás: ¡esto!

El otro día encerraron a un par de esos políticos en una rueda. No para alabarlos sino para tratar de descobrarse con ellosde toda esa catajarria de bichos de su madre, donde se incluyen también a las alimañas verdes. Querían darles una paliza, pero menos mal que les llegó algo como una cordura y una contención y una lucecita. Entonces aquel aquelarre que se iba a formar no pasó de un susto para los bichos de su madre a quienes amarraron,barriga con barriga, y les pidieron que hablaran y se excusaran. Que hicieran un mea culpa, por lo menos. Una práctica que en algunos de nuestros países en cosa común pero que también se ha ido convirtiendo en fórmula hueca. Y los hombres, amenazados como se sentían, hicieron su acto de constricción. Para nada, al día siguiente les descubrieron nuevos chanchullos en unas filtraciones que les volvían a delatar.

A las mujeresnilas mencionan porque las consideran un peligro y las temen. Dicen no entenderlas y con eso creen despacharlas. Entonces buscan todas las maneras de mimarlas, lisonjearlas, piropearlas. Creen que las van a bajear con requiebros y, al llegar a determinado punto, las olvidan y las empiezan a tratar como si fuese alguna de las madres que les parió, pobres señoras a quienes subyugaban de angustias con el pretexto de que eran unos genios y estaban haciendo carrera política, sacrificándose por ello.Hubo uno que le decía a su compañera: Cállate que estoy pensando… Como ellas les roncan en la cueva y suelen ser implacablemente meticulosas en sus defensas de la especie, entonces buscan silenciarlas arguyendo pretextos de índole biológica. Las temen porque no les gusta que les metan en cintura y les canten sus cuatro. Aunque ha habido mujeres que también se han empantanado en la llamada vida política al seguir el juego de machos clásicos precolombinos con las mismas reglas, derivando en barraganas, acompañantes acomodaticias o cómplices de chanchullos memorablemente trágicos.

Esta conducta de los políticos de nuestra región es insoportable, sobre todo cuando nos percatamos que ya estamos en el tercer milenio y comenzando apenas el siglo XXI. Son candil de la calle y oscuridad de la casa. Se perfuman y se encorbatan para salir en la foto con sus pares en una nueva convención internacional a la que han llegado en avión presidencial para firmar nuevas promesas y seguir tan campantes. Se creen descendientes directos de Johnnie Walker y olvidaron que son servidores públicos que llegaron allí por votación popular. Así pues, se han sucedido campañas tras campañas, elecciones tras elecciones y esos monstruos han seguido en su afán de convertirlo todo en una enorme aberración delirante.

Al momento, en verdad, son solo tres los monstruos que han podido generar después de tantos años de empeños infecundos para la sociedad: el de la demagogia, el de la burocracia y el de la corrupción, mejor conocido como cleptocracia. ¡Qué desolación, cuánta desgracia! ¡¿Por qué mejor no van a enterarse cómo están sus respetables mamásy ver si es que les resulta posible aprender un poquito de virtud?!

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